Guillermo Solana, ante «El Paraíso», de Tintoretto, una de las joyas del Museo Thyssen
Guillermo Solana, ante «El Paraíso», de Tintoretto, una de las joyas del Museo Thyssen - JOSÉ RAMÓN LADRA

Guillermo Solana: «Detesto a Mona Lisa»

El Museo Thyssen celebrará el 8 de octubre su XXV aniversario. Su director artístico hace balance y nos cuenta los proyectos para el futuro

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Lleva ya doce años al frente del Museo Thyssen. Guillermo Solana (Madrid, 1960) dejó la Universidad y la crítica de arte para tomar las riendas de la pinacoteca, en sustitución de Tomás Llorens.

—Además de director artístico, debe ser un hábil diplomático. El Museo Thyssen es un complejo juego de equilibrios: Ministerio de Cultura, familia Thyssen, la baronesa, el Patronato de la Fundación... «Juego de Tronos» es un parque infantil a su lado.

—Todas esas partes se entienden.

Don Juan Carlos y Doña Sofía inauguraron el Museo Thysen el 8 de octubre de 1992. En la imagen, con los barones Thyssen y Jordi Solé Tura ABC
Don Juan Carlos y Doña Sofía inauguraron el Museo Thysen el 8 de octubre de 1992. En la imagen, con los barones Thyssen y Jordi Solé Tura ABC

—Nadie lo diría... [Basta con consultar la hemeroteca y ver los tira y afloja que ha habido en estos 25 años]

—A veces se ha interpretado como una competencia entre la baronesa y Francesca (hija del barón Thyssen), pero el Patronato siempre ha funcionado por unanimidad.

Jamás se vota nada. Hay consenso. Todos tienen la conciencia de que están en el mismo barco.

—Pues a veces ese barco se ha parecido bastante al Titanic.

—Como el lema de París, «Fluctuat nec mergitur» (fluctua, pero no se hunde). El Titanic era gigantesco y se hundió, el Thyssen es pequeño pero insumergible.

—Hablando de naufragios, ¿en estos 25 años no ha habido goteras en las salas del museo? Sus vecinos (Prado y Reina Sofía) casi se ahogan...

—Que yo sepa no. Si se ha inundado, no me lo han dicho. Estarán bien hechas las cubiertas.

Carmen Thyssen se encadenó a un árbol del museo al grito de «¡No a la tala!»
Carmen Thyssen se encadenó a un árbol del museo al grito de «¡No a la tala!» - CHEMA BARROSO

—¿Es Tita la «marca Thyssen»?

—Es el rostro con el que se identifica al museo.

—Cierto. Es su mejor campaña de marketing. Si no existiera, habría que inventarla. Pero también le ha dado más de un quebradero de cabeza.

—La baronesa le da al museo una personalidad, un perfil humano. A través de ella, el museo está un día contento, otro triste, otro enfadado...

—¿Es bueno que se mimetice tanto un museo con una persona?

—Es bueno al cien por cien.

—El Museo Thyssen fue una fórmula pionera en muchos aspectos.

—Sí. Por ejemplo, el alquiler de espacios para eventos. En el 92 sonaba raro y hoy lo hace todo el mundo. También ha sido pionero en la política de exposiciones. Se nos ha acusado de ir más allá de lo decoroso, pero el Prado creo que prepara una exposición de Balenciaga. En muchas cosas este museo rompió el hielo, abrió el camino sobre lo que se podía hacer en un museo público.

Para promocionar la exposición «Lágrimas de Eros», se vendieron preservativos en la tienda del museo
Para promocionar la exposición «Lágrimas de Eros», se vendieron preservativos en la tienda del museo - ABC

—Bueno, en la tienda se vende jamón de Jabugo y hasta hubo preservativos.

—Delicathyssen es una iniciativa comercial de nuestra tienda. Los preservativos fue una idea más o menos loca que tuvimos la baronesa y yo para promocionar una exposición.

—Y arriesgada...

—Tita me lo planteó y me pareció bien.

—¿Se lo afeó el Ministerio?

—En aquel momento sí nos lo afeó la ministra Sinde. Fue la etapa más tormentosa para mí. El Ministerio no entendió cómo funcionaba esta institución. Eran complicados los Patronatos con tanta tensión y caras de perro. Se me hostigó muchísimo. La exposición de Eros, que era más bien pacata, dijeron que era pornográfica.

