Boualem Sansal, fotografiado en París
Boualem Sansal, fotografiado en París - Juan Pedro Quiñonero
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«El Estado Islámico se comporta con la lógica imperial del nazismo»

Predijo la escalada del terrorismo yihadista y ha comparado islamismo y nazismo. Conversamos con el argelino Boualem Sansal, autor de una obra esencial en estos tiempos convulsos. «El islamismo es una suerte de ‘‘cambio climático’’», asegura

París Actualizado: Guardar
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Boualem Sansal (Theniet El Had, Argelia, 1949) es uno de los grandes escritores argelinos de nuestro tiempo. La suya es una obra esencial para intentar comprender los trágicos desafíos que plantea la expansión del islamismo revolucionario. Novelista, ensayista, testigo y analista de excepción, es autor de una veintena de obras que pueden leerse, en su mayoría, como intentos de diálogo y comprensión entre hombres y culturas de ambas orillas del Mediterráneo, convertido, desde hace una década, en la región más violenta y ensangrentada del planeta, devastada por guerras de religión, guerras civiles, incendios subversivos.

–En su novela/fábula «2084» teme usted la mundialización del terror islamista. ¿Cuál es su análisis de los últimos atentados en París y Túnez?

–El islamismo y el terrorismo islamista no ha dejado de crecer desde la guerra civil argelina, que comenzó a finales de los años 80 del siglo pasado y se terminó oficialmente en 2002, aunque ese conflicto entre el Estado y los islamistas argelinos haya adoptado otros rostros.

La guerra civil argelina se cobró centenas de miles de muertos; y anunciaba de alguna manera muchos de los conflictos actuales. Desde entonces, el terrorismo islámico no ha dejado de crecer. Se han producido pausas aparentes. Pero, en verdad, el islamismo ha crecido de manera espectacular.

–Parece un poco delirante que el Estado Islámico (EI) consiga derrotar militarmente a una coalición de 64 Estados, liderados por EE.UU. y Arabia Saudí, y a otra coalición formada por Rusia e Irán, sin olvidar los bombardeos de Francia…

–Los bombardeos pueden debilitar las posiciones del EI. Militarmente, los distintos participantes en el conflicto se emplean de manera muy distinta. Ese frente sólo es una parte del conflicto en curso. Incluso si se terminase venciendo o destruyendo al EI el problema de fondo volvería a estallar con otros rostros. En su día, Al Qaida fue la cara más visible y amenazante del islamismo. Ahora, se habla mucho más del Califato, del EI, que es una organización transitoria, que pueden crecer, morir o transformarse. El problema de fondo es la expansión creciente del islamismo en varios continentes.

–Tras los atentados del 13-N en París se ha producido una movilización de los musulmanes de Francia denunciando el islamismo subversivo y el terrorismo. ¿Vive el islam de Francia una guerra civil religiosa?

Los musulmanes tienen todo el derecho del mundo a serlo; pero han de aceptar la Ley que deben respetar todos los ciudadanos

–Pudiera presentarse así. Pero no hay que olvidar lo esencial. El islamismo es una suerte de «cambio climático» que crece desde infinidad de ángulos. Muchos imanes o musulmanes islamistas pueden criticar o denunciar el terrorismo. Pero su fe ciega y mesiánica crea fanáticos de muy distinta naturaleza. A su manera, el islamismo es la forma más inquietante de la globalización, la mundialización del terror.

–Durante la última década, el Estado francés ha invertido unos 40.000 millones de euros en los suburbios de las grandes ciudades, que son un terreno muy fértil para el fanatismo y el terrorismo islámico.

–El islam se está convirtiendo en una religión planetaria. Muchas personalidades cosmopolitas presumen de su simpatía o su conversión al islam; son frecuentes de manera llamativa las noticias de futbolistas que descubren y abrazan el islam. En los suburbios franceses el fenómeno viene de lejos. Los imanes autoproclamados son incontrolables. Y los jóvenes perdidos en los suburbios encuentran en el islamismo una religión de sustitución, con una épica que suple el espacio moral de los antiguos valores.

–Jürgen Habermas afirma que es el islamismo es una prolongación del desarraigo suburbano.

