aniversario
La Filmoteca, un conservatorio del cine
La institución celebra 25 años en que se han proyectado más de 10.000 películas y se han restaurado más de 50 cintas
JUAN VELASCO (EFE)
En el año 1989 el cineasta italiano Giuseppe Tornatore estrenaba en España un auténtico canto a la magia del cine titulado «Cinema Paradiso» y también debutaba, ganando la Palma de Oro en Cannes, un director estadounidense llamado Steven Soderbergh, que daba el pistoletazo de salida en la era del cine independiente. Y entre la magia de la sala oscura y ese cine que no encuentra acomodo en el circuito comercial, abría sus puertas en Córdoba, el 19 de diciembre de 1989, la Filmoteca de Andalucía, un espacio que este viernes celebró un cuarto de siglo asentado como uno de los principales baluartes de la vida cultural de la ciudad y de Andalucía.
Lo hizo en un acto en el que se visionó la última restauración llevada a cabo por este centro cultural, la película «Julio Romero de Torres», de Julián Torremocha (1940), propiedad del Museo de Bellas Artes de Córdoba, y cuya música han sido restaurada por el Centro de Documentación Musical de Andalucía. También hubo un concierto a cargo del grupo de pop rock cordobés «Prin La Lá», en el que pusieron música contemporánea a la película «Nosferatu», de Murnau (1922).
El director de la Filmoteca , Pablo García Casado, tenía 17 años cuando se inauguró este espacio y se convirtió en un asiduo espectador antes de que, hace seis años, tomara las riendas del que fue su «refugio ante la tormenta y el vacío cultural» durante mucho tiempo. Los números no apabullan tanto como la calidad cultural de la que ha hecho gala la Filmoteca de Andalucía, pero no se esconden: más de 10.000 películas proyectadas en todo este tiempo, con preferencia por autores desconocidos, copias restauradas, filmes que no se han visto en España y novedades que no pasan por las salas comerciales. Además, la Filmoteca ha restaurado entre 50 y 60 películas y ha organizado un sinfín de actividades paralelas.
Público fiel y exigente
Pero antes de nada están sus espectadores, un público al que su director define como «muy fiel y exigente» y que traza bien sus intereses, y también heterogéneo, dividido entre el espectador universitario y el espectador maduro. «Si hay algo popular como arte es el cine, que nació en una barraca de feria como un entretenimiento. Pero el público que acude a la Filmoteca ha encontrado la posibilidad de lo ritual», especifica alguien que pasó de la butaca de espectador a la silla de dirección de este espacio.
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