Fernando Olvera, voz de Maná, anoche durante el concierto
Fernando Olvera, voz de Maná, anoche durante el concierto - abc/isabel permuy

Maná en rama: rock latino con aires de épica hechizante

La banda interpretó sus temas más conocidos como «Mi verdad» o «Corazón espinado»

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Posiblemente hacía casi un lustro que no visitaban Madrid. La excusa, las nueve fechas de la gira española de su Cama Encendida Tour. Los mexicanos Maná cosecharon un triunfo a lo grande a base de una fórmula perfecta de éxitos. Con más de media hora de retraso aparecieron en un escenario en forma de cama, escondidos bajos unos telones. Comenzaron en el Barclaycard Center con «La prisión», uno de los temas de su último disco «Cama Incendiada» (2015), con la potencia que les dibuja como los U2 mexicanos; hasta su imagen promocional les delata y recuerda a los irlandeses o de The Killers. Todo con mucho rock y una buena dosis de toque latino representado en teclados y percusiones, y en canciones como el sencillo «Mi verdad» (que en el disco cantan a dúo con Shakira) o temas antiguos como «Corazón espinado».

Su espectáculo, perfectamente empaquetado para hacer las delicias de fans y acólitos. Escenario sobrio, pero con una iluminación jugosa a base de tres equis por los laterales y cinco en el fondo. Muchos efectos de fuego. Y lo visual dando mucho juego (seis pantallas en el fondo y dos grandes en los laterales filmando a la banda.

Maná pueden presumir de profesionalidad y buen hacer, aunque su concierto de dos horas y cuarto quizás se prolonga demasiado. Ya saben: lo bueno si breve, dos veces bueno. Se ganan al público con simpatía, alusiones a temas populares como el fútbol, la juerga, la buena sintonía con los españoles y la ciudad de Madrid.

Rompiendo la lógica de la energía creciente, dejaron para la recta final un momento de calma, de «unplugged», un desenchufado. Utilizaron el armazón de un cabecero de cama como escenario secundario improvisado para atacar su repertorio más clásico, colocarse en medio del público y subir a una mujer al escenario para hacer los coros en una canción.

Todo en un clima festivo, a pesar de que Maná tira de desamor, soledad y mucho alcohol para regar las penas. Medios tiempos como «Mariposa traicionera». O enérgicas piezas como «Clavado en un bar» o «En el muelle de San Blas». Sacaron de cameo a José María Cano y a Nacho Cano para versionar el «Cuz de Navajas» de Mecano. Defendieron la escena local invitando a tocar a un guitarrista virtuoso gracias a un concurso de una radiofórmula.

En formato septeto la banda sonó radiante. La presencia española estaba en el teclista sevillano Juan Carlos Toribio. Aunque el peso de la banda bascula en la voz de Fernando Olvera y la guitarra de Sergio Vallín, la batería de Álex «el animal» González impresiona con el solo de casi diez minutos -con pausa para tomar una cerveza mexicana-; o los solos de guitarra a lo Joe Satriani o Brian May, en esa liga de heavy melódico. Acabaron con su archiconocida «Rayando el sol» con el respetable coreando a lo loco. Y un final con chispas y confeti. Maná o como espantar el dolor.

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