La capital de la edición en castellano, en vilo por la secesión

Los editores radicados en Barcelona, otrora gran faro literario a nivel internacional, muestran su preocupación ante el escenario que la deriva secesionista plantea en Cataluña

La Rambla de Barcelona, abarrotada durante el pasado Sant Jordi INÉS BAUCELLS

INÉS MARTÍN RODRIGO/DAVID MORÁN

«Yo quiero mucho a Cataluña y no reconozco a la Barcelona de estos días, no es la que yo conocí cuando viví allá en los 70. Barcelona era la capital cultural de Europa en esos años, un puente de encuentro entre escritores españoles y latinoamericanos que se habían dado la espalda durante cuarenta años; allí se reconstruyó esa relación. Viví cinco años allá y no conocí a ningún nacionalista, el nacionalismo entonces estaba completamente marginado. Esa era la Barcelona que yo conocí. Son dos Barcelonas diferentes». Con estas palabras describió Mario Vargas Llosa su sentimiento actual hacia Cataluña, ante el cisma de la secesión, durante la presentación de su último libro . Y así terminó su discurso el Nobel de Literatura el pasado domingo en la manifestación en contra de la independencia que llenó las calles de Barcelona: «Queremos que Cataluña vuelva a ser la capital cultural de España como era cuando vine a vivir aquí».

García Marquez, Jorge Edwards, Vargas Llosa, José Donoso y Ricardo Muñoz Suay, fotografiados junto con Carmen Balcells en Barcelona en 1974 ABC

El escritor hispano-peruano sabe bien de lo que habla. Barcelona, elogiada ya como ciudad de impresores por Cervantes en las páginas del Quijote , fue el escenario donde resurgió la novela latinoamericana de la llamada Edad de Oro que integraron Borges, Cortázar, Carpentier, Onetti o Miguel Ángel Asturias. En los sesenta, aquello se convirtió en un fenómeno literario y editorial -el llamado «boom» - que invadió Europa, con el mencionado Vargas Llosa, Gabriel García Márquez , José Donoso o Carlos Fuentes a la cabeza, dirigidos por la «mamá grande» Carmen Balcells . Hoy, todo aquello parece haber quedado en el olvido, soterrado por un nacionalismo que amenaza con convertir en reducto independentista a la que un día fue capital de la edición en castellano. «Barcelona ha sido siempre una capital mundial de la edición y el libro, y espero que así siga siendo», subraya Daniel Fernández , presidente de la Federación de Gremios de Editores de España y máximo responsable de Edhasa .

Gabriel García Márquez, en Barcelona en 1970 EFE

Son muchas las editoriales radicadas en la capital catalana, ciudad literaria por excelencia que vive su día grande cada 23 de abril , entre rosas y libros. Los dos grandes grupos del sector, Planeta y Penguin Random House , residen allí, de momento. Y son muchos los sellos históricos de la ciudad que, como Seix Barral, Tusquets Lumen o Ediciones B , entre otros, han acabado formando parte de estos dos gigantes de la edición. Tras la comparecencia del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont , el pasado martes, Planeta confirmó que trasladará su sede social a Madrid. «La decisión está tomada y el consejo de administración no tendrá que volver a reunirse para evaluarla de nuevo», aseguró una fuente de la empresa. En el comunicado que envió a principios de esta semana, el consejo del grupo señalaba como motivos para cambiar de sede «la inseguridad jurídica que se produciría» en la empresa y añadía que tenía en cuenta además la protección de «los intereses de sus accionistas, empleados y del proyecto empresarial». Todo ello con la tensión añadida que genera la entrega del premio Planeta el próximo domingo, 15 de octubre, y en la que en principio está prevista la presencia de personalidades del ámbito cultural, político, económico y social -más de un millar invitados-. «Estamos trabajando con normalidad para la proclamación del ganador del premio», aseguraba el mismo portavoz.