—Y, hablando del Ministerio de Cultura, ¿se siente injustamente tratado respecto al Prado y el Reina Sofía? ¿Es el Thyssen el patito feo del Paseo del Arte? El Prado ha aumentado su partida estatal un 1,8%, el Reina Sofía, un 3,7% y el Thyssen ha bajado un 13%...

—En años anteriores nos subieron mucho la asignación respecto a esos museos. Desde el principio se pensó en un museo que debía tender a autofinanciarse y se ha cumplido. Nuestro déficit estructural [entre 5 y 6 millones de euros] no ha variado en estos 25 años.

—¿Cuál es la autofinanciación?

—En torno al 78%.

—¿El Thyssen es rentable?

—No tiene por qué serlo.

Una de las joyas de la colección de la baronesa Thyssen, «La esclusa», de Constable, fue vendida
Una de las joyas de la colección de la baronesa Thyssen, «La esclusa», de Constable, fue vendida - ERNESTO AGUDO

—¿Por qué no son atractivos los museos españoles para el Ibex 35?

—Han cambiado las prioridades de las grandes corporaciones por patrocinios sociales. Y la crisis lo ha reforzado. El etiquetado de la alta cultura como elitista, en el mal sentido, se ha acentuado con la erosión del paradigma de la Transición. ¿Cómo se vería hoy la llegada de la colección del barón Thyssen? Habría una controversia mucho más intensa y feroz que la que hubo en el 92.

—¿Lo dice por Podemos?

—(Silencio)

—Pero fue una ganga.

—Lo fue. [El Estado pagó 44.100 millones de pesetas en calidad de compensación a los herederos]. El valor de mercado sería 10 ó 15 veces superior.

—¿Se siente respaldado por el Patronato?

—Siempre. Francesca expresó sus reservas con mi nombramiento, pero lo aprobó. Se hizo por unanimidad. Eso sí, no se toma ninguna decisión estratégica del museo sin la opinión del Patronato. Nuestra responsabilidad es limitada. Trabajamos a sus órdenes. Pero pide y censura muy poca cosa.

—¿Es positivo que haya tanta injerencia de un Patronato en un museo?

—Frente a otros museos públicos, más a merced de los cambios ministeriales en otro tiempo, este museo ha tenido mayor estabilidad gracias a que el Patronato es fuerte y está cohesionado.

Collar de Cartier expuesto en una exposición que le dedicó el museo a la firma de joyería
Collar de Cartier expuesto en una exposición que le dedicó el museo a la firma de joyería - BELÉN DÍAZ

—Parte de la programación expositiva ha sido muy discutida: Bulgari, Cartier, Vogue, Testino... ¿La baronesa ha metido mano en ellas?

—Solo una vez expresó su deseo de hacer una exposición:la de Bulgari. A Testino le pedí una muestra de retrato fotográfico, pero él propuso hacerla sobre el desnudo y la moda.

—¿Se arrepiente de alguna?

—En absoluto.

—Se le acusa de todo lo contrario que a Manuel Borja-Villel en el Reina Sofía: de que las exposiciones del Thyssen son demasiado populares, que buscan tirón mediático.

—Un día me dijo Miguel Zugaza:«No puedes hacer una muestra de Cartier en el Thyssen». Le dije que Cartier es para el Thyssen lo que Muntadas para el Reina Sofía. Cada museo tiene su perfil. En el Reina Sofía no habría hecho Cartier ni Testino. Lo mejor para este museo es un menú variado.

La exposición de Antonio López fue una de las dos más visitadas en la historia del museo
La exposición de Antonio López fue una de las dos más visitadas en la historia del museo - ERNESTO AGUDO

—Antonio López es un fácil reclamo de visitantes...

—Me gusta y le gusta a mucha gente.

—En cierta ocasión dijo que el Paseo del Arte era el Salvaje Oeste. ¿Se atreve a ponerle nombre a Billy el Niño? ¿Hay competencia desleal?

—Tuve un conflicto con CentroCentro del Ayuntamiento de Madrid [una exposición de Kandinsky]. Hay competencia, pero es legítima.

—Ha enterrado el hacha de guerra...

—No se puede estar siempre en pie de guerra. Todos tenemos derecho a buscar nuestro propio nicho.

—Pero los hay muy similares, como Thyssen y Fundación Mapfre.

—Cada entidad tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Unas tienen más dinero y otras más colección. Los dos son importantes para hacer exposiciones internacionales. Nosotros no tenemos mucho presupuesto, pero sí una magnífica colección que nos permite hablar de tú a tú con entidades mucho mayores y más importantes que nosotros.

