Kressmann Taylor
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Ajuste de letrasParadero desconocido

Así se titula «la denuncia más rotunda contra el nazismo» en forma de libro, cuya historia rastreamos

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«Tienes que leer este pequeño libro de 1938», me dice uno de mis camellos preferidos. La edición en catalán que P acaba de terminarse se titula «Adreça desconeguda». En castellano, «Paradero desconocido». Es «una historia absolutamente perfecta», según la sentencia de «The New York Times» elegida para la portada. «La denuncia más rotunda contra el nazismo que se ha escrito nunca». Es corta, me insiste P, limpia, efectiva, original… No termina de elogiar la novela y yo ya la he encargado a una librería británica -la eficacia de Amazon-, sin darme cuenta de que RBA la tradujo en 2008.

Paradero desconocido es un intercambio epistolar entre el alemán Martin Schulse y el judío residente en Estados Unidos Max Eisenstein. Se aprecian y, cuando Schulse decide regresar a Alemania, Eisenstein se queda con la galería de arte que han abierto juntos en California.

La primera carta la escribe Eisenstein. «Querido Martin», le dice a Schulse, «¡cómo te envidio!». «Llegas a una Alemania democrática, a una tierra profundamente culta, donde la preciosa libertad política está en sus comienzos. Será una vida maravillosa. Tu nueva dirección no puede ser más sugestiva».

Las primeras cartas están fechadas a finales de 1932. Es la época en la que Hitler, a ojos de sus millones de seguidores, era un «hombre capaz de hacer milagros», según escribía el corresponsal Eugenio Xammar, cuyas crónicas desde Berlín están reunidas por Acantilado en dos libros. La época en la que Hitler, «con breves y sencillas palabras», prometía la «felicidad general», dentro de un «programa clásico de dictador».

«¿Quién es ese tal Adolf Hitler, que parece estar haciéndose con el poder en Alemania? -pregunta Eisenstein a su amigo-. No me gustan las cosas que leo de él». Schulse, que empieza a fascinarse por el «necio más sustancioso» que una vez describió Xammar, responde: «Creo que en muchos sentidos Hitler puede ser conveniente para Alemania». Como funcionario del nuevo régimen, Schulse se ha afiliado al nacionalsocialismo. En público no puede expresar ninguna duda. Ha aparecido un líder, exclama, y la gente vuelve a tener esperanza en «acabar con la miseria».

Schulse tarda cuatro meses en enviar una nueva carta. Lo hace en junio de 1933 para decirle a Eisenstein que deben interrumpir su diálogo epistolar porque la censura no le permite escribir a un judío. Puede perder su puesto de funcionario. Ahora Schulse ve la raza judía como «un dedo en la llaga para cualquier nación que le dé cobijo».

Los alemanes, con Hitler, son hombres libres y las medidas contra los judíos, necesarias: «Deben sufrir unos pocos para que se salven millones». Un mes después, Schulse insiste: «Somos crueles. Claro que somos crueles». Hitler es una espada en alto, «una luz blanca, pero ardiente como el sol del nuevo día». ¿Y qué es la libertad de expresión? «Es solo la oportunidad para cruzarse de brazos en la retaguardia».

Este intercambio estalla cuando Eisenstein envía tres cartas seguidas a su antiguo amigo. Está desesperado porque es incapaz de localizar a su hermana Griselle, que había viajado a Berlín para actuar en una obra. Le devolvieron la última carta que le envió a Griselle. El sobre estaba sin abrir, con un sello que decía «paradero desconocido». «Martin, ¿necesito pedirte que la busques, que la socorras?», le ruega Eisenstein. La intensidad de lo que se revela en las siguientes misivas no lo iguala ni la mejor película de acción.

La obra, que en su traducción al castellano apenas tiene 80 páginas, ha sido adaptada al teatro. Fue publicada por primera vez en 1938 en la revista «Story» y después fue editada en forma de libro. Vendió 50.000 ejemplares en Estados Unidos entre los elogios de la crítica, pero el avance nazi lo convirtió en Europa en un libro prohibido primero, olvidado después, durante sesenta años. Paradero desconocido fue reeditado en 1995 con motivo del cincuenta aniversario de la liberación de los campos de exterminio. En 1999 un editor francés lo convirtió en un éxito de ventas. Y después del francés el libro fue traducido al italiano, al catalán, al alemán, al noruego, al sueco, al portugués…

El libro está inspirado en la transformación ideológica que sufrieron unos alemanes que regresaron a su país tras haber vivido en Estados Unidos. Eran cultos e inteligentes, pero no toleraban críticas a Hitler. En un viaje a California se negaron a saludar a un amigo judío con el que se cruzaron. «¿Qué los había llevado a ese grado de crueldad?», se preguntó al presenciar esta escena la autora, Kressmann Taylor. Y escribió «Paradero desconocido». Kressmann Taylor es el seudónimo de «Katherine Kressmann». Aceptó cambiarse de nombre porque su editor y su marido la convencieron de que la historia «era demasiado dura para aparecer firmada por una mujer».

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