Real Madrid-Bayern

Rabia y ovación en la gran noche de Benzema

El delantero francés por fin apareció esta temporada y lo hizo en el día clave. Doblete y reconciliación con el Bernabéu: «He disfrutado mucho»

Karim Benzema, celebrando el primer tanto AFP

RUBÉN CAÑIZARES

Hay jugadores cuyas carreras no entienden de grises. Es el caso de Benzema, venerado y criticado por partes iguales. La horchata nunca tuvo opiniones a medias. El dulce, el azúcar, te gusta o no te gusta. Y la sangre de horchata de Benzema siempre chocó con un futbolista de voluptuoso talento.

Con mayo recién aterrizado, aún se le esperaba a Karim esta temporada, negra a título individual, con números de saldos en goles y asistencias. Hasta anoche, en 41 partidos, sumaba solo nueve dianas y una decena de pases de gol. En Champions, los guarismos eran aún más pobres. Solo dos tantos, ambos ante el APOEL en la quinta jornada de la fase de grupos, en un 0-6 del Madrid. A un delantero centro del Madrid pocas veces se le había puesto tan barata la titularidad. Los registros supersónicos de Cristiano tapaban las carencias del francés, pero la crítica y la afición ya era un clamor. «¿Por qué siempre juega Benzema?».

Toque de atención

Zidane tenía la respuesta. El técnico blanco fue su único escudo, pero ya no tuvo más remedio que sentarlo en la vuelta de cuartos y en la ida de semifinales. Si no fue un toque de atención, lo pareció. Al menos para Karim, que anoche explotó en el Santiago Bernabéu .

Se le exigía al delantero francés una cita de fuegos artificiales y ante el Bayern respondió, por fin. Dos goles de Karim. El primero de ellos, de cuento. Alrededor de treinta toques del Real Madrid durante más de un minuto para que Marcelo pusiera el balón en la cabeza de Benzema, inteligente en el movimiento ante Süle. Amagó al primer palo para ir a rematar en el segundo. Tras la estocada tempranera de Kimmich, ese gol del «9» anestesió los nervios del fulgurante inicio de partido del Bayern. Sus tres golpes al pecho, su carrera hacia el banderín de córner, y su puño en alto era la rabia de un jugador frustrado por una temporada llena de nubarrones.

Ese empate a uno fue el trampolín que necesitaba Benzema para firmar su mejor partido de la temporada. Nunca se le había visto a presionar la salida del balón como anoche, (robó hasta ocho balones, el que más) y por ahí fabricó su segundo gol, en un regalo a medias entre Tolisso y Ulreich, pero había que estar ahí. Como lo estaba Raúl.

Subido a esa ola continental que saca lo mejor del ariete, el galo se marchó anoche ovacionado de manera atronadora por un Santiago Bernabéu entregado a él como pocas veces se había visto. Qué falta hacía esta simbiosis: «He disfrutado mucho» , confesó.

Y es que la Champions saca lo mejor del atacante. Con 55 dianas, es el sexto máximo goleador de la historia de la competición. Su doblete de anoche vale su redención y otra final de la Liga de Campeones.

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