Sciarrino en la Bienal de Venecia
Sciarrino en la Bienal de Venecia - ABC

El sentir de Sciarrino

Hoy, el espacio sonoro de Sciarrino reconstruye una escritura de extraordinaria minuciosidad

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Estos días, en Venecia, se habla mucho del compositor Salvatore Sciarrino, galardonado por la Biennale con el Leone d’Oro 2016 a la carrera musical. Entrevistas, comentarios y encuentros perfilan sus inquietudes artísticas y el origen de su estética. Destaca la conversación organizada como prólogo a la entrega del galardón y al concierto homenaje. En Ca’ Giustinian, bordeando el Gran Canal de Venecia, varios especialistas, mucha gente curiosa y un numeroso grupo de niños preguntaron con una perspicacia poco habitual. Y Sciarrino disfrutó del momento convencido de estar dirigiéndose a oídos desinhibidos, a espectadores limpios, abiertos a la escucha no condicionada, a visitantes de un tiempo de fabulación tal cual lo encarna su música arraigada en la historia, ya sea reconstruyendo arquetipos formales o identificándose con estilos del pasado.

Hoy, el espacio sonoro de Sciarrino reconstruye una escritura de extraordinaria minuciosidad: «Puedo escribir una ópera en los nueve meses que me exigía la Scala –explicó en referencia al próximo estreno de «Ti vedo, ti sento, mi perdo»–, pero no quiero hacerlo.» Más cercano a las ideas y a la experiencia que al ejercicio sobre el papel pautado, Sciarrino pasa muchas horas anotando en un pequeño cuaderno aquello en lo que piensa, aquello en lo que cree.

Nació así «Immagina il deserto», encargo de la Biennale 2016 estrenado junto a «...da un Divertimento» de 1971. Escuchar ambas obras, tan distantes en el tiempo, es aprehender sobre la coherencia estética de quien siempre estuvo interesado en la corporeidad del sonido al que hoy araña con un precisión extraordinaria. El matiz rítimico, lo extremo del registro y de la dinámica, la condensación del material… conforman cuatro movimientos que se entretejen con la voz en una especie de callado rumor. La tentación es acercarse al mundo de Sciarrino, sobre todo a su actual universo musical, creyendo en la reconstrucción de un misticismo, pero la idea es confusa. «Cantiere del poema», también escuchada en el concierto, puede aclarar algunas cosas pues encierra conceptos reveladores. Por ejemplo, la sombra difusa de Luigi Nono, compositor comprometido pero acusado, en sus últimos años, de refugiarse en un platonismo tardío. ¿Un pecado? También ha de serlo la música de Sciarrino en tanto propone una forma elevada de placer.

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