Verónica Forqué, junto a Nuria Mencía en una escena de «La respiración»
Verónica Forqué, junto a Nuria Mencía en una escena de «La respiración» - Javier Naval

Verónica Forqué, en «La respiración»: Mary Poppins al rescate

La actriz interpreta la obra de Alfredo Sanzol en el teatro de La Abadía

Madrid Actualizado: Guardar
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«La respiración», contaba su autor, Alfredo Sanzol, nació con intención terapéutica; con ella quería sentirse mejor después de su separación. Año y medio después de su estreno -y con dos Max, el de mejor autor y el de mejor actriz, para Nuria Mencía, recién colocados en la vitrina- la función vuelve al teatro de La Abadía, donde estará hasta el 25 de junio. Lo hace con una significativa novedad: la presencia de Verónica Forqué, que interpreta el papel que estrenó Gloria Muñoz. Junto a ella, la ya mencionada Nuria Mencía, José Ramón Iglesias, Pietro Olivera, Martiño Rivas y Camila Viyuela, bajo la dirección del propio autor.

«Siempre me ha fascinado el teatro de Alfredo Sanzol -dice Verónica Forqué-.

Me parece diferente; esa mezcla de realidad y fantasía me ha parecido siempre preciosa; cruza el umbral hacia adelante y hacia atrás de lo real y lo mágico con gran facilidad». La actriz relata que vio «La respiración» y pensó que le encantaría interpretar el papel de Maite, la marchosa madre de la protagonista. Unos días más tarde, su deseo se convirtió en realidad; Alfredo Sanzol le llamó para preguntarle si querría sustituir a Gloria Muñoz, y no lo dudó.

Desde que, hace muchos años, reemplazara en apenas tres días a Marisa Tejada en «La murga», no había hecho una sustitución. «Es más duro -reconoce-, porque todos están ya muy empastados y tienes la sensación de que lo vas a estropear. Se tardan unos días en coger el tono de los demás, no haces el mismo trabajo que han hecho desde el primer minuto, pero finalmente es muy satisfactorio también».

Maite es un personaje que muchos espectadores se llevarían a casa. «Ella es puro amor -explica Verónica Forqué-, todo lo hace por amor, en este caso a Nagore, su hija. Es un personaje precioso, sí... Alfredo me dijo que era Mary Poppins. Y yo le contesté que no había nada que me gustara más, porque yo soy fan de Mary Poppins desde los ocho años; yo quería ser ella. Pero nunca lo he conseguido... Aunque bueno, con este personaje lo soy un poquito».

En «La respiración», Nagore, la protagonista e hija de Maite, se acaba de separar de su pareja después de quince años juntos y se encuentra sumida en una depresión. «Ella tiene un deseo verdadero e intenso de sacar a la hija de su situación; es lo que la mueve. Es una mujer vital, imaginativa, que tiene poderes... me encantaría ser como ella». No se siente sin embargo demasiado lejana de ella. «En cierto modo no, hay cosas de ella que tienen mucho que ver conmigo».

Sabe Verónica Forqué que su presencia modifica de alguna manera la función. «Pero eso pasa siempre. Cuando se ve un montaje con diferentes repartos hay un clima, un espíritu distinto a pesar de ser la misma función. Cada actor y cada actriz lleva su cuerpo y su alma al personaje y nunca es el mismo que si lo hace otro; ni mejor ni peor, distinto».

En los últimos años, Verónica Forqué ha interpretado a menudo personajes que se sobreponían a sus problemas y encaraban la vida con optimismo. «Los personajes que me llegan tienen que ver con el momento que estoy viviendo. Es curioso, pero sucede -o a lo mejor es una proyección mía-, y quizás los elijo por eso. Pero los personajes te influyen de la misma manera que tú les das a ellos tu cuerpo, tu memoria, tu vibración y tu energía. Por eso a mí no me gusta, en general, hacer obras muy duras, tragedias, funciones desesperanzadas, porque eso a mí no me ayuda a vivir. Por eso me gusta tanto el teatro de Alfredo, en el que el dolor y el humor están completamente entrelazados, como sucede en la vida».

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