Los Mishra, una familia de músicos indios, durante un concierto
Los Mishra, una familia de músicos indios, durante un concierto
MÚSICA

La música y la emoción cósmica

Jaime R. Pombo dedica a la música clásica de la India un amplio ensayo pionero en el panorama editorial español

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Impulsada por el magnético sitar de Ravi Shankar, la música clásica de la India tuvo un auge episódico en Occidente entre finales de los sesenta y principios de los setenta. El interés declarado de músicos como John Coltrane, Yehudi Menuhin o George Harrison hizo el resto. Hoy en día, quedan escasos rescoldos de aquel entusiasmo, pese al tirón mediático de figuras como Anoushka Shankar. Quienes la escuchamos interpretar hace un par de años en Madrid un concierto para sitar de su padre junto a la Orquesta Nacional de España quedamos fascinados por su actuación y su presencia. Sentada con su instrumento sobre una alfombra y unos cojines, parecía una princesa hindú de cuento.

De la música hindú se destaca a menudo su cualidad extática, su delicadeza, su grado de espontaneidad ligado a la improvisación del intérprete.

Todos estos aspectos existen, pero son tan sólo una cara de la moneda. Se trata al mismo tiempo de una música muy sensual, con un fuerte componente emocional capaz de abarcar el regocijo y la excitación. Su sabor tan peculiar tal vez se deba a que las emociones y la sensualidad a las que apela tienen un carácter, por así decirlo, supra-personal: no es la emoción individual y psicológica del artista occidental, sino una emoción cósmica.

Sonido interior

En la tradición hindú, el sonido es la realidad última y el fundamento del Universo. La música es emanación de este sonido primordial cuya fuerza vibratoria (llamada «nada») se transmite a todas las cosas. La actitud del músico está ligada en buena medida a esta idea de que el sonido crea, pero no se crea. El sonido no es una realidad externa, sino un elemento interior con el que tanto el intérprete como el oyente tratan de sintonizar. Por eso, la música clásica de la India tiene rasgos envolventes que se imponen de manera sutil e indirecta, por eclosiones graduales y paulatinas. Ahí no se busca la sorpresa o la ruptura, como al contrario ocurre en tanta música occidental.

El « raga» es el fundamento de la música clásica de la India. No es ni una melodía ni una escala: es, más bien, una entidad a medio camino entre estas dos dimensiones, un embrión sonoro que el intérprete desarrolla por medio de improvisaciones para liberar su sabor intrínseco, su fragancia. El número de ragas es enorme y la tradición musical asocia a cada uno de ellos un específico momento del día o del año para ser interpretado. De notable complejidad es el funcionamiento del ritmo («tala»), organizado en unidades cíclicas amplias, a diferencia de la rítmica occidental con sus patrones breves y marcados.

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