Música

La ruta Paco de Lucía por Algeciras

Muchas de las localizaciones, como la calle Munición, el Río de la Miel y la Plaza Alta, aparecen en sus composiciones

Monumento a Paco de Lucía ABC

Luis Ybarra Ramírez

La ruta de Paco de Lucía se asemeja a su música: podríamos comenzar a descubrirla por cualquier parte. No hay etapas de mayor y menor valor, puertas de entrada y de salida, sino todo un desarrollo laberíntico donde tradición y vanguardia comparten espacio. Paco de Lucía es un reflejo de luna que suena a granaína y también una rumba, 'Entre dos aguas', que esparce su semilla entre el Mediterráneo y el Atlántico, donde nació. Un chiringuito donde comía de niño, su casa, su calle, su madre. Todo está en su discografía, que desde que comenzara en los 60 hasta su fallecimiento, dejando un disco póstumo, 'Canción andaluza', recoge la evolución más notable que se ha producido en la guitarra flamenca en toda la historia : bajando la mano por los trastes, enriqueciendo la armonía, aportando su sentido rítmico a otros géneros, desarrollando la improvisación, incorporando nuevos instrumentos, como el cajón, y dando como resultado una de las obras más bellas y completas que llevó la marca Andalucía y España por el globo.

En la Calle de San Francisco , muy cerca de la Fuente Nueva, y, en concreto, en el número 8, vió la luz en 1947 y vivió hasta los cinco años de edad Francisco Sánchez Gómez. Una placa lo recuerda. Más tarde se mudaría a otra zona de la ciudad, comenzaría a formarse en la guitarra junto a su padre y su hermano, Ramón de Algeciras, y lograría sus arpegios más tempranos. Siendo un niño, junto a otro de sus hermanos, Pepe de Lucía, marchó a Madrid como un dúo dispuesto a zarandear los cimientos. Allí se iniciaban dos carreras. Una, la de uno de los artistas más destacados del pasado siglo.

A la vieja Calle Munición van dedicadas unas alegrías del disco 'Luzia' (1998), donde está la seguirilla con la que llora la muerte de su madre, La Portuguesa. Por esa zona, la de la calle Munición, se cocía el ambiente más fiestero de Algeciras cuando Paco era aún un niño. Bares, fiestas privadas, mundo de noche... Una ubicación muy diferente a la de la ' Plaza Alta ', que suena por soleá en el disco 'Almoraima' (1976). Más sosegada, ajena al ruido, a lo mundano.

El mercado donde su padre tuvo un puesto de quincalla es otra parada obligatoria en esta ruta. Allí, por los pasillos, bajo los toldos, conoció Paco el pescado. Un asunto que no es baladí, pues la pesca submarina fue siempre su mayor afición. Tal vez una vía de escape a la responsabilidad que tantos tormentos le traía. También aprendió a sumar y a restar, a escribir. Sentado a la sombra haciendo los deberes que en la escuela le mandaban. La plaza de abastos fue edificada en 1935 con una cúpula sin nervios ni sustentación interior que, en su momento, se impuso como la más grande del mundo. En 1965 el Astrodome de Houston superó este récord.

Punta del Faro ABC

La naturaleza llama también por las maderas de su sonanta. La Cueva del Gato , en la provincia malagueña, lleva el trémolo de la rondeña. La playa del Chorrillo , ya desaparecida, el compás de la bulería, como el Río de la Miel , muy próximo a las afueras del núcleo urbano. 'Monasterio de sal' podría ser la banda sonora del paisaje, o 'La Barrosa', las alegrías más populares de su obra en las que queda retratado el litoral chiclanero. El chiringuito al que acudió en su juventud ya no está. Casa Bernardo , así se llamaba, y a él siempre le sonó a rumba. Punta Umbría es un fandango de 'La fabulosa guitarra de Paco de Lucía' (1967). Castro Marim , la localidad en la que nació su madre, esa que a él también le evocaba a fandango, quizá por su cercanía con tierras onubenses. Y 'Punta del Faro' , por último, otra bulería con África al fondo. Un echar la vista y componer. Un hacer que los demás vean.

Todo ello concluye en el monumento frente al puerto , una escultura en bronce del artista Nacho Falgueras inaugurada en 1994, punto de partida o meta de un recorrido con el que descubrir los orígenes del genio y la mirada que mantuvo a su pueblo natal. En su música hay pinares y olas. Está el cante de Camarón y el del Lebrijano. El de Porrina, el de su familia, el de su pueblo. Aquel de todos a los que acompañó. Los silencios que yacieron cuando tocó solo. La pomada que se untaba en los dedos durante los conciertos. Todo, entre Algeciras, Madrid y el mundo que pudo contemplar sus manos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación