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Masters 1.000 Montecarlo

Nadal reta a Djokovic

El balear supera un difícil encuentro contra Ferrer, que lo obligó a ser más agresivo para llegar a la semifinal (6-4, 5-7 y 6-2)

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Rafa Nadal comienza a gustarse. En la tierra de Montecarlo encuentra el calor y la superficie que mejor le va a su juego. Y ante un examen muy duro, como el que le presentó David Ferrer, el balear aprueba con nota. Supera los cuartos y se reta a sí mismo con Novak Djokovic en semifinales. Primer encuentro del curso ante el serbio, primero desde Roland Garros 2014, primero desde que entrara en ese bache del que lucha por sobreponerse y volver a ser él. Es el quinto de la ATP, pero su tenis ya apunta mucho más alto.

Primer punto del segundo set, treinta intercambios de golpes. Frenéticos, durísimos, de derecha, de izquierda, paralelas, cruzadas. La última palabra fue para Rafa Nadal.

Es como se reconstruye a sí mismo en Montecarlo, ante un gigante como Ferrer que lo exprime al máximo siempre y que ya lo apeó de este torneo el año pasado. En la edición de 2015 es el balear quien trabaja desde sus cenizas, desde su falta de confianza, y sube la escalera del nivel con paso firme.

Funcionan la derecha, el revés y las piernas. El examen ante Ferrer comenzó con un cinco y terminó con nota. Porque también ha recuperado la batalla mental y al alicantino le quemaron las piernas en el segundo set. Tuvo que ser atendido por una ampolla en el dedo gordo de su pie izquierdo. Pero Ferrer no iba a irse con un «rosco» en el marcador. Nadal iba a tener que ganarse la nota. El parcial de 3-0 con el que comenzó el balear se difuminó merced a un gran alicantino, que llegó a acercarse hasta el 4-3. La ola en la que participó el público con el 5-4 espoléo al alicantino, capaz de firmar con un revés paralelo el empate y alegrar el día a los aficionados, que iban a ver más tenis del bueno gracias a otro revés cruzado con el que se aseguraba, al menos, la muerte súbita.

Otra vez la ansiedad pasó por la cabeza de Nadal, que inauguró el juego con una doble falta. Y volvió a su raqueta con un revés que cruzó demasiado y ofreció hasta dos bolas de set para Ferrer. El alicantino recogió con gusto los regalos e impuso su marca personal para recuperarse del 3-0 inicial y alargar la contienda al tercer parcial.

No hubo tregua en el set definitivo. Así se reconstruye Nadal, desde la batalla dura, en el barro, y mental. Regresó el jugador mental, el que responde a los latigazos con uno más contundente. El que soluciona los errores no forzados con fortísimos drives y angulosos reveses. Solo el saque pareció despistarle de su estrategia. Sin embargo, no tembló en los puntos importantes. Agarró la empuñadura y celebró como una victoria un partido que se le resistió. No había felicidad en el puño, había reafirmación en la forma de evolucionar, en su trabajo constante en lo físico y en lo menta. La confirmación de que vuelve a ser competitivo, de que vuelve a ser Nadal. Y está listo para el reto mayúsculo, una semifinal como examen final: Novak Djokovic.

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