Ramón María del Valle-Inclán fotografiado por Alfonso en 1930
Ramón María del Valle-Inclán fotografiado por Alfonso en 1930
LIBROS

La otra verdad de Valle-Inclán

Editar todo Valle-Inclán es uno de los casos más complejos de la Historia de la literatura española, pues pocos autores tejían y destejían tanto su obra como él. Biblioteca Castro corona la empresa con éxito y nos ofrece «el arte más alto»

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La publicación de las «Obras Completas» de Valle-Inclán, en una edición rigurosa, es, sin duda, una noticia importante para la cultura española. Ante todo, por la enorme categoría estética de don Ramón, uno de los máximos creadores de la literatura española contemporánea. A eso se une la enorme dificultad de la empresa, por una doble razón: la bibliografía extremadamente enredada y los problemas de reunir los derechos de autor de todas las obras, con los que bregó, durante años, Espasa-Calpe, su principal editora. Superada ya esta circunstancia, se mantiene la anterior. Por eso acogemos con alegría esta nueva edición. Publica estas «Obras» la Biblioteca Castro, que ha puesto al alcance del lector, en cuidadas ediciones, cerca de noventa autores de nuestra literatura.

Los encargados de la edición y las introducciones están plenamente capacitados, son los miembros del Grupo de Investigación sobre Valle-Inclán de la Universidad de Santiago de Compostela, dirigidos por la profesora Margarita Santos Zas, que culminan, así, una serie de notables trabajos, publicados en los últimos años.

La tela de Penélope

Editar todo Valle-Inclán es uno de los casos más difíciles de toda la literatura española. No estoy exagerando. Incluso estos especialistas califican la obra de Valle-Inclán como «la tela de Penélope», por el continuo tejer y destejer del escritor. Baste con recordar algunos ejemplos concretos, mencionados por los actuales editores:

1.- Son muy pocas las obras que Valle editó una única vez en formato libro y «las ediciones que siguen a la «prínceps» presentan casi sin excepción variantes textuales».

2.- De las «Sonatas» se editaron, en vida del autor, nada menos que 37 ediciones y las variantes, de la primera a la última, muestran la evolución estilística de Valle.

3.- De un mismo cuento (por ejemplo, «A media noche» o «Un cabecilla») tenemos más de diez versiones distintas.

4.- Como bien sabemos los coleccionistas de obras de Valle-Inclán, en su primera época, una serie de nombres femeninos se repiten una y otra vez. «La niña Chole», que aparece en «Femeninas», se incorpora a los ocho primeros capítulos de la «Sonata de estío» pero reaparece como relato independiente en las colecciones «Historias perversas» e «Historia de amores». «Rosarito», de «Femeninas», reaparece en «Jardín Umbrío». «Beatriz», del mismo origen, vuelve a aparecer en «Corte de Amor» y «Jardín Umbrío»… Un verdadero laberinto.

5.- Se producen también cambios de género: el cuento «Un bautizo» se reconvierte en escena dramática de «Águila de blasón».

6.- Varios capítulos o partes de «Tirano Banderas» y «El ruedo ibérico» aparecieron primero, independientes, en colecciones populares.

7.- Muchas veces, Valle cambia los títulos o subtítulos de las obras: «Cenizas» se reescribe como «El yermo de las almas»; «El terno del difunto» se convierte en «Las galas del difunto», dentro de «Martes de carnaval»…

Añado yo una peculiaridad estilística, que señaló Emma Susana Speratti Piñero: en su primera etapa, Valle utiliza una metáfora para describir a un varón de raza india; años después, recuerda esa metáfora y la aplica… a la reina Isabel II.

¿Son sólo minucias eruditas? Creo que no: forman parte del maravilloso estilo de Valle-Inclán y, por supuesto, dificultan la labor de sus editores.

La edición de «Obras Completas» va a comprender cinco volúmenes. En este mes de enero acaban de aparecer los tres primeros. Cada uno comprende unas 900 páginas: en total, cerca de 2.700 páginas, con unas 300 de introducciones y bibliografías.

Obras maestras

El primer tomo recoge las primeras narraciones, incluidas en varias colecciones, desde «Femeninas», a las que el lector actual no tiene fácil acceso. El segundo incluye ya obras maestras, como las «Sonatas», el ciclo de «La guerra carlista» y «Tirano Banderas». El tercero se centra en la inacabada trilogía de «El ruedo ibérico» y concluye con el ensayo de estética «La lámpara maravillosa». Se anuncian ya dos tomos más, cuarto y quinto, dedicados al teatro y la poesía.