La decisión de Planeta no ha cogido con el pie cambiado a su principal competidor, que se mantiene a la espera de lo que pueda suceder en los próximos días. Fuentes próximas a Penguin Random House confirman a este periódico que, «en caso de que haya cambios», evaluarán la situación «en consecuencia y tomaremos entonces todas las medidas necesarias para defender los intereses de autores, lectores y empleados». Se da la circunstancia de que, hace apenas una semana, Bertelsmann llevó a cabo una ampliación de capital en su participación en este grupo editorial, con lo que ahora la empresa alemana controla el 75% de las acciones de Penguin Random House , mientras que el 25% es propiedad de los británicos Pearson , sobre los que pesa la sombra del Brexit .

Los Reyes, junto con Dolores Redondo y Marcos Chicot, ganadora y finalista del premio Planeta en 2016, durante la entrega del galardón en Barcelona INÉS BAUCELLS

La postura de los dos grandes del sector es significativa, pero no la única. En la Ciudad Condal opera la mayoría de las medianas y pequeñas editoriales que conforman el sector en nuestro país. Acantilado, Alpha Decay, Anagrama, Libros del Asteroide, Blackie Books, Salamandra, Malpaso, Galaxia Gutenberg, Ático de los Libros, la mencionada Edhasa, RBA, Catedral, La Galera, Rata… Todos ellos concentrados estos días en el refugio en que se ha convertido la Feria de Fráncfort , a la espera de que pase, o al menos se calme, el vendaval independentista. «Es que hasta me da miedo que mis hijos se queden aquí esta semana», confiesa un editor que prefiere mantenerse en el anonimato en conversación con este periódico. Fue precisamente en Fráncfort, justo ahora hace diez años, cuando se visualizó uno de los primeros cismas literarios después de que el Instituto Ramon Llull limitase la presencia de la cultura catalana, invitada de honor en la edición de 2007, a los autores que escribían en catalán. «Es una pena que no tengamos toda la variedad de la cultura catalana», reconoció el entonces director de la Feria, Juergen Boos , una máxima que podría acabar trasladándose a la propia realidad del mercado editorial.

«En caso de independencia real, Salamandra se vería obligada a trasladar su actividad a otra ciudad fuera de Cataluña»

«La base de nuestro negocio es la compra de derechos de traducción, que se otorgan en función del idioma oficial del lugar donde se editan los libros. En caso de independencia real, Salamandra se vería obligada a trasladar su actividad a otra ciudad fuera de Cataluña. Por el momento, estamos a la expectativa de los acontecimientos». Son palabras mayores, ya que se trata del planteamiento de la editorial que publica a Harry Potter en España .

Tensión y angustia

«Se ve una tensión y una angustia mucho más profunda en la calle, en todos lados. A la gente la angustia le lleva a tener más tensión, lo que hace que la fractura sea mayor. No podríamos trabajar en una Cataluña independiente, porque no es europea. Pero ni nosotros ni nadie, o muy pocas empresas. Hay mucha gente sensata que vive en Cataluña. Se sabe que es imposible que Cataluña sea independiente y es sólo una cuestión de cuándo se acepta eso, y se empieza a buscar un encaje en España que convenza a la mayoría de los catalanes», argumenta Luis Solano , editor de Libros del Asteroide . Jan Martí , fundador de Blackie Books , se muestra preocupado porque en este debate «parece que no hay puntos intermedios. Si haces libros, y no son de texto, se entiende que tienes una opinión, que debes tenerla, además». «En Blackie somos, ahora mismo, ocho personas. Tenemos opiniones políticas dispares, como es natural: algunos están a favor de la independencia, otros no. Vivimos nuestra diferencia de opiniones con normalidad, y aprendemos muchas cosas el uno del otro. Pero estamos todos de acuerdo en una cosa: la condena, la repulsa y el rechazo frontal hacia la violencia policial vivida en nuestras calles», remata el editor. Otros sellos como Anagrama , casa del flamante Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro y cuya participación mayoritaria pertenece desde el pasado mes de enero al grupo italiano Feltrinelli , prefieren no pronunciarse y esperar a ver cómo avanzan los acontecimientos.

