ARTE

«Caminar; pensar; derivar», el movimiento se demuestra andando

La exposición se centra en el «desplazamiento» como base del trabajo de muchos autores

Detalle de una de las salas del CDAN, donde se celebra la muestra «Caminar, pensar, derivar»
Javier Montes

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El famoso relato epistolar de Petrarca sobre su ascensión al Mont Ventoux en 1336 sirve como uno de los hitos imaginarios para simbolizar el paso en Occidente de una cosmovisión medieval y teocéntrica a otra humanista y ya moderna : por primera vez el mundo inabarcable e incomprensible (salvo a los ojos de Dios) se volvió paisaje inteligible a escala humana. La mirada y el alcance de los pies domestican la Naturaleza y la reconfiguran según su compás.

Usar la carta de Petrarca como línea divisoria es un ejercicio mental parecido: erige un mojón, un alto en el camino que propone un mapa y una cartografía mental para organizar el pasado informe y la evolución intangible de las ideas. Y la propia «carta» de Petrarca fue en su momento algo parecido: aparentemente escrita a vuelapluma, recién vuelto de su excursión alpina, y en realidad cuidadosamente compuesta y corregida a lo largo de los años posteriores.

Todo esto da para hablar mucho: sobre arte, sobre ficción , y sobre la forma en que ambos son estrategias para rescribir el mundo y hacerlo inteligible. Hace ya más de diez años que el Artium de Vitoria proponía el texto de Petrarca como punto de partida de una exposición colectiva sobre el paisaje contemporáneo. Y ahora el CDAN , en Huesca, lo utiliza como primer paso de un paseo precisamente en torno al pasear como forma de hacer arte (o de huir de él). Sobre las muchas formas en que se puede «editar» la realidad con los pies , usarlos como vara de medir (y crear) espacios y territorios.

Padres de la disciplina

No faltan aquí «padres» de ese movimiento que se demuestra andando, de Hamish Fulton y Richard Long al Situacionismo y sus derivas. Y una genealogía del paseo entendido como una de las bellas artes, en realidad, podría proyectarse también hacia un pasado anterior a Petrarca, porque quizá entrasen en esta categoría, por ejemplo, los famosos petroglifos de Val Camonica , en Italia, que esquematizan los planos de los poblados y las tierras de labor que hubo allá hace 10.000 años. O los croquis de «walkabouts» o «vías de los cánticos» que los aborígenes de Australia usan para mapear y delimitar los recorridos entre los lugares claves de sus territorios. Caminando rápido llegamos también a las dadaístas visitas antiartísticas en grupo al descampado de Saint-Julien-le-Pauvre y otros lugares banales de la geografía de París.

Y a las caminatas campo a través de Breton y los suyos, a las que tanto debe la Teoría de la deriva de Debord, fundamental a la hora de entender todo un arte contemporáneo que usará después el caminar como forma de construir aventuras y situaciones : los paseos narrativos de artistas posteriores muy distintos, de Vito Acconci a Sophie Calle, Francis Alÿs , Bruce Nauman, Erika Tan o Ibon Aranberri, de Tony Smith al Smithson de Passaic: junto a Petrarca, compañeros de paseo imaginarios de los artistas que hoy echan a andar en Huesca.

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