Así es el Minibar de José Andrés: 12 comensales y menú de más de 300 euros

Es el mejor embajador de España en Estados Unidos. Hace 26 años el asturiano José Andrés, tras una etapa junto a Ferrán Adriá en El Bulli, decidió instalarse en aquel país. Primero trabajando en un restaurante de Nueva York y más tarde en Washington, donde abrió su propio negocio, Jaleo, el primer bar de tapas de la capital estadounidense que muy pronto convirtió en un lugar de éxito y que fue el embrión de lo que ahora es un gran imperio culinario que se extiende por Los Ángeles, Las Vegas, Miami, Puerto Rico y México. Más de mil empleados repartidos en veinte establecimientos. Desde entonces ha recibido los más prestigiosos galardones que un cocinero puede lograr en Estados Unidos, además de haber sido elegido por la revista Time como uno de los cien personajes más influyentes en el mundo y tener un enorme éxito con sus programas de televisión.

Pero su niña bonita fue siempre este Minibar, abierto en 2003 y que desde ahora cuenta con dos estrellas Michelin en la primera edición de la Guía Roja de Washington.

Minibar tiene capacidad para sólo doce comensales, con reservas que se hacen con más de tres meses de antelación. Por allí pasan los personajes más influyentes de Estados Unidos, incluido el presidente Obama, que celebró allí San Valentín con Michelle, su esposa. Cuenta además con una zona independiente para cócteles, Barmini, donde también hay que reservar con mucha antelación. En este restaurante tan exclusivo, José Andrés practica una cocina de autor muy inspirada en lo que aprendió en su época en El Bulli junto a Ferrán Adriá, al que considera su maestro, la persona que más ha influido en su trabajo.

En la última edición de Madrid Fusión, Andrés mostró un vídeo de cómo funciona Minibar. Tras tomar un cóctel de bienvenida, los clientes pasan al comedor, donde se sientan en una barra frente a los cocineros. Allí probarán un menú de cerca de treinta pasos al precio fijo de 275 dólares. Una cantidad que no incluye las bebidas ni la obligada propina por el servicio. Pero vale la pena, porque la experiencia gastronómica es de muchos quilates. Una degustación casi de laboratorio que recuerda en muchas cosas a la de El Bulli. Cocina experimental que está siempre en el límite de la creatividad pero que resulta muy gratificante. Ahora recibe estas dos estrellas que recompensan, sobre todo, el trabajo impagable que este asturiano de Mieres, criado en Barcelona, ha hecho para difundir la cocina y los productos españoles en el corazón de los Estados Unidos.