Luces de colores iluminan las esculturas de hielo expuestas en la trigésimo tercera edición del Festival Internacional de Hielo y Nieve de Harbin (China)
Luces de colores iluminan las esculturas de hielo expuestas en la trigésimo tercera edición del Festival Internacional de Hielo y Nieve de Harbin (China) - EFE/Wu Hong

Así es la extraordinaria ciudad de hielo construida en China

El Festival de Hielo y Nieve de Harbin, uno de los mayores del mundo, atrae cada año a millones de visitantes

CORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado: Guardar
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El Festival de Hielo y Nieve de Harbin, uno de los mayores del mundo, acaba de inaugurar su trigésimo tercera edición con cientos de esculturas, construcciones y actividades lúdicas repartidas por unos 800.000 metros cuadrados.

Treinta grados bajo cero, calles asfaltadas con nieve y edificios levantados a base de bloques de hielo dan la bienvenida, no muy calurosa por cierto, a Harbin, la ciudad más fría de China. Cercana a la frontera con Rusia, esta urbe de casi cinco millones de habitantes, capital de la provincia septentrional de Heilongjiang, celebra entre enero y febrero su famoso Festival de Hielo y Nieve, su principal atracción turística.

Fuegos artificiales estallan sobre as esculturas de hielo expuestas en la trigésimo tercera edición del Festival Internacional de Hielo y Nieve de Harbin
Fuegos artificiales estallan sobre as esculturas de hielo expuestas en la trigésimo tercera edición del Festival Internacional de Hielo y Nieve de Harbin - EFE/Wu Hong

Gracias a sus gélidas temperaturas, durante estos dos meses se mantienen congelados enormes palacios de hielo que recuerdan a la Ciudad Prohibida de Pekín

, descomunales pagodas budistas, castillos medievales y hasta un rascacielos neoyorquino que se parece al Empire State. En medio de una noche cerrada con reflejos de aurora boreal que se echa sobre las cuatro de la tarde, todos brillan en la oscuridad con luces de colores colocadas dentro de los témpanos.

Cada invierno, miles de turistas desafían al termómetro y, envueltos en varias capas de pantalones térmicos, camisas de paño, jerséis de lana, abrigos forrados de pelo, bufandas, guantes, gorros y hasta pasamontañas disfrutan de un espectáculo único que corta la respiración. No solo por el frío, sino por la monumentalidad de decenas de construcciones que no se derretirán hasta la primavera.

Un hombre y su hija juegan junto a una escultura de nieve de 31 metros de alto en la trigésimo tercera edición del Festival Internacional de Hielo y Nieve de Harbin (China)
Un hombre y su hija juegan junto a una escultura de nieve de 31 metros de alto en la trigésimo tercera edición del Festival Internacional de Hielo y Nieve de Harbin (China) - EFE/Wu Hong

El hielo es tan consistente que se puede subir hasta la cima de algunas construcciones y deslizarse desde ellas gracias a unos témpanos pulidos en forma de escalones y toboganes. Con lámparas verdes, azules, rojas y amarillas en su interior, los palacios de hielo refulgen majestuosos mientras sus colores cambian de forma intermitente. Durante el día, además, se puede visitar el parque de la isla del Sol para contemplar sus espléndidas figuras de nieve. Patinando en las pistas de hielo o deslizándose en trineos tirados por «huskys» siberianos, los visitantes se fotografían extasiados ante las esculturas de nieve repartidas por el recinto, contiguo al congelado río Songhua y cuyo cauce se puede cruzar a pie en esta época del año hasta el centro de la ciudad, en la otra orilla.

Allí, entre el parque de Stalin y la avenida peatonal Zhongyang, se aprecia la influencia rusa sobre Harbin, conocida como la San Petersburgo de Oriente desde que en 1898 se construyera un ramal del Transiberiano. Junto a los bellos edificios barrocos que, con sus cúpulas y torres festoneadas, pueblan el distrito de Daoli, destacan la iglesia ortodoxa de Santa Sofía, las tiendas donde se venden muñecas «matrioskas» y los cafés donde se sirven «piroshki», unas empanadillas rellenas parecidas a los «dumplings» chinos.

Para completar la excursión a Harbin, no hay que perderse una visita al Parque del Tigre Siberiano, una reserva donde vive un centenar de animales de esta especie en vías de extinción. El contrapunto más caliente para la ciudad del hielo.

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