Creador de una de las obras más deslumbrantes de la poesía española, Juan Eduardo Cirlot (1916-1973) fue un autor casi secreto hasta hace quince años, condición que ha abandonado gracias a la publicación de su obra en Siruela, al cuidado de su hija la gran medievalista Victoria Cirlot.
Primero fue compositor y divulgador de figuras como Schönberg o Stravinski. Pero un día decidió silenciar esa veta creativa y quemó las partituras de sus obras. «Mis muertes», decía cuando se refería a estos reinicios.
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