Entrada del Ateneo Español de México
Entrada del Ateneo Español de México - ABC

Ateneo Español de México: la memoria del exilio lucha por sobrevivir

El centro de documentación sobre la expatriación más importante del mundo se halla en peligro de extinción por falta de fondos

CORRESPONSAL EN CIUDAD DE MÉXICO Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Va a hacer 77 años que el «Sinaia», el primer barco cargado con refugiados de la Guerra Civil española, llegó a las costas de Veracruz procedente de Francia. En él iban 1.681 personas entre las cuales se encontraba el poeta Pedro Garfias, quien describió desde cubierta el «delgado junco –de acero fiel–» que iba uniendo a España con México. Más de 20.000 españoles llegarían en los años siguientes, empujados por la decisión insólita del presidente Lázaro Cárdenas de acogerlos sin condiciones. Con ellos vino una pléyade de escritores, filósofos y artistas que, a falta de patria libre, habría de iluminar el mundo cultural mexicano.

Aquí fundaron colegios y centros culturales, con el fin de tener trabajo pero también de continuar proyectos, investigaciones e ideas que empezaron a quedar truncas un día del verano del 36.

De las escuelas, solo sobreviven el Colegio Madrid y el Instituto Luis Vives; del resto de instituciones, el Ateneo Español de México, fundado en 1949. A duras penas.

El pasado diciembre, Carmen Tagüeña, su presidenta, lanzó un grito de auxilio a través de la prensa: el Ateneo, actualmente el centro de documentación sobre el exilio más importante del mundo, con casi siete mil títulos y miles de originales integrados por fotografías, pasaportes, folletos y publicaciones de la época, está en peligro de extinción, agobiado por sus magras finanzas.

De sus casi 2.000 socios, cuenta Tagüeña a ABC, los que pagan –una cuota de mil pesos al año, poco más de 50 euros– no llegan a 200. Con eso y los casi 6.000 euros que aporta anualmente el Ministerio de Empleo y Seguridad Social de España no les llega para mantener los sueldos de la bibliotecaria, una secretaria, una becaria y un conserje. «Necesitamos al año el triple de lo que tenemos». En su auxilio acudió pronta la Secretaría de Educación Pública mexicana, pero, aclara Tagüeña, su aporte es solo para proyectos puntuales, por ejemplo la digitalización de archivos.

Tras la crisis económica, que los dejó sin los fondos que recibían de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo, se han mantenido a flote «de una manera muy discreta» gracias a la Universidad Nacional de Educación a Distancia y la Consejería de Educación de la Embajada Española, con quienes comparte sede en una espléndida casona porfiriana de la Ciudad de México.

«Tribuna libre y puerta abierta»

Carmen, hija del general Manuel Tagüeña, quien comandaba a las tropas republicanas en la batalla del Ebro y organizó la retirada a Francia y quien más tarde renegaría del comunismo tras vivir en el Moscú de Stalin, recuerda que con la llegada de la democracia en España, muchas de estas asociaciones republicanas acabaron, pero no así el Ateneo. «No cierra porque desde el principio nunca tuvo un cariz político, sino cultural», explica. «Régimen de tribuna libre y puerta abierta», era su lema.

Para España, el recuerdo de los «transterrados», como los llamó José Gaos, es una oportunidad de recuperar los aciertos del pasado, entre ellos, dejar a un lado la lucha fratricida. «La inmigración española», recuerda Tagüeña, «se tiene que someter a las leyes mexicanas, que prohibían meterse en política». So pena de aplicárseles el artículo 33 de la Constitución, los republicanos de la Guerra hubieron de prosperar al margen de diferencias ideológicas. El destierro español es hoy una red de sangre fundida en el país de acogida. El «hilo fino» entre España y México al que cantó Garfias es hoy una red de hijos, nietos, bisnietos y tataranietos entretejida en el presente mexicano. El Ateneo es su memoria.

Ver los comentarios