El jurado del premio Biblioteca Breve de novela de 1970, formado por García Hortelano (i), Gabriel García Márquez (2i), Mario Vargas Llosa (detras 2i) y José María Castellet (d), tras declarar desierta la edición de aquel año hasta que se aclarase la situacion económica de Carlos Barral (2 fila dcha) después de la muerte de Víctor Seix, socio de la editorial Seix Barral EFE

Malcolm Otero , nieto del histórico editor Carlos Barral y a la cabeza de Malpaso junto con Julián Viñuales , reconoce que, «primera vez», ha visto que el clima de tensión «afecta a relaciones profesionales, con discusiones subidas de tono». Sin embargo, Otero cree que «en el sector no va a pasar nada». «En el mundo de la cultura no hay más preocupación que en el resto de los sectores. Al final, los editores tenemos que ser cuidadosos porque somos representantes de talento ajeno. No hay espacio para matices. En el mundo de la edición, todo el mundo está con paños calientes intentando no ofender a nadie. La gente de la cultura tendría la misión de desdramatizar, porque las decisiones apocalípticas de un lado y otro son resortes que empujan. Nosotros ni hemos discutido cambiar la sede. Si las cosas se ponen feas, habría que tomar decisiones, pero no vamos a tomar ninguna preventiva. Anticipar esas cosas no favorece al clima de apaciguar las cosas. Al mundo de la cultura ahora no le conviene ser fagocitado por un extremo y otro, nos toca el papel de mediadores».

Caída de ventas

En mitad de tal clima de desconcierto, las ventas se están viendo afectadas. Los libreros reconocen que la semana del 2 de octubre (la huelga en Cataluña se celebró el martes 3) se notó una caída. «Se vendió muy poco. La gente no estaba comprando libros», dice una fuente del sector. El presidente del Gremio de Libreros de Cataluña , Antoni Daura , confirma que «es cierto que hay unas ventas relativamente bajas», aunque retrotrae su origen a «los atentados de la Rambla» del pasado mes de agosto. «Es verdad que esto, unido a la incertidumbre que genera un proceso de estas características, ha hecho que el mes de septiembre haya sido malo. A la gente le cuesta concentrarse y ello hace que falte un punto de pausa, y eso para el mercado nunca es bueno. Creemos que es algo coyuntural y cuando se despejen las dudas, dentro de unas semanas, esto se recuperará», argumenta Daura.

Libros del Asteroide: «No podríamos trabajar en una Cataluña independiente, porque no es europea. Pero ni nosotros ni nadie, o muy pocas empresas»

Según los últimos datos de Nielsen, a los que ha tenido acceso ABC, entre el 18 y el 24 de septiembre Ken Follett vendió 15.577 ejemplares de «Una columna de fuego» (Plaza & Janés), Almudena Grandes 8.450 de «Los pacientes del doctor García» (Tusquets) y Fernando Aramburu 5.032 de «Patria». La semana anterior, la que va del 11 al 17, los tres más vendidos en España colocaron, respectivamente 25.389, 10.073 y 5.541 ejemplares. En 2015, se editaron en Cataluña 23.538 títulos, el 28,9% del total de la producción española, y el libro en catalán representa el 45,5% del mercado. Quizás por eso la postura de Daura no deje lugar a dudas: «Aunque Cataluña tuviera la independencia, nosotros vamos a seguir vendiendo libros en castellano, catalán o lo que sea. Ambas lenguas comparten espacio público. Que una empresa se vaya, por cuestiones más políticas que económicas, es una decisión que toma con libertad y a nosotros no nos tiene que afectar demasiado. En una Cataluña independiente tiene que haber un libre movimiento de capitales, mercancias, relaciones personales... En ese sentido estamos muy tranquilos».

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