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Los años de Felipe González, Sabina y la selección española

El viejo pabellón de Extramuros fue, durante 27 años, el segundo mayor recinto cubierto de Cádiz y tuvo usos muy diversos

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Miles de los gaditanos que tienen ahora más de 20 años tienen algún recuerdo del pabellón Fernando Portillo. Cuando se produjo la primera explosión de los gimnasios y el deporte como hábito particular (a principios de los años 80, véase en los anales ‘Eva Nasarre’), era una de las pocas grandes instalaciones disponibles.

El uso de sus gimnasios y pistas, el alquiler de instalaciones para partidos entre amigos, o los entrenamientos y competiciones de clubes federados (balonmano, baloncesto, badminton, judo, fútbol sala...) eran diarios. Abarcaban a cientos de vecinos cada semana. Hasta varios centros educativos lo usaban como las pistas deportivas que no tenían (como el distante Instituto Santa María del Rosario) para cubrir las necesidades de Educacion Física.

Hasta mediada la década de los 90 no llegó el Ciudad de Cádiz (inaugurado en los últimos meses de Alcaldía de Carlos Díaz) y habría que esperar aún otra década para que se inaugurase el Pabellón del Casco Antiguo.

Antes, el Fernando Portillo era mucho más que centro deportivo. Con capacidad para casi 2.000 personas, acogió campeonatos nacionales de diversas modalidades y acogió partidos de distintos combinados nacionales.

Más allá del componente deportivo, desde 1968 hasta 1995 fue (por encima de las grandes salas de cine de entonces) el segundo mayor espacio cubierto de la ciudad, sólo por detrás del Gran Teatro Falla. Esa condición le hizo ser sede constante, por ejemplo, de grandes mítines políticos. Todos los candidatos a la Presidencia del Gobierno, la de la Junta y el Ayuntamiento durante la década de los 80 pasaron por allí. Incluso actividad musical tuvo. Uno de sus últimos espectáculos, ya en el siglo XXI, un Domingo de Piñata, fue un concierto de Joaquín Sabina. Fue el canto del cisne de un recinto que era mucho más que deporte para decenas de equipos, cientos de vecinos.

«Esperábamos tener un gran espacio y también que diera vida al barrio, no un supermercado. Ya hay cinco alrededor» ironizaba el pasado miércoles Bernardo Periñán. Carlos Sánchez, otro vecino de la zona, autónomo de 46 años, admitía su desencanto aunque no su sorpresa. «Hace años que ya pensé que no habría un gran pabellón que diera vida a la zona. Son muchos años los que lleva parado y lo que van a hacer ahora es como si no hicieran nada... Un pabelloncito como el Guillén Moreno, nada».

El nuevo gobierno municipal discrepa del desencanto. Cree que el anterior proyecto era «faraónico», una versión local del «Madison Square Garden», ironizó el alcalde González Santos.

Su primer teniente de alcalde, Martín Vila asegura que la nueva sala «se adapta a las necesidades del barrio y los clubes de la ciudad. No es un proyecto concebido para la celebración de grandes eventos ni es totalmente desproporcionado como el que proyectaba el anterior equipo de gobierno del PP. Será un pabellón de barrio» pero, al parecer, sin el barrio. Que esperaba algo más, algo distinto.

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