El «pequeño Nicolás» también se hizo pasar por deportista de élite

Francisco Nicolás Gómez Iglesias aparece en la orla de la clase del segundo curso de Bachillerato del CTN-M86 (Centro de Tecnificación de Natación) del curso 2011-12, aparentemente un estudiante más de este programa especial para deportistas de élite. Es, sin embargo, otra historia en el cuento interminable del «pequeño Nicolás», que se benefició de este curso fomentado por la Federación de Natación de Madrid y la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid, al que también apoya el Consejo Superior de Deportes. Así lo ha desvelado el «diario AS» en su edición de este martes.

Se trata de unos estudios especiales con reducidos y selectos grupos en la Blume, con las clases adaptadas en los horarios para que sean compaginadas con su actividad deportiva.

El «pequeño Nicolás» fue incluido en una de esas clases como presunto nadador, junto a otros 20 alumnos, pero no hay constancia de que realizara actividades físicas. De hecho, los directores del CTN-M86 no tienen constancia del joven, aunque sus compañeros sí le recuerdan ya que, según cuentan, solía llegar en chófer y en traje mientras el resto vestía chándal para realizar las pruebas físicas.

El curso en cuestión tiene un convenio con el IES Ortega y Gasset, que aceptó el registro del «pequeño Nicolás» seguramente, según AS, a través de sus influencias. Anteriormente, el chico cursó primero de Bachillerato en el San Francisco de Asís y estaba obligado a repetir por suspender tres asignaturas. De ahí que cambiara de centro y hay fuentes que señalan a Álvaro Ballarín, el concejal del Distrito de Moncloa-Aravaca al que está adscrito el IES Ortega y Gasset, como principal responsable para que el «pequeño Nicolás fuera admitido.

Entre sus compañeros, había jugadores de waterrpolo, nadadores, una nadadora de sincronizada, una patinadora, un lanzador de martillo, un tirador con arco e incluso un luchador de taekwondo. Algunos ahora son deportistas de primer nivel o están cursando becas en Universidades de Estados Unidos. Todos tuvieron que pasar unas pruebas físicas para cumplir unas determinadas marcas en cada especialidad.

«Decía que le daba igual aprobar o no. Que iba a pagar 6.000 euros a un compañero suyo para que se presentara por él a la Selectividad. Y nos dijo que cuando apareciera por allí le tratáramos bien, que era uno de sus mejores amigos», relatan sus compañeros, que dicen de él que era buena gente, aunque un poco fantasmilla». Eso sí, remarcan que «iba a clase poco o nada».