«El arte sirve para pasar el invierno, ya que el arte es siempre primavera», escribió

Los editores explican y justifican los criterios que han seguido (y que no coinciden con otros empeños anteriores). Los resumo:

1.- Sólo se incluye lo publicado en forma de libro (con algunas excepciones). Queda fuera, por tanto, mucha obra periodística. Dentro de eso, se sigue el orden cronológico.

2.- En contra de lo habitual, no se basan en la última edición autorizada por el escritor, publicada durante su vida, sino en la primera, la «prínceps» (también con alguna excepción). Así, se reconstruye la obra original, sin los retoques estilísticos posteriores, y se la sitúa en su contexto histórico auténtico.

3.- Se trata de una edición conservadora, que respeta los usos del autor (puntuación, grafías): no son arbitrarios, sino que responden a un criterio, que va evolucionando.

4.- De acuerdo con la norma de la Biblioteca Castro, la edición no incluye aparato crítico, notas de variantes o comentarios. No se trata, pues, de una edición crítica. Es un criterio discutible pero que resulta más grato para el lector medio.

En un trabajo de equipo, tan amplio, que ha durado varios años, son muchas las novedades. Señalo solamente algunas:

1.- Incluye textos muy poco conocidos, como «Una tertulia de antaño», «Un día de guerra. (Visión estelar)», «Un bastardo de narizotas», «El trueno dorado»…

2.- Sostiene que es obra de Valle -y la incluye, por tanto- la discutida «La cara de Dios», modelo de novela popular.

3.- Insiste en que Valle-Inclán no fue solamente autor sino también editor: atendía mucho al diseño, en las diferentes ediciones. (Cualquier coleccionista de sus obras puede comprobar las diferencias entre unas y otras). Y no se trataba sólo de adornos sino que el diseño influyó en muchas variantes.

4.- Para perfilar mejor su estilo, don Ramón utilizaba glosarios y vocabularios comparados sobre usos lingüísticos, en distintos países o regiones.

5.- Los editores han podido utilizar muchas galeradas corregidas por el autor: forman parte del Legado Valle-Inclán Alsina, depositado en la Universidad de Santiago de Compostela desde 2009, que incluye «más de 5.000 páginas autógrafas (además de otros documentos)». Anuncian también que el Archivo Digital Valle-Inclán, que abarca toda su obra impresa anterior a 1936 (incluida prensa y folletines) se podrá consultar próximamente en abierto.

La edición de las obras de Valle -concluyen los autores- nunca puede ser definitiva. Su aportación, sin embargo, es indiscutible.

Para los editores, debemos situar a Valle-Inclán en el conjunto de la gran renovación estética que en Europa se conoce como modernism (algo mucho más amplio que nuestro «modernismo»). Es una tesis que propuso Darío Villanueva, con la que no puedo estar más de acuerdo.

Dentro de eso, hay que reconocer que la personalidad, tan atractiva, de Valle ha podido oscurecer algo los valores estéticos de su obra. No cabe duda de que don Ramón se construyó un personaje público, lleno de ingenio y brillantez. (Con un castillo de fuegos artificiales lo compara Juan Ramón Jiménez). Siempre recomiendo leer la biografía novelada que escribió Ramón Gómez de la Serna, uno de los libros más divertidos que conozco. Pero esto tiene también un riesgo: que nos quedemos en la apariencia, en las anécdotas (reales o inventadas). Él mismo advirtió ese peligro: «Llevo sobre mi rostro cien máscaras de ficción… Acaso mi verdadero gesto no se ha revelado todavía».

Siempre estilizó

Frente a los tópicos habituales, Luis Calvo, que fue su amigo, me contaba que don Ramón -así lo llamaba- fue un dechado de cortesía en todas las ocasiones, las duras y las maduras. Y lo mismo me confirmaba Domingo García Sabell, el joven médico que lo trató en su última enfermedad.

Nunca se quedó en el costumbrismo, el puro reflejo de la realidad: siempre estilizó… Felizmente, ya es habitual relacionar a Valle-Inclán con el cubismo de Picasso, el montaje cinematográfico de Griffith o Eisenstein, la creación lingüística de Joyce, los contrapuntos de Huxley, las disonancias del «jazz» y de Stravinski, el sainete trágico de Eduardo de Filippo, el teatro del absurdo de Beckett, la crueldad de Artaud, y la profunda humanidad de la «Biblia» y de Shakespeare…

Lo define una de sus frases: «El arte no se acaba nunca porque sirve para pasar el invierno, ya que el arte es siempre primavera».

Una vez, le preguntó a su hija: «¿Por qué mientes, Mariquiña?». Y ella le contestó con su mismo estilo: «Yo no miento… Yo digo, como tú, la otra verdad».

La verdad del arte más alto.

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