Julio Cortázar, en una imagen de 1968
Julio Cortázar, en una imagen de 1968 - efe

La biografía maldita de Julio Cortázar se publica con un año de retraso

Miguel Dalmau tuvo que reescribirla ante las trabas de la viuda y de Carmen Balcells

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Llega tarde, sí, pero no por voluntad propia. «Julio Cortázar. El cronopio fugitivo» (Edhasa), la biografía con la que Miguel Dalmau se adentra en todos los rincones del escritor argentino, tendría que haber visto la luz hace más de un año, coincidiendo con el centenario del nacimiento del autor, pero ni su viuda, Aurora Bernárdez, ni la agente Carmen Balcells, permitieron la reproducción de citas del autor de «Rayuela».

Un varapalo que el escritor barcelonés, responsable de jugosos libros sobre Gil de Biedma o los hermanos Goytisolo, ha sorteado reescribiéndola en estilo indirecto pero sin modificar un ápice un planteamiento que huye de lecturas edulcoradas y ausencias oficialistas para presentar a Cortázar como un personaje complejo, contradictorio, bien servido de demonios interiores y «excesivamente protegido».

«Es un esclavo que no ha roto el cordón umbilical y está bloqueado por los tabúes de la época», señalaba ayer Dalmau sobre la compleja relación que mantuvo con su madre y con su hermana. La aparición en su vida de Aurora Bernárdez, añade el biógrafo, no hizo más que prolongar la «estructura matriarcal argentina», algo que se mantuvo hasta el final de sus días, cuando el escritor seguía enviando cheques a su hermana y su tía.

«La gente que tiene miedo elude la anécdota», asegura Dalmau, quien se ha esforzado en «El cronopio fugitivo» en tratar de ahondar en detalles que han pasado por alto en la obra del argentino. Así, desde ese «fantasma del suicidio» que «recorre toda su obra» a la pulsión sexual que la atraviesa –«es el gran innovador de la sexualidad en castellano», sostiene-,Dalmau elabora un retrato «valiente y bien documentado» de un «gigante con pies de barro que supo superar muchos demonios».

También rescata del olvido figuras como Edith Aron, la mujer que, dicen, inspiró «La Maga» de «Rayuela»; o la lituana Ugné Karvelis, compañera de Cortázar entre 1967 y 1978 y responsable de la divulgación de su obra en Europa;y da por buenas teorías como la sostiene que murió de sida después de sufrir una hemorragia gástrica en Francia y recibir cinco transfusiones de sangre contaminada.

Con todo, Dalmau reconoce que aún quedan flecos por peinar, como «el apaño que pudiera tener con Aurora, el grado de implicación incestuosa con la hermana». «He procurado hablar con muy poca gente. O, mejor dicho, he hablado con muchas personas, pero cuando aún no sabía que iba a hacer una biografía», explica Dalmau, quien asegura llevar media vida escribiendo, aunque sea mentalmente, la biografía de Cortázar. A su viuda, eso sí, mejor ni mentarla. «No he querido hablar nunca con Aurora. No he tenido el menor interés. Era una encantadora de serpientes, y como biógrafo no puedes entrar en ese círculo nunca», señala.

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