Luis del Olmo durante su intervención ante un abarrotado recinto
Luis del Olmo durante su intervención ante un abarrotado recinto - C.CH.
CULTURA

El bello arte de la palabra

Luis del Olmo se convierte en miembro de la Academia de Artes de Santa Cecilia de El Puerto

El Puerto de Santa María Actualizado: Guardar
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Su voz grave enmudece a su audiencia. Una voz particular, característica y familiar, porque como el propio Luis del Olmo afirma se ha llevado media vida como profesional de la radio y la otra media hablando de la radio. Y como voz de la radio su discurso, como nuevo miembro de la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia de El Puerto de Santa María, no podía versar sobre otra cosa que la palabra.

En un marco incomparable, como es la piedra del castillo de San Marcos, Luis del Olmo se ha convertido en un académico que quiso mostrar el bello arte del contar, del decir y de todo lo que muestra y oculta la palabra. Lo ha hecho de manera extensa y haciendo un recorrido que ha llevado al público asistente, que llenó el espacio, por diferentes caminos en los que ha expuesto la capacidad de comunicación del mundo vegetal y animal, repasando desde que nació hasta que llegó a ser la piedra angular de la sociedad, porque como ha sentenciado «sin comunicación no hay vida».

Y de ahí ha llevado a los asistentes hasta el poder de las palabras y cómo a veces se utilizan para vencer y lo que es «más peligroso convencer». No ha querido pasar de puntillas por este asunto y expuso la utilización de las palabras por parte de dictadores y de aquellos que han querido controlar al pueblo y la importancia a la vez de la comunicación, de la palabra para deshacer esos discursos.

Y no podía pasar por la propia comunicación sin hacer un repaso de la radio, pasando de su historia y como nace y evoluciona hasta llegar a su conversión en gran medio de masas. Sus primeros pasos, el surgir de los diferentes programas y la relación que surge entre el comunicador y sus oyentes. Sus épocas de control por parte de los Gobiernos y la explosión que supuso la llegada de la democracia para la radio española.

Y de ahí ha ahondado en esa estrecha relación entre la audiencia y el que habla, exponiendo que el que habla «debe escuchar más, mientras que el que escucha debe hablar más». De esa manera ha distinguido entre la credibilidad de un comunicador que debe ser más mediador, de aquella radio que se convierte en medio de propaganda para lanzar mensajes sin buscar la base de la comunicación: el diálogo con el otro.

Por ello ha terminado elogiando a la que denominó como 'radio de la libertad', aquella que es fiel con la verdad y comprometida ante cualquier grupo de presión. «La radio se ha salvado en este país, porque ha habido un grupo de profesionales que la han amado por encima de todas las cosas». Así expuso la esperanza de que los que cogen el testigo lo hagan a través del camino dejado.

Ha concluido destacando al periodismo que lucha contra los que odian la libertad y como el periodista transmite el mensaje de la libertad. «No hay libertad sin libertad de expresión».

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