Estatuta de Cervantes en la plaza de la Universidad
Estatuta de Cervantes en la plaza de la Universidad - HERAS

¿Pudo Shakespeare conocer a Cervantes en Valladolid?

Una ruta teatralizada recrea un ficticio encuentro entre los autores en el cuarto centenario de su muerte

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En este 2016 se conmemora el cuarto centenario de la muerte de los más grandes escritores de todos los tiempos, Miguel de Cervantes y William Shakespeare. ¿Qué sabían el uno del otro? ¿Se leían? ¿Se conocieron? Es posible que nunca se sepa con exactitud si hubo algún nexo y cuál fue, pero la imaginación es libre y pensar en que existió un café o un paseo que les unió se antoja interesante. Y si hubo una cita ¿dónde fue? Valladolid se señala como escenario. Al menos, en una ruta teatralizada por la ciudad que acogió de vecino al escritor del Quijote y que ahora recrea un ficticio encuentro entre el que fue pucelano de adopción y el inglés visitante.

Todo comienza con la llegada a Valladolid de Willi, un descendiente indirecto del genio inglés, que busca localizaciones para rodar una serie sobre la supuesta relación entre su antepasado y Cervantes, con la idea de que si este encuentro existió fue en la capital del Pisuerga.

Bajo esta premisa se recorren varios de los principales atractivos de la ciudad. Pasa frente a la iglesia de San Pablo, al Plaza Mayor o la de Zorrilla, donde se asentó el Hospital de la Resurrección en el que se inspiró para «El Coloquio de los perros», una de sus «Novelas ejemplares». Nota: tras el recorrido nada mejor para retomar fuerzas que irse de tapas por el centro y disfrutar de la calidad de una de las ciudades con mayor reputación en joyas gastronómicas en miniatura.

La vida de Cervantes en Valladolid

Con esta ruta se puede seguir la impronta que Cervantes dejó en Valladolid. Allí se trasladó a vivir con cuatro años por un tiempo acompañado de sus padres y sus cinco hermanos. Entonces, no era más que un niño que correteaba por las calles, sin saber que después regresaría a ellas pero, en esta ocasión, como un adulto y con un libro bajo el brazo. Debía conseguir que alguien le abriera las puertas de los lectores y fue a orillas del Pisuerga donde inició los trámites para finalmente publicar su laborioso trabajo, titulado El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Lo que vino después es ya historia de la literatura.

La novela más vendida de la historia remite, así, ineludiblemente a Valladolid, a donde Cervantes –de cuya muerte se cumple en 2016 el cuarto centenario– se mudó por el traslado de la Corte de Felipe III en 1601. Un lustro después dejó la ciudad pero su huella quedó impresa y hoy se puede seguir en la capital del Pisuerga. La casa en la que vivía queda como testigo. De hecho, es la única residencia del autor que se conserva. En un escritorio entre sus muros redactó el prólogo del Quijote y a unos minutos a pie, en la actual Calle Librería, tenía su negocio el librero alcalaíno Francisco de Robles, a quien recurrió para que presentara su obra al Consejo de Castilla y obtuviese privilegio de impresión. Se puso a la venta en esta ciudad a finales de 1604 o en enero de 1605, cuando él aún residía allí.

Su vinculo con la ciudad queda elevado a eterno a través de su escritura ya que alude en sus obras a otros edificios o parajes como la Iglesia Parroquial de San Llorente (actualmente San Lorenzo), el Palacio Real, el río Pisuerga, la Fuente de Argales o El Espolón o el Hospital de la Resurrección, ahora la Casa Mantilla, en el que se inspiró para «El Coloquio de los perros».

Su nombre quedó, además, impreso en la crónica negra vallisoletana tras un crimen en la calle Rastro. Se sabe que la víctima pidió auxilio y fue socorrido por los vecinos, entre ellos Cervantes, y que éste fue detenido y posteriormente puesto en libertad. El proceso facilitó la identificación de la casa del autor.

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