La madurez con la que Julián López «El Juli» declaró que la entrega del público estaba por encima de las orejas que podía conceder el juez fue la misma con la que bordó un faenón de locura en la Plaza México.
Esa bella obra de arte tuvo un gran mérito porque se la hizo a un toro que, aunque tuvo buen fondo, sólo quiso mostrarlo en las tablas.
Aquella faena de hace 11 años al bravo y noble «Trojano» que indultó Julián en la Plaza México, se quedó atrás según el propio autor con la de ayer.
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