LIBROS

James Rhodes: «Todo el mundo tiene una vida trágica, no sólo los grandes artistas»

Tras la tempestad viene la calma, excepto cuando hay voces en tu cabeza que te dicen lo contrario. «Fugas», el nuevo libro del músico británico, es el relato de sus giras, de la vida después del horror, del insomnio, el dolor de cabeza y otras tragedias cotidianas

El pianista James Rhodes durante la entrevista con ABC Isabel Permuy
Bruno Pardo Porto

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Hay noches en las que James Rhodes (Londres, 1975) se despierta a las cuatro de la mañana sobresaltado y con el pecho cargado de ansiedad. Entonces da por perdido el sueño, hace café, saca el cenicero, enciende el ordenador y escribe mientras el mundo entero duerme. Él no tiene ese privilegio. Su cabeza es una tormenta que, aun con el paso del tiempo, es difícil de controlar: sólo el piano lo calma por completo y, desde hace unos años, también la escritura. « Fugas » (Blackie Books), su nuevo libro, es el relato de sus días como músico, de la vida después del horror, del insomnio, el dolor de cabeza y otras tragedias cotidianas. También es un monumento a todos esos hombres que le salvaron la vida: Bach , Beethoven , Chopin , Puccini y compañía. Él dice que es un diario, pero más bien es un monólogo interior cargado de autoparodia, rabia, humor, miedo y paranoia. Es un viaje directo al vendaval que lleva dentro, ése que lo acompaña allá donde va. Porque «las voces no se han ido todavía».

Entonces, las voces siguen ahí.

Todos escuchamos esas voces alguna vez. Hay días en los que nos levantamos y nos dicen «el día va a ser una mierda». Y encima tienes muchas cosas que hacer y no te va a dar tiempo. Tu novia está enfadada contigo, se te está acabando el dinero y todo es una mierda. Y miras al reloj y no son ni las ocho de la mañana y ya estás agotado. Aún así, de alguna manera, conseguimos salir de la cama, vestirnos y superar el día. Las voces siempre están ahí, pero también hay muchas cosas buenas. Y cada vez tengo más capacidad para ver las cosas buenas.

Hay días en los que levantarse de la cama es un acto heroico.

Es una tarea muy ingrata, y nadie te anima ni te da la enhorabuena por haber superado el día. Cuando tienes ansiedad o depresión, ya sólo el hecho de vestirte, de preparar a los niños para que vayan al colegio, de ir al trabajo, hacer la cena, comer… Todas esas cosas son un acto heroico. Especialmente cuando tienes un mal día y lo haces. Para mí eso es maravilloso.

Como la música.

En este libro quería hablar sobre la música. Quiero que más gente escuche la música sobre la que escribo porque a mí me resulta increíble.

¿Por qué cree que la música clásica está tan lejos de la gente?

Hay mucha gente dentro de la música clásica (los músicos, los promotores, los organizadores), que quiere mantenerla como una forma de arte elevado. Y si quieres disfrutar de ella tienes que ser un pijo, llevar una corbata y saber en qué momento exacto se aplaude. Y es una mierda, una gilipollez. Me cabrea muchísimo. Esta música debería ser un derecho universal. La gente de la industria quiere mantenerlo como algo muy complicado, muy académico, muy inteligente. Pero la verdad es que puedes disfrutar de la música clásica con los ojos cerrados.

Usted toca en camiseta.

O como me dé la gana. ¿Te imaginas que a los miembros de Muse le dijeran que tienen que tocar en frac? ¡No! Sin embargo, en la música clásica, vas a un concierto y entra un hombre en frac, mira como enfadado al público, toca y se va. No habla con ellos, lleva esa ropa tan ridícula… Hay una serie de muros entre la gente y la música. Yo llevo esta ropa porque estoy cómodo. Es difícil tocar en frac. Y hablo con los espectadores porque es importante darles unos minutos de contexto sobre lo que van a escuchar. Y entonces apagan la luz y pueden disfrutar de la música. Con la luz encendida se ponen a leer esos extensos ensayos sobre Beethoven.

¿Necesitamos más educación musical?

Debería haber música en las escuelas de todos los países, desde el jardín de infancia hasta el final de la educación. Los niños deberían saber lo que es una orquesta, poder tocar en un grupo, conocer a Bach… Debería ser tan importante para los gobiernos como las matemáticas. La música es fundamental para la vida de todos.

Dice que escribir no es una terapia para usted. ¿Por qué entonces este libro?

No es una terapia, ni me hace sentir mejor emocionalmente, pero es un buen antídoto para no estar siempre tocando el piano. Escribir me hace usar una parte distinta del cerebro. Pero la razón principal por la que escribí este libro es porque quiero sentir que la gente lo va a leer y se va a ver reflejada. Todo el mundo, a veces, se siente solo, tiene ansiedad, está un poco deprimido o piensa que la vida no es lo suficientemente buena. Y no pasa nada si la vida a veces es una mierda.

