Sijena: orgullo de historia

Así se vive en Villanueva de Sijena el regreso del arte que se le hurtó, riqueza histórica en tierras de los oscenses Monegros

Dos jóvenes monjas, ante la portada de la iglesia de este monasterio fundado a finales del siglo XII Fabián Simón
Roberto Pérez

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Villanueva de Sijena es un pueblo con orgullo de historia. Enclavado en los Monegros oscenses, junto al río Alcanadre, en este pueblo viven actualmente unos 400 habitantes, allí nació el ilustre Miguel Servet en 1551 y fue uno de los protagonistas enclaves de la realeza aragonesa. En su histórico monasterio se espera la llegada de las 46 obras de arte del tesoro del que se vio despojado por Cataluña en 1970. Y a sus muros han de reintegrarse también, por orden judicial, las valiosas pinturas románicas que fueron arrancadas en las primeras semanas de la Guerra Civil, días después del asalto a sangre y fuego cometido en las incursiones de columnas anarquistas. Una primera tanda de esas pinturas murales fue arrancada directamente con el patrocinio de la Generalitat republicana en 1936; el resto, en 1960. El destino de esas joyas pictóricas del románico, el barcelonés Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), al que ahora le toca devolverlas.

La riqueza artística de Sijena no fue casual, sino fruto de la íntima vinculación del monasterio a la Casa Real y a la nobleza aragonesas durante siglos, desde su fundación en el XII. El convento sigue vivo gracias a una nutrida comunidad de Monjas de Belén , depositarias de este cenobio originariamente de monjas sanjuanistas. Ahora son 25 las hermanas que habitan entre sus muros, y no escasea la juventud entre sus integrantes.

Alegría en el cenobio

ABC visita el monasterio apenas unas horas después de que el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo , ordenara a la Generalitat que cumpla con la orden judicial que le obliga a devolver al completo el tesoro de Sijena . A la pregunta de rigor, la priora contesta con medida corrección: «Sentimos con alegría todo lo que pueda favorecer la vida de este monasterio y todo lo que sea bueno para el pueblo y la comarca». «Desde 1985, año en que llegamos las Monjas de Belén , nos hemos empeñado no solo en que el monasterio sea habitable sino también visitable, y hemos colaborado mucho con las autoridades de Patrimonio en ese sentido», explica. Mantener viva la historia y el arte de este enclave es una de las tareas que -cuenta la priora- han asumido como propia, «pero al mismo tiempo velando por que se respete nuestra regla de vida monástica , y sin duda hacer compatible todo ello es un reto».

Esta comunidad vive dedicada a la oración y al trabajo artesano . Cada una de estas monjas pasa la mayor parte del tiempo en soledad y habita en una «ermita», una suerte de minicasas de austeridad rotunda construidas dentro del recinto. «Llevamos una intensa vida de soledad , pero de forma comunitaria», nos explica otra de las hermanas, una joven madrileña licenciada en Magisterio que, a los 32 años, decidió ingresar en este histórico convento y satisfacer así su íntima vocación religiosa que -confiesa- tenía desde la infancia.

El frío es rotundo en el cenobio, pero no borra las sonrisas, como la del risueño rostro de otra joven monja que asoma durante la charla con ABC. Es una valenciana que bromea con el contraste térmico entre este rincón de Aragón y su originaria costa levantina.

Para la modesta economía y la entregada espiritualidad de esta comunidad, la calefacción es un lujo que se administra en muy pequeñas dosis. Bien distinto a lo que ocurre en las dependencias del monasterio habilitadas por el Gobierno aragonés , dedicadas a albergar las obras que han vuelto de Cataluña y las que aún están por llegar. Son dependencias del histórico cenobio, pero convertidas en museo. Allí hay atmósfera controlada en pro del arte, y eso incluye una suave y estable temperatura todo el año, día y noche.

Un revulsivo para el pueblo

En el pueblo, el vecindario festeja el triunfo legal. «A muchos les han saltado las lágrimas al conocer la orden para que vuelva al completo el tesoro de Sijena», explica el alcalde, Ildefonso Salillas . En Villanueva de Sijena, una aplicación permite recibir los bandos en los teléfonos móviles del vecindario. Y así se dio cuenta de la orden de regreso del tesoro de Sijena. «Lo estamos viviendo con una tremenda alegría, es muy emocionante después de tantos años transcurridos de expolios y de estafas», explica Salillas mientras enseña los abundantes documentos que ha hecho valer el abogado Jorge Español para vencer a la parte catalana en este larguísimo pleito. Entre esos documentos, una carta recibida por Jordi Pujol y que le vincula con aquel viscoso e ilegal trasiego de obras de arte.

El expolio del monasterio es una herida abierta en la memoria colectiva de los vecinos. Desde hace 80 años, no solo han visto cómo se había ido amputando ilegalmente su patrimonio histórico, sino también su potencial de futuro. El arte y la historia atraen turismo y es fuente de riqueza para pueblos que, como es el caso, han sufrido de lleno el zarpazo de la despoblación. «Cuando en el verano de 2016 regresó una parte de las piezas lo notamos muchísimo en el número de visitantes», cuenta María Jesús Saba , que regenta el coqueto restaurante del pueblo « La Bodega ». «Está claro que el patrimonio artístico también mueve la economía», indica. Pero, sobre todo, «se ha hecho justicia y eso es una alegría tremenda», concluye.

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