Josep Pla en la intimidad

Josep Pla, 59 años. Escribir para matar el tedio. Beber para sobrellevar la melancolía. Leer al doctor Johnson y Montaigne para trufar la ironía. Insomnio, mucho insomnio. Levantarse más allá del mediodía para volver a la cama más allá de la medianoche. Grafomanía y obsesión erótica por Aurora, la mujer que vive en Buenos Aires y con la que intercambia cartas que siempre llegan tarde.

Letra apretada para acomodar la existencia al exiguo espacio de una agenda. En el volumen 39 de su Obra Completa («El viaje se acaba»), Pla introdujo unas «notas para un diario» de 1967 y 1968, que se completaron con otra entrega de 1965 y 1966 incluida en el volumen «Per acabar». Ahora, la Cátedra Josep Pla

reúne en «La vida lenta» las anotaciones del escritor en 1956, 1957 y 1964.

El autor anota en la agenda sus rutinas, sólo alteradas cuando viaja para los reportajes de la revista «Destino». Pese a la monotonía repetitiva -diez líneas por día- revelan al Pla más humano. En palabras de Xavier Pla, máximo especialista en la obra del ampurdanés, «estas notas aportan gran cantidad de datos sobre la vida privada del escritor, descubren reflexiones, lecturas y personajes y, sobre todo, ayudan a desmentir algunos lugares comunes sobre la figura de Pla en los últimos años de su vida». Las agendas que publica Destino han sido cedidas por los herederos del escritor: «Son las últimas que se han encontrado (aparte de una brevísima de los primeros meses del 36) y no se sabe si Pla escribió más en años anteriores o posteriores».

Aquellos tiempos fueron prolíficos. En el bienio 1956-1957 Pla publica «De l’Empordanet a Barcelona» y los cinco primeros volúmenes de las Obras Completas que editaba Josep M. Cruzet en Selecta, «Primeros viajes; Madrid, 1921», «Les illes», «Cases de dispeses» y «La vida amarga».

El suicidio de Cruzet en 1962 obligará al escritor a replantear su Obra Completa, que acabará publicando Josep Vergés en Destino. El 15 de julio de 1964 es un luminoso día de canícula. Pla despacha un artículo para el semanario «Destino», va a pie de Llofriu a Palafrugell y se entristece porque no ha recibido carta de Aurora (han pasado 23 días desde el último envío). Al caer la noche, ya metido en la cama, abre el «Cuaderno Gris» que comenzó a escribir con 19 años; lo recompondrá hasta que vea la luz dos años después, como primer volumen de su Obra Completa en Destino. A partir de ese día se volcará en aquel dietario de juventud. Nota del 29 de octubre: «Por la mañana cae un chaparrón. Después va escampado. Terminado el “Cuaderno Gris”... Nada de Aurora. No salgo de casa. Junto al fuego se está bien. Ceno en la cama. Leo en “Le Monde” lo referente a la caída de Jruschov. Después, las biografías. Leer me distrae. Insomnio persistente pero en la masía se está bien».