Felipe Conde, en su taller de Madrid
Felipe Conde, en su taller de Madrid - José Ramón Ladra

Los secretos de una centenaria saga de lutieres

ABC visita el taller de Felipe Conde, de donde han salido las guitarras de Paco de Lucía, Al Di Meola o Lenny Kravitz

Madrid Actualizado: Guardar
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Se ha cumplido un siglo desde que Domingo Esteso iniciase un trabajo artesano que continuaron sus sobrinos Faustino y Mariano Conde, los hijos de éste, y hoy prosigue la cuarta generación de lutieres de la familia. Cien años conviviendo con la liturgia diaria de moldear maderas de ciprés, palo santo o abeto para que sean llevadas a las tablas por algunos de los más grandes músicos, desde Niño Ricardo a Paco de Lucía pasando por Al Di Meola, Tomatito, Leonard Cohen o Lenny Kravitz.

En el sótano de la calle Arrieta número 4, frente al Teatro Real, siempre huele a serrín y suena a guitarra. Esta mañana es el tocaor José Tomás Jiménez, bordón minero de 2014, el que prueba los instrumentos que le va ofreciendo Felipe Conde.

Su sonido se mezcla con el de la lija que sale del cuarto del fondo. Allí, sobre el potro banco de trabajo del taller, María y Felipe Conde, la nueva generación, se pelean con suavidad con la madera.

Un sello artesanal

En 1915 Domingo Esteso puso su firma por primera vez en una guitarra en su taller de instrumentos de cuerda donde los instrumentos de pulso y púa eran los más demandados. Fue el inicio de un sello artesanal que continuaron sus sobrinos Faustino y Mariano, responsables de la decisión de ir abandonando la construcción de laúdes y bandurrias para especializarse en la sonanta.

Felipe Conde es el continuador, junto a su hermano Mariano, de esa tradición, de ese modo de vida que es crear artesanía para el arte. Para este lutier, que compaginó el trabajo en el taller desde los 14 años con la carrera de derecho, uno de los grandes hitos de la empresa fue la construcción de la primera guitarra flamenca de concierto para Paco de Lucía. Eran los años 70 y el genio de Algeciras se implicó plenamente en el proceso que dio como resultado la primera bajañí flamenca que se hacía con madera de palo santo, algo que después se convirtió en habitual. Además, se le añadió un mástil especial que alcanzaba casi los 67 centímetros de tiro entre las dos cejillas. «Fue una pieza extraordinaria que solo podía tocar él. Esta fue una de sus primeras invenciones en el flamenco, antes de incorporar a su música el cajón o el saxo», apunta Conde. Esa guitarra, a la que llaman «la negra» por lo oscuro de la madera, ya llevaba en la punta del clavijero esa media luna que marca los ejemplares de más calidad de esta marca madrileña y que hoy pueden identificar desde lejos profesionales y aficionados a la música.

«Mi comodidad con mi guitarra es mi todo, como flamenco en este caso; y ese todo desmesurado es a la vez belleza, equilibrio, armonía y fuerza. El flamenco es un desgarramiento y ese desgarramiento-guitarra lo he vivido en mis manos muchas veces a través de las guitarras de mis artistas amigos Hermanos Conde». Este texto lo escribió Paco de Lucía hace cerca de 40 años en una carta que Felipe Conde enseña como el mayor de sus tesoros. El guitarrista almeriense Tomatito recuerda que Paco siempre llevó este sello porque, en su opinión, «estas guitarras son de las mejores del mundo por ser muy cómodas y por su sonido muy particular y muy flamenco».

Ampliar horizontes

En los últimos años, en el taller de Felipe Conde se han esforzado por ampliar horizontes y, además de incorporar materiales como la fibra de carbono, más propios de la aeronáutica, han trabajado a conciencia para el mundo de la clásica. En el año que acaba de terminar la producción de este taller artesano no supera los 20 ejemplares, de los que la mitad son ya guitarras clásicas. «Se realizan siempre dos al mismo tiempo y se tarda unos dos meses en terminarla. Eso sí, las maderas que usamos llevan hasta 40 años secándose en nuestra nave», explica. El 80 por ciento de las ventas de esta casa se realizan en el extranjero. «En este país somos nuestros peores enemigos. Ni siquiera se ha reconocido a Manuel Ramírez, que es el Stradivarius de la guitarra. Yo tengo piezas suyas y me parece increíble que se hayan construido así hace 100 años y sin la maquinaria que tenemos hoy», se lamenta.

Leonard Cohen

En octubre de 2011 Leonard Cohen sorprendía al público español dedicando la mitad de su discurso de recepción del premio Príncipe de Asturias a hablar de su guitarra: «Mientras hacía la maleta tuve la necesidad de coger mi guitarra Conde. Lo hice y cuando olí su madera sentí que una voz me decía: “Eres un hombre viejo y aún no has dado las gracias al suelo que nutrió esa fragancia”».

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