Auladell, en su mesa de trabajo
Auladell, en su mesa de trabajo - ABC
LIBROS

Pablo Auladell: «La ilustración se ha convertido en el ingrediente diferenciador del libro de papel frente al digital»

Es uno de los ilustradores que está siendo referencia en el panorama editorial actual. Entre sus obras está «El Paraiso perdido», de John Milton, «Las aventuras de Tom Sawyer » y este año publicará «Huckleberry Finn» en Sexto Piso

MADRID Actualizado: Guardar
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Dibujante de vocación, Pablo Auladell (Alicante, 1972) se ha convertido en uno de los ilustradores de referencia en el panorama editorial actual. Con un estilo particular y diferenciador, este licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Alicante, comienza su carrera profesional en el mundo del cómic a raíz de obtener el Premio de Cómic Injuve 2000. Pasados los años tiene ya una amplia trayectoria con más de una treintena de libros publicados, ha revisitado los clásicos e ilustrado textos contemporáneos como ilustrador y autor, creando un territorio narrativo propio en donde sus ilustraciones fluyen de forma elegante y lírica a través de los grises que nacen del grafito y del carboncillo. Su trabajo ha sido reconocido con el Premio del Ministerio de Cultura a las Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles en 2005 por «Peiter, Peter y Peer y otros cuentos de Andersen», y el Premio al Autor Revelación en el Salón del Cómic de Barcelona de 2006 por «La Torre Blanca». En 2005 obtuvo el Segundo Premio Nacional de ilustración. Este 2016 publicará una nueva visión del clásico de Mark Twain «Huckleberry Finn».

Normalmente, intento apartarme mucho más del camino trillado pero en esta ocasión, el carácter mismo del libro me parece que invita a una realización gráfica no demasiado sesuda, sino más bien buscando dar un acorde gráfico capaz de contener la frescura, la inmediatez y la sencillez del texto de Twain. Traté de que las imágenes tuvieran ecos de las ilustraciones clásicas americanas y, a la vez, que estuvieran dotadas de un dinamismo y una estética acordes con la ilustración contemporánea y, por supuesto, con las características de la colección. Intenté dibujar como cuando el maestro nos dejaba tiempo en el colegio para hacer «dibujo libre», y utilicé grafito, lápices de color y pasteles. En realidad, me guié por mi memoria del relato, dibujé aquellas escenas y personajes que se habían incorporado con naturalidad a mi imaginario desde que era niño.

¿Hay algún trabajo del que se sienta más orgulloso?

El álbum ilustrado «La feria abandonada» (ed. Barbara Fiore, 2013), hecho a pulmón, con la generosa colaboración en los textos de Rafa Burgos y Julián López Medina, porque me parece que en él ha quedado resumido un trabajo muy intenso de cinco o seis años durante los que traté de renovar mi vocabulario, mi iconografía.

¿Qué es más difícil: ilustrar un texto ya sea clásico o contemporáneo, o empezar una obra desde el guión a las ilustraciones?

Yo no hablaría en términos de mayor o menor dificultad, porque los proyectos a priori sencillos pueden generar complicaciones enormes. Se trata más bien de complejidad. Cuando el guión o el texto depende también de mi autoría, todo se complica más.

¿Cuál es el proyecto soñado en el que le gustaría trabajar y todavía no ha llegado?

No tengo un proyecto soñado en ese sentido. Sí tengo un archivador con varios proyectos surgidos de la voluntad, como explicaba antes, y todo mi interés está centrado en irles dando cuerpo, poco a poco.

El arte digital y la aplicación de nuevas tecnologías tienen cada vez más importancia en el gremio. ¿Hacia dónde va esto? ¿Va a cambiar el mercado?

No tengo ni idea de hacia dónde va nada. Pero el mercado cambiará seguro, como ya ha cambiado hace muchos años la forma de trabajar de ilustradores e historietistas. Yo aún llegué a tiempo de conocer cómo se hacían las cosas antes del ordenador y las posibilidades que nos ha brindado son enormes: desde poder ver y valorar los resultados de un arte final en segundos hasta la posibilidad de trabajar con clientes extranjeros con una facilidad inconcebible hace unos pocos años o de promocionarnos hasta en Tanganica.

¿Qué es para usted el libro?

Como ilustrador, lo considero como un objeto de arte. Es decir, todo el libro es la obra. Como lector, soy del viejo mundo y lo siento como un ámbito de intimidad, de concentración, de conocimiento, de gozo, de placer.

¿Cree que el libro tal cómo lo conocemos actualmente desaparecerá?

Hasta ahora, en los acercamientos profesionales que he tenido a ese mundo del libro digital, mi percepción es que no termina de funcionar. En todo caso, las aplicaciones con ilustraciones parece que se acercan más al ámbito de las películas, de la animación, del videojuego que al libro. Lo que tenga que ser, una vez superado este período de hibridaciones sin mucho sentido, será otra cosa, no será un libro. No creo que desaparezca el libro en papel, pero sí que se reducirá drásticamente su insensata producción. Imagino que quedará como un producto casi artesanal, muy cuidado estéticamente.

Para terminar, ¿está actualmente trabajando en un nuevo proyecto?

Por supuesto. Siempre hay algún nuevo proyecto en el que trabajar porque, como he dicho antes, no es necesario que haya un encargo. Ahora estoy, sobre todo, metido en harina con un nuevo cómic y, a la par, voy adelantando en un par de álbumes ilustrados.

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