Nostálgicos del leninismo en una manifestación en Rusia
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«Los enemigos del comercio III», por los laberintos del comunismo

Antonio Escohotado culmina el proyecto ensayístico «Los enemigos del comercio». Una obra imprescindible

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«¡Por la fuerza será arrastrada la humanidad a ser feliz!» Es la definitiva maldición del siglo XX. De esa consigna, formulada por Gorki como epopeya de la Revolución rusa, arranca la intuición central del volumen tercero de la obra magna «Los enemigos del comercio», una historia moral de la propiedad, a la que Antonio Escohotado (Madrid, 1941) ha consagrado su último decenio. El subtítulo de este grueso tomo conclusivo deja poco lugar a ambigüedades: «De Lenin a nuestros días». Y, aunque el autor no eluda recorrer los vericuetos de otros laberintos abiertos por el siglo del cual salimos, todas sus claves se condensan en una intuición hoy irrebasable: la Historia del siglo XX es la Historia del comunismo, la Historia de una descomunal tragedia que aún nos hiere. «Lenin no sólo fascina a sus bolcheviques, sino a Mussolini, Hitler y a un hornada de caudillos antiliberales». De ese clima nacerá el tiempo de las grandes matanzas.

Es la consumación, nos recuerda el autor, de un arquetipo aparentemente inagotable en la imaginación humana: el de las grandes finalidades de la Historia, ese sueño mesiánico de los hombres nuevos. Y «entre las sorpresas», escribe Escohotado, que le supuso ya dar curso a los volúmenes precedentes, «estuvo poder comprobar que el cristianismo no se opuso a la esclavitud ni a su transformación en servidumbre; que la alta Edad Media europea practicó consciente e incompartidamente el ideal antimercantil, que las revoluciones igualitarias surgieron en épocas de prosperidad relativa, no de miseria; que hubo numerosos y ejemplares experimentos comunistas en Estados Unidos; que el socialismo siempre fue democrático y cambiante, en contraste con lo invariable y elitista del comunismo; que el retrato de la industrialización hecho por la literatura romántica no es fidedigno; que el movimiento obrero jamás apoyó la Restitución en cuanto tal; que la jornada inglesa de ocho horas fue una iniciativa espontánea de empresarios alemanes y americanos; que la plusvalía o plusvalor no es una magnitud precisa, sino un malentendido sobre costes de producción; que Alemania nunca quiso la Gran Guerra; que el comunismo nunca superó el tercio del voto en unos comicios; que los planes de exterminio y esterilización a gran escala no nacieron con Hitler y Stalin, sino con el Nuevo Imperialismo de la Sociedad Fabiana…».

Quedaba lo que este tercer volumen deja ahora claro. Que si la Historia del siglo XX es la Historia del comunismo, la Historia del comunismo no es otra cosa que la Historia del estalinismo.

Matarlos a todos

La transubstanciación de una teoría de la Historia que se quiso materialista en una religión de suplencia asentada sobre el avance incontenible de la Historia hacia el fin de todas las desigualdades, esa fantasmagoría romántica, es una consecución indiscutible de Stalin.

Como profeta, el ciclo en el poder de Lenin fue muy breve. No ha pasado ni un año desde el octubre revolucionario, cuando Fanny Kaplan dispara sobre él. Sobrevive. Pero su degradación será vertiginosa. Hasta su pérdida total de control político en los dos años que preceden a su muerte.

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