—En el primer semestre de este año ha bajado el número de visitantes un 28% (390.970). ¿A qué lo atribuye?

—El año pasado por estas fechas hubo «Realistas de Madrid», una exposición de las más visitadas. Confío en que con la programación del otoño, en especial con «Picasso/Lautrec», tendremos un gran éxito. Mantener el millón de visitantes para este museo es muy difícil. Si bajamos a final de año a 800.000, no pasa nada.

—¿No sería un fracaso?

—Sería una pequeña dificultad económica, porque suele traer aparejado más déficit. Pero no puedo estar más contento de las exposiciones de este año. Después haremos «Sorolla y la moda», Vasarely, «Monet y Boudin», Irving Penn y Beckmann. En 2019, impresionismo y fotografía. Estoy planeando una exposición con Antonio López como co-comisario sobre la pintura de la realidad a través de la Historia. En 2020 habrá retratos de Rembrandt y sus contemporáneos.

La segunda exposición más visitada en los 25 años del museo fue la de Hopper
La segunda exposición más visitada en los 25 años del museo fue la de Hopper - IGNACIO GIL

—El Patronato es reacio a cobrar por llevar al extranjero obras de la colección, algo que hacen Prado y Reina Sofía. ¿Va a insistir?

—Sí. Es una contribución a la sostenibilidad del museo. Si se puede hacer, y se hace bien, sería estupendo. Pero no es mi prioridad.

—¿Funciona la entrada única?

—El año pasado funcionó muy bien. Una exposición tira de otra. Y en ingresos no ha supuesto una merma.

—¿Veremos la colección de Francesca de Habsburgo algún día en el museo?

—Ya ha habido piezas y habrá más. Quiero tener este otoño en el museo, y ella nos lo ha prometido, el retrato del barón de cuerpo entero que le hizo Lucian Freud. Y me gustaría que cada año, con motivo de ARCO, hubiera una pieza o instalación de su colección.

—Uno de los retos de los museos es atraer al público joven.

—Es necesario, pero no estamos obsesionados con el público joven.

—¿Qué le falta al Thyssen para conectar con los visitantes?

—Nada. El año pasado un 6,6% de los turistas extranjeros que pasaron por Madrid vinieron al Thyssen. Pero las prioridades del turismo mundial no son los museos. Al turista que va con un turoperador a ver la «Mona Lisa» al Louvre no lo considero un visitante de museos, sino alguien con sed de ver celebridades. Detesto a Mona Lisa.

—No me diga que le haría ascos a tener «La Gioconda» en su museo.

—No la quiero. Lo distorsionaría todo.

«Retrato de Giovanna Tornabuoni», de Ghirlandaio, una de las joyas del museo
«Retrato de Giovanna Tornabuoni», de Ghirlandaio, una de las joyas del museo - MUSEO THYSSEN

—Disculpe, pero no le creo.

—A mí me gusta muchísimo más nuestra Giovanna Tornabuoni que Mona Lisa. ¡Dónde va a parar! Los que vienen a ver a Giovanna lo hacen con más cabeza y criterio que los que van en rebaño a ver a Mona Lisa.

—Se ha prorrogado hasta el 31 de diciembre la negociación de la colección de la baronesa. ¿Qué aporta al museo?

—Es muy importante para el museo porque es la prolongación natural de la del barón. En impresionismo, la colección de Tita es más numerosa y rica que la del museo. En expresionismo alemán es muy digna, y en paisaje del XIX francés, pintura americana del XIX... Hay que dar estabilidad a ese depósito (podría ser de 10 años) y flexibilidad para llevar la colección a museos de todo el mundo. Y ambas cosas están a punto de conseguirse en un nuevo acuerdo.

—¿Saldrán del depósito obras maestras? Gauguin, Monet, Degas...

—No sé. No he participado en la negociación.

—Si por estatuto están obligados a exhibir el 90% de la colección del barón, si no se llega a un acuerdo con la baronesa y se lleva su colección, ¿cómo se llenaría el museo que se amplió con dos edificios anexos?

—Redistribuyendo la colección. Pero no es una posibilidad con la que estemos trabajando.

—¿Qué relación tiene el Museo Thyssen con los de la baronesa en Málaga, Andorra y Sant Feliu de Guíxols? [Ayer anunció que este último abrirá en 2020 con 400 obras de pintura catalana]

—Ningún museo o espacio creado por Tita ha supuesto un céntimo de gasto al Museo Thyssen. No son franquicias.

—¿Tiene fecha de caducidad su cargo?

—No. Hasta que se cansen de mí.

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