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Martín Vila discute con Ignacio Romaní y José Blas Fernández ante la mirada de Martínez y Colombo. - F. J.

La oposición pide la dimisión de Camelo en otro Pleno lleno de crispación

La sesión tuvo que suspenderse después de un incidente con el público, que estuvo precedido por una discusión a gritos entre Romaní y Martín Vila

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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En el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Cádiz, sobre el cuadro del Jefe del Estado (Su Majestad Felipe VI) hay un cuadro en el que Hércules agarra de la guedeja a dos leones para separarlos. Hubo un momento, en la celebración del Pleno de este viernes, que parecía que ni el mismo Hércules (fundador y dominador de Cádiz, según reza en el escudo de la ciudad) iba a poder separar al alcalde accidental Martín Vila y al portavoz del grupo popular, Ignacio Romaní, enfrascados en un diálogo de sordos en el que cada vez alzaban más la voz.

Fue el momento más tenso de un Pleno en el que lo más destacable fue la aprobación del proceso de municipalización del servicio de playas y la constatación de la brecha abierta en el seno de la Fundación de la Mujer.

Sorprende la contradicción de que, pese a la inestable situación del Pleno, la tensión de la sesión no viera su reflejo a la hora de votar. La mayor parte de las propuestas salió adelante, algunas incluso por unanimidad. Valga como ejemplo uno de los puntos más polémicos, el décimo, que pedía la modificación de los estatutos de la Fundación Municipal de la Mujer en lo relativo a la composición del Consejo Rector. Pese a que todos los grupos votaron a favor, suscitó un debate enconado en el que se pidió la dimisión de la concejal de Mujer, Ana Camelo, que denunció la existencia de una campaña para desprestigiarle y, por ende, dañar la imagen de la propia Fundación.

Este punto del Pleno, pese a que fue tenso en todo momento, no generó mayor problema de orden que los reproches (vehementes, pero educados) de grupos de mujeres del público muy posicionados a favor y en contra del equipo de Gobierno. La concejal de Ciudadanos María Fernández-Trujillo denunció en varias ocasiones que el Instituto de la Mujer no tiene en cuenta a lo oposición, de ahí su petición de que estuvieran representados en la entidad en proporción a su representatividad en el Pleno.

La socialista María José Rodríguez fue más dura: dijo que no tenía nada contra Camelo «pero sí contra su gestión, porque antes de su llegada la institución funcionaba y ahora no», por lo que pidió su dimisión. La concejal replicó que se había promovido desde la oposición un enfrentamiento entre mujeres «lo que es otra muestra de machismo». Cada cruce de declaraciones era aplaudida, desde el público, por cada sector de fieles.

Mercedes Colombo, concejal popular y antigua delegada de Familia, le recordó a la Camelo que la Fundación la puso en marcha el Partido Popular y que «yo soy más feminista que usted y menos sectaria». En un juego de palabras, le acusó de ser «un gran camelo». En su defensa salió el alcalde, que dijo que al aprobarse la propuesta y ser el presidente del Instituto de la Mujer «delego en la persona de Ana Camelo, porque es la mujer, la luchadora, la limpiadora», y la calificó de «amiga, compañera y maestra».

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