–Bueno…, esa es sólo una parte del problema. El problema de fondo es que las sociedades europeas han convertido el consumo, el confort, en «religiones» de sustitución. Hace años, un eslogan situacionista decía: «Única religión, el consumo». Ante esa pérdida de valores, el islamismo ofrece a los jóvenes de los suburbios un horizonte utópico en forma de cruzada. Quizá puede vencerse militarmente al EI, pero el veneno original es el islamismo. Paradójicamente, los bombardeos y las victorias militares refuerzan la propaganda islamista en los suburbios franceses y europeos.

–Si lo entiendo bien, el islamismo subversivo es muy atractivo para muchos jóvenes europeos, musulmanes primero, islamistas más tarde, atraídos por la «luz negra» de la propagación del crimen terrorista.

El islamismo es la forma más inquietante de la globalización, la mundialización del terror

–Los jóvenes nacidos en el seno de familias musulmanas piadosas se educan en la miseria social, en el desarraigo absoluto. El viaje iniciático a Yemen, a Afganistán, a Irak, a Siria, les ofrece un proyecto épico, propagar el yihadismo revolucionario; en los países árabes, primero; en Europa, después. Para ellos, sus crímenes tienen algo de batalla romántica contra los infieles que han explotado a sus padres.

–¿Qué hacer?

–Quizá el Estado francés lleva muchos años comportándose con una tolerancia que algo pudiera tener de desarme moral. Los poderes públicos franceses llevan años dejando que el islamismo continúe creciendo. Quizá se piensa que no todos los islamistas son terroristas. Quizá tras la tolerancia se abre una brecha que los yihadistas utilizan para enrolar a nuevos terroristas. No es tarea fácil combatir el proselitismo.

–Orwell anunciaba en «1984» el advenimiento de una tiranía universal totalitaria. Su «2084» anuncia el advenimiento del Estado totalitario islamista.

–Hay muchos paralelismos. El mesianismo totalitario. El deseo de controlar las almas y los cuerpos de los seres humanos. El racismo. El uso mesiánico del odio y el crimen, utilizados para conseguir objetivos políticos y diplomáticos.

–En su novela «La aldea del alemán» (El Aleph) establecía un cierto paralelismo entre islamismo y nazismo. Sin embargo, ciertos especialistas perciben en el terrorismo islámico una raíz nihilista, criminal, que viene del Dostoievski de «Los demonios», de naturaleza muy distinta al totalitarismo nazi, más «racional».

–Muchos islamistas pueden ser discípulos de los criminales nihilistas de la novela de Dostoievski. Pero el EI se comporta con la lógica imperial del nazismo. Para los islamistas, el uso del crimen es muy semejante al de los nihilistas rusos, una violencia ciega; pero esas acciones aisladas están orquestadas por estrategas islamistas que tienen como objetivo una visión imperial comparable al nazismo.

–Muchos criminales nazis eran personajes muy cultivados. Los terroristas islámicos son más bien bárbaros, incultos.

Quizá pueda vencerse militarmente al Estado Islámico, pero el veneno original es el islamismo

–No se equivoque. Hay islamistas que son gente cultivada. Muchos imanes son grandes retóricos; utilizan la oratoria con gran talento subversivo. La seducción de los jóvenes atraídos por el islamismo subversivo comienza por la retórica y la oratoria, que pueden tener una dimensión «encantatoria».

–Hay un conflicto policial, un conflicto militar y un conflicto religioso y cultural… ¿En qué «frente» es posible albergar alguna esperanza?

–Todos los «frentes» son complementarios. Los militares pueden seguir adelante con sus maneras de entender el conflicto, en Siria o en Irak. Pero recuerde usted los «Desastres de la guerra», de Goya. En el frente policial, Francia ha declarado el estado de excepción, se han realizado millares de redadas, se han descubierto armas, se han practicado detenciones. La lucha cultural y cívica requiere ser más combativos. El islam no está organizado y hay muchas versiones. Irán, Turquía, Arabia Saudí son grandes potencias musulmanas. Llevan años invirtiendo centenares de miles de millones de dólares en la propagación de diversas formas de islamismo. Y Europa lleva muchos años ciega hacia esa fuente de financiación. En Francia, en Europa, es necesario convencer a todos los musulmanes de lo esencial: tienen todo el derecho del mundo a ser musulmanes; pero han de aceptar la Ley que deben respetar todos los ciudadanos. Las sociedades europeas deben hacer un trabajo de largo aliento, en las escuelas, en las universidades, en los periódicos, en el mundo cultural.

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