La obra del artista William Kentridge ocupa 550 metros y será inaugurada el 21 de abril
La obra del artista William Kentridge ocupa 550 metros y será inaugurada el 21 de abril - ABC

Una «Capilla Sixtina» a orillas del Tíber

Es una gigantesca obra de arte urbano, con 90 figuras en 550 metros, realizada por el artista sudafricano William Kentridge y que será inaugurada el próximo 21 de abril, fecha en que se conmemora el aniversario de la fundación de Roma

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Muchos lo llaman la «Capilla Sixtina» a orillas del río Tiber. Se trata de un gigantesco mural de 550 metros, con los héroes, emperadores y otros destacados personajes de la historia de Roma. Es el mayor proyecto de arte al aire libre de la ciudad eterna que se haya realizado en décadas. La obra es del conocido artista sudafricano William Kentridge, director teatral y de películas de animación. Será inaugurada el 21 de abril, fecha en que se conmemora el aniversario de la fundación de Roma, que cumple 2.770 años.

Son noventa las figuras enormes -casi 10 metros de altura- que aparecen como en una gigantesca procesión en las murallas del río Tíber, entre los puentes Sixto y Mazzini.

Está pintada la loba que, según la leyenda, amamantó a Rómulo y Remo, los míticos fundadores de Roma; emperadores como Marco Aurelio; el genio de Miguel Ángel. Hay también figuras de la más reciente historia de Roma, incluyendo el dictador Benito Mussolini; y Marcello Mastroianni con Anita Ekberg, protagonistas de la escena inolvidable de la Fontana di Trevi en «La dolce vita» de Fellini.

«Triunfos y lamentos»

El proyecto se denomina «Triunfos y lamentos». «Cada historia de esta obra épica tiene su parte negativa; a cada triunfo corresponde un lamento. Los triunfos de Roma son el genio de Miguel Ángel, la exuberancia escénica de Bernini; los lamentos son sombras que se insinúan en la historia, como el homicidio de Aldo Moro o el eco de la marcha de los prófugos hacia Lampedusa», explica William Kentridge, que está realizando una de las obras de arte urbano más grandes del mundo.

Kentridge y su equipo han removido la suciedad y contaminación que se habían acumulado a lo largo de los años en las paredes de piedra junto al río Tíber. Se sabe que esta obra está llamada a desaparecer, porque solo durará unos siete años. Pero, mientras tanto, servirá para atraer turistas y apasionados del arte urbano, explica con entusiasmo el ministro de Bienes Culturales, Dario Franceschini. «La obra es extraordinaria. Contribuye en primer lugar a acercar Roma a su propio río. Además es una gran obra de arte contemporáneo en el corazón de la antigüedad. Confío en que servirá de reclamo turístico, teniendo en cuenta también que es una obra de arte efímera que el tiempo cancelará».

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