Ropberto Fernández Díaz y su libro sobre Cataluña
Ropberto Fernández Díaz y su libro sobre Cataluña - Maya Balanya
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«El Tricentenario no ha aportado nada nuevo a la historia de Cataluña»

Roberto Fernández Díaz, rector de la Universidad de Lérida, revela cómo la ideología condicionó el relato de algunos historiadores

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Muchas son las versiones publicadas sobre los orígenes y motivaciones reales del nacionalismo catalán. Casi con los últimos balazos de la Guerra de Secesión nacieron distintas versiones del conflicto que el libro «Cataluña y el absolutismo borbónico» (Libros de Historia) repasa hoy para encontrar el justo medio. Para dar a cada testimonio el valor que realmente merece.

Su autor, Roberto Fernández Díaz (Hospitalet de Llobregat, 1954), vivió una infancia adoctrinada por el franquismo donde -asegura en el mismo prólogo- le enseñaron «una historia de España que era sencillamente mentira». Aunque sacaba buenas notas en aquella asignatura llamada «Formación del espíritu nacional», la narrativa inconsistente del régimen le empujó a estudiar Historia una vez cumplida la mayoría de edad.

Ahora -como rector de la Universidad de Lérida- presenta un libro que revisa el trabajo de otros historiadores.

Fernández habla en sus páginas de una «visión victimista en gran medida basada en el agravio y que valida la idea de permanente conflicto entre Cataluña y el Estado español, situando la carga de la culpa en un ente coloquialmente llamado Madrid». El paradigma de esta visión fue el simposio organizado por la Generalitat en diciembre de 2013, titulado: «España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014)»

Pero «Cataluña y el absolutismo borbónico» no pretende derribar mitos a cambio de levantar murallas de crispación. «Trato de demostrar que la Cataluña del XVIII perdió su régimen político tradicional en la Guerra de Sucesión, pero que al mismo tiempo fue un siglo extraordinariamente bueno para ella -asegura-. Esto se debió sobre todo a tres cosas. Primero, a un bonanza económica mundial. Segundo, a la iniciativa de la sociedad catalana. Y tercero, a que las clases dirigentes de esa sociedad dialogaron con el reformismo borbónico, que era absolutista, pero también reformista».

Haciendo un resumen un tanto grueso, el libro analiza «cómo han tratado los historiadores el siglo XVIII catalán y cómo la ideología ha influido en el tratamiento de los historiadores». Durante muchos años, el argumentario independentista defendió que Cataluña quedó asfixiada económicamente después de la Guerra de Secesión. Aunque sí hubo un cambio en las relaciones con el resto de España, «esa pérdida -insiste Fernández Díaz- no impidió que Cataluña tuviera un gran desarrollo económico, social y político».

Después de 32 años como docente, Fernández cree que las cosas han cambiado para bien y que cada vez se enseña mejor la historia. «Lo creo de verdad. Creo que cada vez tenemos más conocimiento objetivo de la historia de España y de Cataluña y que los profesores cada vez la enseñan mejor». Sin embargo, desde su punto de vista aún falta por librar el «combate por la ecuanimidad» de los historiadores. «Es fundamental. El historiador no puede ser un elemento de adoctrinamiento de nadie. El historiador no juzga el pasado, el historiador se encarga de reflexionar para entender el pasado a partir de los hechos».

Más que una enumeración de batallas, hitos y mitos, «Cataluña y el absolutismo borbónico» es una defensa del método científico a la hora de tratar la historia. En los últimos años se ha escrito mucho sobre los orígenes del independentismo catalán aprovechando su presencia en los informativos.

Un gran peligro

Se ha desatado una lluvia de títulos no siempre ecuánimes. «El oficio de historiador al servicio del poder, de cualquier poder, económico, social o político, tiene un gran peligro y puede servir no para la paz sino para la guerra, no para la conciliación, sino para el rencor», advierte el rector.

Una de las cuestiones que más se han criticado del Gobierno de Artur Mas fue la manera que tuvo de gestionar las celebraciones del Tricentenario. Para esta efeméride, el presidente de la Generalitat se puso en manos de periodistas afines dando la espalda a los historiadores. «El Tricentenario no ha aportado nada nuevo a la ciencia histórica respecto a la Cataluña del XVIII -lamenta Fernández-. Ha sido un ejercicio de política llevado por periodistas, que yo no juzgo, pero desde el punto de vista de un historiador el Tricentenario no ha aportado nada».

¿En Cataluña se adoctrina o se ha querido exagerar? «Yo creo que se ha adoctrinado, pero como se ha hecho en otros sitios -matiza-. Por ejemplo, en las escuelas durante el franquismo se adoctrinó extraordinariamente. Se ha adoctrinado, pero menos de lo que alguna gente quiere hacer ver». Como tantas otras veces, la virtud está en el término medio.

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