Rhodes cree que la vida es rara, desordenada y, a veces, incómoda Isabel Permuy

Este parece un libro de antiayuda.

Lo es. Odio la puta autoayuda. Lo que hacen esos libros es hacerte pensar que eres una mierda. Cuando los lees piensas «lo estoy haciendo todo mal, mi vida es un desastre» y terminas creyendo que nunca vas a ser capaz de hacer eso que se supone que hay que hacer. Y luego te miras al espejo y dices: «Soy guapo, soy feliz», y te sientes como un imbécil; nada cambia y todo va cada vez a peor. Eso es peligroso.

También tenemos derecho a estar mal.

Por supuesto. Es esencial. Es parte de la condición humana. Es muy importante reconocer esos sentimientos.

Todo lo contrario a lo que ocurre en las redes sociales.

Si nos guiamos por las redes sociales de la gente, parece que la vida es perfecta. Pero la vida es siempre algo desordenado, raro y, a veces, incómodo. Y no pasa nada.

Es esa idea que describe de que «quizás no tenemos que aspirar a la perfección». Aunque en su caso sí que ha perseguido esa obsesión enfermiza…

Hay una frase maravillosa que leí cuando nació mi hijo en un libro sobre la paternidad. Decía: «Nunca serás el padre perfecto, eso es imposible, pero lo que sí puedes ser es un padre correcto». Me encanta el concepto: el padre suficientemente bueno. Nunca voy a dar el concierto perfecto, nunca voy a ser el novio perfecto, nunca voy a escribir el libro perfecto y, obviamente, nunca voy a tener el cuerpo perfecto [ríe]. Pero puedo hacerlo lo suficientemente bien. Y el alivio que sientes cuando te das cuenta de esto es increíble. En ese momento todo parece más fácil, te sientes mucho mejor, la presión disminuye. Espero que todos sintamos que podemos ser un ser humano suficientemente bueno.

Admira a Beethoven, Bach, Chopin… Todos tuvieron una vida trágica.

Creo que todo el mundo tiene una vida trágica, no sólo los grandes artistas. Todos tenemos nuestras historias: divorcios, enfermedad, pobreza, muertes de familiares, incluso de mascotas. O tenemos que ver « Gran Hermano » [ríe]. Todas esas cosas son dramáticas. Lo que me inspira es que Beethoven , Goya y toda esta gente a pesar de eso fueron capaces de crear cosas extraordinarias. Eso me da mucha esperanza. Quiere decir que aunque tu vida sea una mierda, y aunque las cosas sean muy dolorosas, aún puedes pintar, tocar el piano, bailar tango o hacer fotos. Puedes encontrar algo creativo que te ayude. Y esa es una de las cosas más importantes en la vida.

En «Fugas» hay mucho humor, ¿cómo de importante es para usted?

Yo me tomo a mí mismo muy en serio. Y no es sano. Tenemos que aprender a reírnos.

¿De todo?

El mundo es ridículo: Trump , el Brexit , todas las cosas horribles que suceden… Por supuesto que te tienes que reír de la situación en la que estás. Podríamos vivir la Tercera Guerra Mundial en tres meses o podríamos morir mañana. Por eso hay que reírse. Yo soy un gran admirador de Fernando Alonso . Una de las cosas por las que me gusta tanto es porque es capaz de ir a 300 kilómetros por hora –a esa velocidad en la que si guiñas un ojo puedes morir– y de repente decir algo muy divertido por la radio. O se le estropea el coche y él se queda ahí tomando del sol. No se toma muy en serio y eso es algo a lo que hay que aspirar.

Hay, también, muchos tacos en este libro. Como dice, «hay cosas por las que vale la pena soltarlos». ¿Cuáles son?

Al igual que es importante reírse también lo es y mucho tomarse algunas cosas en serio. Por ejemplo, el abuso sexual, tan en boga desde el caso de Harvey Weinstein y Kevin Spacey . Hay ciertos asuntos de los que nos podemos reír pero que también nos tenemos que tomar en serio. Yo me río de mis problemas de salud mental, pero nunca me reiría de otra persona. También está la educación musical y la prevención de suicidios. Todas esas cosas son muy serias para mí.

Después de todo lo que está pasando, ¿cree que hemos avanzado en la percepción de los abusos sexuales?

Solo nos ha costado cien putos años hacer esto, pero parece que por fin estamos avanzando. La parte más destructiva del abuso es el secretismo, la idea de la vergüenza, de que no podemos hablar de ello. Cuántas veces hemos visto abogados de la acusación que dicen «bueno, estaba borracha» o «llevaba una minifalda». ¡Como si tuviera algo que ver! Hay muchos que llevan mucho tiempo hablando pero nadie les escuchaba. El hecho de que ahora pongamos el foco no lo va a prevenir totalmente, pero sí va a ayudar a que lo veamos, a que podamos apoyar a las víctimas.

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