Villarreal-BarcelonaAl Barça se le atraganta el turrón

Luis Enrique acumula tres años seguidos sin ganar en el primer partido del año

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Vence el Madrid con solvencia y el Barça cae en Copa en San Mamés. Y ya se sabe que las dos circunstancias unidas –la derrota propia y el triunfo del máximo rival– hacen saltar las alarmas cuando ocurren tanto en Chamartín como en Can Barça. Así que nadie puede ocultar la zozobra por otro mal comienzo de año en la entidad azulgrana, el tercero consecutivo de Luis Enrique: hace dos años con el fiasco de Anoeta que desembocó en la destitución de Zubizarreta como director deportivo, el curso pasado con un empate en el derbi contra el Español, y este año con el 2-1 del jueves en Bilbao. Y como telón de fondo, las privilegiadas vacaciones disfrutadas por Messi, Neymar y Suárez, que se fueron tres días antes y volvierono otros tres días después que todos los demás.

Un riesgo que asumió Luis Enrique y que se le puede volver en contra si hoy pincha en El Madrigal.

No es desde luego el mejor sitio donde examinarse en tiempos de crisis. Y Luis Enrique reconoce que la «única manera de presionar» al Real Madrid, líder de la Liga, es ganando los partidos que quedan y, ello implica, en su opinión, una «obligación» por parte de su equipo. En todo caso, el preparador azulgrana cree que sí tiene margen de error porque «seguro que no hay ningún equipo que gane todos los partidos de Liga, pero es evidente que no estamos en la situación que queremos estar», dijo ayer Luis Enrique durante una comparecencia en la que fue repetidamente preguntado por el arbitraje ante el Athletic Club, por una eventual sanción de Piqué por sus declaraciones criticando la actuación del colegiado Fernández Borbalán y por si el Comité de Competición debería actuar de oficio por la presunta agresión de Aritz Aduriz a Umtiti.

Luis Enrique evitó en todo momento pronunciarse sobre estas cuestiones, y a lo más que llegó es a abundar en la necesidad de que se ayude al colectivo arbitral. Sin embargo, a nadie se le escapa que todas estas polémicas no hacen sino añadir aún más tensión a un complicado regreso de las vacaciones. Solo la victoria tranquilizará las aguas en Barcelona.

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