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El nuevo tren que va de Madrid a los molinos de Campo de Criptana
El viaje incluye una cata en una bodega y la visita de los míticos gigantes con aspas
El Ayuntamiento de Campo de Criptana (Ciudad Real) y Renfe se han unido para ofrecer una propuesta de turismo sostenible de lo más apetecible: el Tren de los Molinos . Se trata de una ruta que permite degustar lo mejor de la gastronomía manchega regada con sus exquisitos vinos, conocer el corazón de los molinos de viento y perderse por las callejuelas del barrio del Albaicín, entre otras cosas. Con salida desde Madrid , este viaje de ida y vuelta en el día brinda la oportunidad de descubrir uno de los rincones más mágicos de La Mancha, la auténtica Tierra de Gigantes, escenario de la batalla literaria más famosa de Don Quijote. La experiencia comienza en el propio tren donde un grupo de actores que dan vida, entre otros, al mismísimo Miguel de Cervantes, explican a los viajeros la historia y datos más importantes sobre el mágico destino que están por descubrir.
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Esta ruta, que se realizó por primera vez el pasado 14 de mayo, estará disponible los días 11 y 18 de junio, 10 y 24 de septiembre y 8 y 22 de octubre. El precio del viaje es de 45 euros para adultos y 20 euros para menores de 14 años.
Primera parada: un mar de viñas
Después de un agradable trayecto en tren es momento de conocer Castiblanque . Esta empresa familiar empezó su andadura en 1950 y poco a poco fueron ampliando su plantación hasta alcanzar las 120 hectáreas de viñedos. Comenzaron con las variedades airén (uva blanca) y garnacha (uva tinta), pero con el paso de los años fueron ampliando su producción incorporando tempranillo, moscatel y Chardonnay, entre otras variedades. Además, cuentan con una bodega del siglo XIX restaurada en la localidad de Campo de Criptana, un espacio que está dotado con los más modernos medios técnicos para producir, elaborar y comercializar algunos de los mejores vinos de La Mancha. Disponen de una sala de catas de 180 metros cuadrados en la que se lleva a cabo una degustación de algunos de sus mejores caldos acompañados de bocados de la tradicional cocina manchega.
Un viaje al pasado y un buen homenaje
Tras haber despertado el paladar es momento de descubrir otra perspectiva de este destino a través de sus construcciones más destacadas. En primer lugar está el Pozo de Nieve , ejemplo de arquitectura popular del siglo XVIII que servía para almacenar y conservar hielo para su distribución y venta. Hasta 190 toneladas de hielo y escarcha, obtenidos de la nieve que caía en esta meseta, se llegaban a albergar en esta construcción con 7,86 metros de profundidad a fin de conservar mejor los alimentos. En su planta alta, que se utilizaba como almacén y refugio ocasional, se ubica un Centro de Interpretación en el que se explican con más detalles todas sus características y la importancia de estas construcciones.
Muy cerca de aquí está, también, el santuario del Cristo de Villajos . La iglesia se construyó en el siglo XVII para albergar la imagen del Cristo de Villajos, patrón de Campo de Criptana. El exterior fue remodelado a principios de los años 80 tratando de darle un estilo románico, pero lo más interesante es su interior. Cuenta con un retablo que imita al original barroco destruido en 1936 como consecuencia de la Guerra Civil.
Tras la visita, es buena idea darse un buen homenaje degustando la gastronomía local con exquisitos platos como gachas, cordero a la caldereta, migas, pisto o sopa de ajo.
Tras los pasos de Don Quijote
La tercera parada de la ruta lleva al viajero a la Sierra de los Molinos , una parada ineludible si se va a Campo de Criptana. Considerados Bien de Interés Cultural , estos molinos son los gigantes con los que luchó incansable Don Quijote. De los 34 que un día hubo en pie hoy día solo se conservan diez. Tres de ellos (Infanto, Burleta y Sardinero) son originales del siglo XVI y mantienen la maquinaria original, mientras que los siete restantes (Lagarto, Culebro, Pilón, Cariari, Inca Garcilaso, Quimera y Poyatos) fueron construidos a partir de 1900. El molino criptanense es del tipo torre levantado a base de piedra y cal blanqueada y cubiertas con armazón de madera de forma cónica. Tienen tres plantas, la superior con las piedras de moler y las inferiores de almacén y embalaje. Algunos de ellos se han reconvertido hoy día en museos municipales, como es el caso del molino Culebro , que está dedicado a Sara Montiel o el molino Quimera , que alberga las maquetas en miniatura de los pasos procesionales de Semana Santa.
Un poco de historia
Para ampliar la información es la visita al Centro de Interpretación de los Molinos de la Mancha Gigantes del Quijote , inaugurado recientemente en plena Sierra de los Molinos. En este centro el visitante puede conocer la historia de estas construcciones: los diferentes tipos que existen, la maquinaria que utilizan para moler el grano, sus elementos, la importancia que tuvieron para la economía de La Mancha y su vínculo con El Quijote. Para ello, este espacio cuenta con imágenes, vídeos, molinos a escala y piezas únicas como aspas, ejes y palos de gobierno, entre otras cosas.
Última parada: el encantador Albaicín
De calles estrechas y pronunciadas pendientes, el barrio de Albaicín es uno de los rincones más bonitos de Campo de Criptana y el punto perfecto para divisar la Sierra de los Molinos en todo su esplendor. Las construcciones que predominan en este lugar son las casas típicas manchegas con fachadas encaladas y zócalos de color añil. La teja árabe y las rejas de forja son otras características propias de este barrio.
Pasear desde esta ubicación hasta los molinos resulta de lo más agradable y es el broche de oro perfecto para cerrar este viaje.
