Detalle de retrato de estudio de Sorolla (Nueva York, 1909). Sebastián Cruset
Detalle de retrato de estudio de Sorolla (Nueva York, 1909). Sebastián Cruset - MUSEO SOROLLA

Sorolla, la mirada fotográfica de un pintor

El museo del artista cataloga sus más de 6.600 fondos fotográficos y exhibe una selección de 70 instantáneas que repasan tanto su vida como su trabajo

Madrid Actualizado: Guardar
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La fotografía tuvo un gran protagonismo en la biografía y la carrera de Joaquín Sorolla. Al igual que todos los pintores de su época (es el caso de los impresionistas), se interesó por un medio revolucionario que le servía para observar los detalles que el ojo humano no puede percibir. Según su bisnieta Blanca Pons Sorolla, «siempre le interesó la fotografía», como demuestra la importante colección que atesoró y que se conserva en el Museo Sorolla. Más de 6.600 instantáneas de los más célebres fotógrafos: Clifford, Laurent, Franzen, Alfonso, Campúa... En 1983, el museo comenzó a ordenar este legado (positivos antiguos, placas de vidrio, rollos de celuloide...) y, a partir de 2001, se puso manos a la obra en su catalogación.

En los últimos años, gracias a la ayuda económica de la Fundación Barrié, se ha culminado el proyecto. A finales de junio estará disponible en la web.

Sorolla, trabajando a pleno sol en la obra «Niños en la playa» en Valencia (1917). Anónimo
Sorolla, trabajando a pleno sol en la obra «Niños en la playa» en Valencia (1917). Anónimo - PHILADELPHIA MUSEUM OF ART

En 1909 la exposición de Sorolla en la Hispanic Society de Nueva York fue un éxito clamoroso. En apenas un mes fue visitada por más de 160.000 personas. Vendió 150 obras. Ello llevó a que los principales fotógrafos norteamericanos del momento quisieran que posara para ellos: George Harris & Marta Ewing, William M. Hollinger, Rober H., A. Cooper, Sebastián Cruset... En la mayoría de las instantáneas posa serio, viste muy elegante y mira a la cámara fija e incisivamente. Es muy fotogénico. Pero, lejos de mostrar arrogancia, López Mondéjar destaca su humildad. Firmado por Gertrude Käsebier, cuelga en la muestra su retrato más desconocido e inquietante: posa de perfil y luciendo gabardina.

En 1920 Sorolla sufre un ataque de hemiplejia. Dos años después, le vemos, ya con evidentes signos de su debilitada salud, en la boda de su hija Elena, inmortalizado por la cámara de Campúa. Pero fue el jerezano Diego González Ragel quien le retrató en su etapa final. Como en los matrimonios de toda la vida, ni siquiera la muerte le separó de la fotografía, que tanto amó. Joaquín Sorolla falleció el 10 de agosto de 1923. Alfonso le retrató de cuerpo presente y sus exequias fueron inmortalizadas por los principales fotógrafos.

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