Antonio Canales, Estrella Morente y Aida Gómez, en «La guerra de las mujeres»
Antonio Canales, Estrella Morente y Aida Gómez, en «La guerra de las mujeres» - EFE
Festival de Teatro de Mérida

Haz el flamenco, no la guerra

Estrella Morente, Antonio Canales y Aída Gómez protagonizan una versión de «Lisístrata» ideada por Miguel Narros

Merida Actualizado: Guardar
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Miguel Narros, uno de los grandes maestros de la dirección escénica en nuestro país, demostró en varias ocasiones a lo largo de su carrera su amor y su respeto por el flamenco. Hace algo más de una década escribió un guión basado en una de las obras maestras de Aristófanes, «Lisístrata», para ser llevada a ese lenguaje. Su título, «La guerra de las mujeres». No se pudo estrenar en vida del director, pero ahora Jesús Cimarro, director del festival de Mérida, y el productor Celestino Aranda, viudo de Narros, lo han puesto en pie en el que sin duda es el espectáculo estrella de la presente edición del certamen; así lo ha entendido también el público, que no solo abarrotó el teatro romano la noche del estreno, sino que ha agotado prácticamente la totalidad de las diez funciones que se van a ofrecer en las próximas dos semanas.

Una comedia con una intensa carga de profundidad: es un poderoso alegato contra la guerra

El festival ha reunido para esta particular «ópera flamenca» un espectacular elenco, encabezado por Estrella Morente, que interpreta a Lisístrata; le acompañan figuras como Antonio Canales, Aída Gómez, Juan Carmona y Soleá Morente, entre otros. La dirección es de un discípulo de Narros -y maestro él mismo-, José Carlos Plaza.

«Lisístrata» es una comedia con una intensa carga de profundidad: es un poderoso alegato contra la guerra (al tiempo que a favor del papel activo de la mujer en nuestra sociedad). No es extraño que Narros se fijara en este texto en el momento en que lo hizo, cuando se desarrollaba la guerra de Irak y efervescía la agitación social. José Carlos Plaza pone algunas gotas de humor en su montaje, pero subraya ese trasfondo trágico que late en el texto (Narros arrancaba su guión con la presencia de un niño suicida, que aparecía en escena con un cinturón de explosivos atado al cuerpo; una imagen que ha sido eliminada del montaje).

Los actores

El flamenco es un arte de una extraordinaria elasticidad, capaz de albergar los sentimientos más opuestos y de contar las historias más

«Estrella Morente, siempre deslumbrante, cumple con creces»

diversas. «Lisístrata» -como antes otros textos que pasaron por las manos de Narros, como «Medea» o «Fedra»- se expresa claramente a través del lenguaje flamenco, tanto del baile como de la música. La Lisístrata que proponen Narros y Plaza es más desgarrada que reivindicativa; es una mujer firme, comprometida,decidida, que encuentra una intérprete ideal en Estrella Morente.

Para la cantaora granadina, «La guerra de las mujeres» supone un exigente reto, que la aleja de su «zona de confort» habitual para sumergirla en un personaje en el que no solo ha de exhibir su hermosa voz y su maravillosa musicalidad, sino que ha de transmitir el carisma y el liderazgo propios de Lisístrata. Estrella Morente, siempre deslumbrante, cumple con creces, y a la cantaora emocionante suma en esta ocasión la mujer imponente. Es, aunque suene redundante, la estrella que necesita este espectáculo.

Encuentra la cantaora la réplica perfecta en artistas como Antonio Canales o Aída Gómez. Aquel borda su papel de travestido (barrocamente vestido por Pedro Moreno), y apunta su maestría en el papel de comisario, aunque se echa de menos un mayor vuelo para su baile y su personalidad. Sí se luce en su Lampito Aída Gómez, con un baile sensual y diáfano al tiempo. Soleá Morente (Cleonice) demuestra que el talento se aloja en el ADN de esa familia, y Mariano Bernal (un lujo para este espectáculo), Christian Lozano, Eduardo Guerrero y Víctor Martín le dan un mordisco al éxito de la función con una vibrante farruca.

Falta de coherencia

«La guerra de las mujeres» es un trabajo complejísimo entre otras cosas por su naturaleza híbrida, y su talón de Aquiles es precisamente su unidad. Ni la música, en ocasiones muy inspirada (la firman Juan Carmona, Juan Parrilla y Lucky Losada) ni el concepto coreográfico presentan la coherencia necesarias. Las piezas del puzzle están ahí, pero falta el dibujo final que otorgue redondez al espectáculo. La llamativa y arriesgada escenografía del siempre brillante Paco Leal, unos andamios y unos sacos de trinchera de colores fluorescentes, choca en exceso con las piedras emeritenses, y tampoco el sonido está a la altura de la producción; sí deslumbra el magnífico vestuario de Pedro Moreno y Ana Rodrigo.

El público -en el que sigue habiendo demasiados maleducados más pendientes del móvil que del escenario- ovacionó puesto en pie a los artistas al concluir la función de estreno, dedicada por José Carlos Plaza a Miguel Narros, un director del que todavía tiene mucho que aprender la escena española.

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