El escritor británico Geoff Dyer
El escritor británico Geoff Dyer - MATT STUART

Geoff Dyer: «Me pregunto cómo sobrevive la gente que no tiene sentido del humor»

El británico, uno de los representantes más destacados de la literatura anglosajona actual, publica la colección de ensayos «Arenas blancas»

Madrid Actualizado: Guardar
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De Geoff Dyer (Cheltenham, Reino Unido, 1958) han llegado a decir que es el mejor escritor actual de no ficción. Son palabras mayores, sí. Pero él, al ser preguntado por tan mayúsculo halago responde, al otro lado del hilo telefónico desde Londres, con esa mezcla tan característica suya de fina ironía y sutil sarcasmo: «No se olvide de la ficción, que también es buena». Humor marca de la casa. Porque para el escritor británico el sentido del humor es como la respiración: si le falta, su obra se queda sin aliento. Ecléctico como pocos, acaba de terminar un libro sobre el fotógrafo estadounidense Garry Winogrand (1928-1984) y está «acabando» otro sobre la película «El desafío de las águilas» (1968), protagonizada por Richard Burton y Clint Eastwood. Ambos se publicarán el próximo año, aunque estos días ha llegado a las librerías españolas «Arenas blancas» (Literatura Random House). Se trata de una colección de exquisitos ensayos sobre el arte de viajar, más allá del tiempo y del espacio. Si pueden, léanlo mientras escuchan «Drive By», del grupo australiano The Necks. Es un disco que a Dyer le vuelve loco. Y su gusto está contrastado.

Cubierta de «Arenas blancas»
Cubierta de «Arenas blancas»- ABC

Este libro demuestra que nadie escribe sobre la decepción como usted.

Vivo en Los Ángeles y allí la gente no tiene la misma experiencia de la decepción que en Inglaterra. La decepción es una cosa muy británica y soy muy consciente de ello desde que estoy en Estados Unidos, donde la gente nunca admite que está decepcionada. Publican libros o actúan en películas y fracasan, pero nunca lo admitirán, siempre tiene que darle una interpretación positiva.

¿Y dónde se siente mejor: en Inglaterra o en Estados Unidos?

En general, en Estados Unidos. Pero ahora, cuando vuelvo a Londres disfruto mucho, porque cuando vivía allí la ciudad era solo una fuente de irritación. Los Ángeles es un lugar bastante aburrido. En Londres siempre pasa algo, por muy terrible que sea.

Ahora que menciona los «terribles» sucesos que han sacudido la capital británica en estos meses, me pregunto si hay espacio para la esperanza.

Sí, porque el ambiente en Londres es muy bueno. Hay una sensación bastante fuerte de unidad. La gente se ha dado cuenta de que la unidad es la única manera de seguir adelante.

¿Votó en las últimas elecciones?

Debido a un error, no pude. Pero sí lo hice en el Brexit y voté por la permanencia. No puedo evitar pensar que muchos de los problemas que tenemos ahora, incluidos los que hay en Estados Unidos, se deben en parte al Brexit. Pienso en lo horrible que va a ser Londres para la gente que vive aquí. Recuerdo lo malo que era antes de que la gente empezase a venir de otros lugares de Europa. Era como el fútbol antes de que importásemos a todos los buenos jugadores.

¿Qué piensa de Theresa May?

No siento el odio absoluto hacia ella que siento hacia Boris Johnson. Me parece una vergüenza que Boris Johnson me represente cuando habla con su Gobierno. Además, él tiene un elevado grado de responsabilidad por el Brexit.

«Voté por la permanencia. No puedo evitar pensar que muchos de los problemas que tenemos se deben al Brexit»

Le cito: «Cuando ya no sea capaz de decepcionarme, el romance desaparecerá y puede que también esté muerto». ¿Usa la literatura para enfrentarse a la decepción, tan propia, como ha dicho, del carácter británico?

Creo que es la otra cara de una especie de anhelo romántico. La decepción responde a la promesa de ciertas cosas. Aunque me gusta que las cosas sean divertidas, sigo siendo la clase de escritor que es capaz de expresar las maravillas del mundo y su gran potencial para el romanticismo y la promesa.

Ahora que menciona la diversión, ¿qué papel juega el humor en su vida?

Es totalmente intrínseco a la visión del mundo que uno tiene. Y creo que es algo también bastante inglés. Cuando conozco a personas sin sentido del humor, especialmente en Los Ángeles, me pregunto cómo sobreviven. Es la cualidad que más valoro en la gente. En un mundo ideal, no pasaría ni un momento con personas sin humor. Es fundamental en mi visión del mundo.

