Una de las imágenes de la exposición del CGAC
Una de las imágenes de la exposición del CGAC
EXPOSICIÓN

Imágenes de un caluroso siglo XX

La fotografía anónima da pie a contar bellas historias. Es lo que ocurre en el CGAC con la serie «Bañistas»

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Bañistas consiste en una serie de aproximadamente cien fotografías de hombres anónimos en bañador, retratos procedentes de varios países y seleccionados por el comisario. La exposición se construye como un collage de collages, imágenes azarosas colocadas una al lado de la otra por una mano, que, al final, crea una panorámica compuesta de retazos de anécdotas; imágenes encontradas en rastros y mercadillos de segunda mano tomadas entre los años 1880 y 1963. En ellas podemos elegir entre destacar la historia del traje de baño masculino, o los posados más o menos sugerentes; sólo depende de la intención del observador.

Hay erótica y también inocencia, personajes captados en un momento vacacional en el mar, en la arena de la playa o en el río. En los escenarios también surgen novelas (a voluntad del espectador), como ocurre con casi todas las fotografías antiguas. Si bien es cierto que el retrato femenino en la playa monopoliza la atención en el cuerpo de la mujer, en el caso de los posados masculinos, un segundo visionado continúa hacia la escena que rodea al protagonista. Las casetas de playa, los arbustos, el sol, los cuerpos sumergidos. La exaltación del tiempo libre en el cuerpo de un ser humano, desnudo o vestido, delata una oportunidad erótica, más erótica cuanto más se aproxime el agua a la cintura del retratado.

Meter barriga

Unos chicos miran a la cámara con gesto serio, otros sonrientes. Las posiciones de los cuerpos se repiten a lo largo de los años: manos escondidas en la espalda, brazos caídos o cruzados sobre el pecho, piernas separadas, barriga adentro: lucen contentos con la posibilidad de ser fotografiados en su momento de recreo. Desde finales del siglo XIX, las fotografías en traje de baño reflejan una sociedad que avanza el desnudo hacia el campo de lo público. Década a década, las playas se han ido convirtiendo en el lugar público masificado que conocemos hoy. El progresivo avance del culto al cuerpo y las innovaciones en la indumentaria deportiva para deportes acuáticos -los tejidos elásticos-, dejaron traslucir lo que ahora es el bañador: ropa interior pública.

El proyecto expositivo quiere «reivindicar las posibilidades de la masculinidad como contenedor de lo erótico y lo sexual», y lo cierto es que algunas fotografías serían susceptibles de formar parte de la imagen publicitaria de distinguidos perfumes. Entre las instantáneas, destaca la que muestra la marca blanca del bañador en el pecho de uno de los fotografiados. También la fotografía de dos chicos a la orilla de un río; uno con los brazos extendidos y su amigo, parecido al joven Magritte, posando desnudo de cuclillas con una mano apoyada en una piedra y la otra en la barbilla.

Cambian las épocas

En Bañistas se intuye la libertad y la alegría del cambio de costumbres de la época, la exaltación de mostrarse semidesnudo y poder mirar los cuerpos de otros, y fotografiarse, sin que ello constituya un escándalo.

Cada posado contiene la erótica del marco social en que fue captada la imagen, y también la erótica del fotógrafo. Tras la cámara, alguien anónimo y posiblemente semidesnudo, dispara. Entre el objetivo y el protagonista del clic, el aire cálido de todo el siglo XX.

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