El boxeador hispano-ruso Petr Petrov venda sus manos en el gimnasio del Rayo, en Vallecas
El boxeador hispano-ruso Petr Petrov venda sus manos en el gimnasio del Rayo, en Vallecas - Maya Balanya

BoxeoPetr Petrov, el vallecano que llegó de Rusia

Su madre vendía ejemplares de «La Farola» para poder comer y él aterrizó en Madrid con 16 años. Hoy, ya con 34, disputa el mundial del peso ligero para redondear una carrera de sacrificio

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En mayo de 1999 no estaba claro que Petr Petrov (Ryazan, Rusia, 1983) fuera a convertirse en un gran boxeador. Tenía 16 años, era flaquito, y las sesiones de carrera continua en Casa de Campo se le hacían eternas. Compartía entrenamientos con Javier Castillejo y en ese espejo se miró. Esta noche, dieciocho años después, disputa el mundial del peso ligero en Mánchester. Es la ocasión para la que lleva trabajando media vida (23.45 horas. Gol Televisión).

Meses antes de que Petrov aterrizase en Madrid, su madre visitaba a Ricardo Sánchez Atocha para decirle que su hijo era un gran peleador. «Ella vivía en muy malas condiciones. Estaba vendiendo “La Farola” y no tenía dónde dormir.

Me dio bastante pena, ¿sabes? Me trajo recortes en los que salía su hijo, que hacía kick boxing, full contact, etcétera. Y bueno, le trajimos y empezó a entrenar», recuerda el entrenador, que siempre tuvo olfato para estas cosas.

Por un lado, Petrov era rápido y técnico. Por otro lado, aún no había desarrollado un físico tolerante a los entrenamientos de Sánchez Atocha. Pero se podía trabajar con él: era disciplinado y respetaba la jerarquía del equipo. Un vestuario de boxeadores es un ecosistema muy delicado en el que conviven egos muy poderosos, pero Petrov no sería un problema.

«Yo le decía que tenía disciplina rusa. Y es verdad. Siempre estaba a la hora, siempre hacía lo que le dijeras... Lo que me gustaba de él es que estaba siempre pendiente de todo», resume Sánchez Atocha. «A mí detectaron que tenía diabetes y, el día de mi cumpleaños, seis o siete meses después, me trajo bombones sin azúcar. Que eso es algo que no se le había ocurrido a nadie, nunca, jamás. Eso te explica un poco lo que él era. Estaba pendiente de todo. De cualquier cosa».

Comenzó trabajando a la sombra de Castillejo. Más tarde se fue a EE.UU. con más ilusiones que dinero y esta noche disputa la pelea de su vida

Junto al entrenador de Poli, Castillejo o Gabriel Campillo, Petrov disputó su primer mundial contra René Maidana, uno de los que más cerca estuvo de abollar el palmarés de Floyd Mayweather Jr. Era el año 2011, llevaba unas semanas tocado de la espalda, pero quisieron arriesgar: «Me acuerdo que estaba con lumbalgia», cuenta Petrov. «Llevaba dos semanas en la cama bastante mal pero el día que volví al gimnasio Ricardo me dijo: “Mira, nos han ofrecido a Maidana». Yo le dije: “Pero este no es mi peso (Maidana era superligero y Petrov ligero), y vengo de estar dos semanas tumbado en la cama”. Pero después de hablar con Ricardo y ver las opciones que tenía yo acepté. Acepté por el momento que estaba viviendo a nivel económico y personal».

Con el paso del tiempo, hay quien opina que le mandaron a una derrota casi segura. De hecho, pocas horas después de la pelea, Petrov tenía mareos y vómitos. Pensó que no volvía vivo a España.

«Nos ofrecieron hacer el mundial y las cosas hay que intentar aprovecharlas», argumenta Sánchez Atocha. «Es verdad que Maidana era un boxeador difícil, un boxeador fuerte... y que no era el peso de Petrov. Bueno, no era su peso entre comillas, porque a Petrov dar el peso ligero ya le costaba la vida. Pensé que en el peso superligero le iría un poco mejor y al final salió como salió. Pero fue una buena experiencia también. Vas a Argentina, haces un mundial con un pabellón lleno... Esa es una experiencia que se valora después, con el paso del tiempo».

A Hollywood con lo puesto

Dos años más tarde Petrov eligió volar solo. Sin contrato con ningún promotor español cogió los trastos y se fue a Estados Unidos con lo puesto. En su maleta no había ni una camisa, solo ropa de entrenamiento. «Contacté con varios periodistas rusos que se dedican al periodismo de boxeo y me ayudaron a llegar a Hollywood, al gimnasio Wild Card de Freddie Roach», recuerda él. Petrov se presentó en el gimnasio, pagó su cuota y comenzó a entrenar esperando que alguien se fijara en él. Le corría prisa, porque no tenía todo el dinero del mundo:

«Fue muy duro sobre todo para mi mujer, porque le dije: “Mira, me voy a ir. No sé dónde voy a estar ni cuánto tiempo”», recrea hoy. «Yo ni siquiera tenía el dinero para estar allí. Mis suegros me prestaron el dinero y ya se lo devolví. Gracias al apoyo que me dieron yo pude viajar. Cualquier otra mujer a lo mejor se habría negado y yo no hubiera ido. Pero gracias a que me apoyaron pude ir alojarme en Los Ángeles los primeros meses».

Terry Flanagan (izquierda) y Petr Petrov (derecha), en la rueda de prensa previa al combate
Terry Flanagan (izquierda) y Petr Petrov (derecha), en la rueda de prensa previa al combate - ABC

Otros dos años (y seis peleas) después, Petrov no solo consiguió que alguien se fijase en él, sino que ha llegado donde él quería. Desde que cumplió 30 años ha ido quemando etapas como un debutante en un país que no es el suyo, convencido de que su momento iba a llegar.

Enfrente le han puesto a Terry Flanagan, un chico invicto (32 victorias, cero derrotas) y nacido en Mánchester que no sabe lo que es pelear fuera de las islas. Sus padrinos le han procurado una carrera sin sobresaltos mientras que Petrov está cansado de tanto sufrir: «Aquella pelea con Maidana me ayudó mucho psicológicamente. Siempre digo que ahora todo es más fácil porque nadie me va a pegar tan fuerte como él».

Aún así, humilde como es él, Petrov tiene claro que tendrá que bordarlo para ganar a Flanagan: «La idea es estar pegándole todo el tiempo, meterle mucha presión, no dejarle boxear porque está en su casa. Esa es la idea», explica. «Todos queremos ganar por KO y es importante porque peleas en su casa. Si acabamos antes del límite, perfecto. Pero tampoco puedo ir buscando un golpe fuerte porque tengo que ir trabajándole y ganando asalto por asalto».

Han pasado dieciocho años desde que aterrizó en Madrid. El boxeo es una montaña rusa en la que haces cola durante media vida para una pelea de 50 minutos. Esta vez a Petrov no le duele la espalda, y esta vez espera un desenlace distinto al de su primera vez.

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