¿Escribir le hace feliz?

Al principio me resulta difícil seguir adelante. Pero, en un momento dado, empiezo a divertirme. Y me gusta mucho reescribir, más que el primer borrador. Pero escribir no me hace feliz, porque la felicidad se experimenta al jugar al tenis, por ejemplo. Escribir es satisfactorio, gratificante.

En alguna ocasión ha dicho que una de sus limitaciones como novelista es que no se da cuenta de las cosas.

John Updike, hiciese lo que hiciese, podía fijarse en las cosas, tanto si estaba en el aeropuerto, en la cocina, en el cuarto de baño... Lo hacía instintivamente, mientras que yo solo me fijo en las cosas cuando tengo que hacerlo. La mayor parte del tiempo, solo voy pensando en mis cosas. No me fijo en la gente como tienden a hacer los novelistas.

«Escribir no me hace feliz. La felicidad es algo que se experimenta al jugar al tenis. Escribir es satisfactorio»

Hablando de virtudes de la literatura, de usted han dicho que es el mejor escritor actual de no ficción. ¿Tiene algo que decir al respecto?

Tengo una consideración tan alta de lo que escribo que diría que no se olvide de la ficción, que también es muy buena.

Estoy de acuerdo.

Gracias (reímos). Tiene gracia, porque he escrito una gama muy amplia de libros, y a veces dicen que soy un «escritor de fotografía» y otras me llaman «escritor de viajes». Me gusta que me conozcan como «escritor», e incluso que me describan sólo como «novelista», que sé que es el objetivo para muchos autores. Aunque para mí también es limitador.

Por tanto, no cree en las fronteras entre ficción y no ficción.

Sí, creo en ellas cuando leo cierto tipo de libros. Quiero que el autor me garantice que no se está inventando cosas. Pero yo no escribo esa clase de libros. La distinción no es importante para lo que hago, aunque es un hecho que existe y me permite divertirme mucho.

Pero lo cierto es que su estilo no gusta a todo el mundo, esa combinación de ironía con vastos conocimientos e infinidad de referencias culturales.

Tiene razón, no gusto a todo el mundo. Lo que me sorprende no es que haya gente a la que no le gusta mi obra, sino que le disgusta realmente. Es gente a la que no le gusto personalmente. Pero no sé qué puedo hacer… (ríe).

¿Nada?

Sí, nada. Es una buena observación. Si eres bastante hábil como escritor, hay posibilidades de que algunas personas estén contra ti. Eso que ha descrito, esa combinación de comedia y de conocimientos me sale de forma muy natural.

Creo que es un problema que surge siempre que alguien tiene una voz diferente.

Sí. Tiene razón. Otra cosa es cómo se traducen ciertas cosas a diferentes culturas. Me refiero a la traducción de la sensibilidad. Por ejemplo, yo no soporto las películas de Pedro Almodóvar. Odio realmente a Almodóvar.

«Por primera vez, en EE.UU. tienen a un presidente que no está realmente comprometido con la idea de servicio»

¿Por qué no le gusta?

No lo puedo soportar. Es muy poco divertido. Esa clase de sensibilidad está muy reñida con la mía. Es un estilo diferente. Para mí, simplemente no traduce bien…

Para terminar quiero volver al arranque de nuestra conversación. Usted decía que en Estados Unidos la percepción de la decepción es muy diferente, pero creo que desde que Donald Trump ganó las elecciones eso ha cambiado.

Es una buena observación. Tiene razón. Tienen una sensación de decepción. Pero me pregunto si es decepción o si es también desilusión, porque en Estados Unidos, suceda lo que suceda, siempre está la creencia brillante en su país y en lo que debería ser su país. Supongo que ese ideal se está empañando mucho con Trump porque, por primera vez, tienen a un presidente que no está realmente comprometido con la idea de servicio. Si piensas en Reagan o en Nixon, en cierta manera estaban dedicados al cargo de presidente, pero Trump no lo está. Por una parte, es posiblemente desilusionante y, por otra, quizás refleja la magnitud de esa decepción, lo perfecta que era la idea estadounidense sobre el presidente de Estados Unidos y sobre la forma estadounidense de hacer las cosas. Es extraño hablar de Estados Unidos, porque digas lo que digas sobre él, podrías decir lo contrario y parecer igual de convincente.

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