Francisco Rivera Ordóñez, en el momento de la cornada en Huesca
Francisco Rivera Ordóñez, en el momento de la cornada en Huesca - afp
toros

Paquirri: el dramático paralelismo entre Huesca y Pozoblanco

A Rivera Ordóñez lo cogió el cuarto toro con el capote, al igual que a su padre

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La cornada que sufrió el lunes Rivera Ordóñez en la plaza de toros de Huesca hizo que muchos recordaran la tragedia de Pozoblanco, la tarde del 26 de septiembre de 1984 en la que Paquirri encontró la muerte. Y la realidad es que se puede hablar de un dramático paralelismo entre las dos tardes. A Rivera, como su padre, lo corneó su segundo toro, el cuarto de la corrida. En cuarto lugar salió aquel «Avispado», de Sayalero y Bandrés, y cuarto también fue este «Freidor», de Albarreal. Los dos tremendamente astifinos.

Paquirri y Rivera fueron cogidos al torear de capa, y en los mismos terrenos: los medios.

Y la misma entereza de padre e hijo ante la gravedad de la cornada.

Resuenan todavía aquellas palabras: «Doctor, la cornada es grave... Haga lo que tenga que hacer...» Rivera, que entró consciente en la enfermería de Huesca igualmente se comportó con una serenidad pasmosa. «Se portó como un valiente, e infundió calma», aseguró el jefe del equipo médico, Enrique Crespo.

Afortundamente, el paralelismo se rompió cuando el pitón disecó la ilíaca de Rivera Ordóñez, frente a la explosión vascular que ocasionó la muerte de su padre. Ilíaca, safena y femoral rotas hace tres décadas; ilíaca y aorta dañadas. Lo que va de la vida a la muerte. Lo que evitó que dos tardes paralelas acabaran igual.

Ver los comentarios