Guía para no perder detalle de la Semana Santa de Valladolid

Varias rutas turísticas permiten adentrarse en el fervor cofrade, el arte de los pasos y la tradicición de la Pasión castellana

Procesión del Domingo de Resurección F. BLANCO

M. Gajate

Una de las principales señas de identidad de la Semana Santa de Valladolid es la calidad de los pasos que bailan a hombros de los cofrades. Unas obras de imaginería que convierten por unos días a la capital del Pisuerga en un verdadero museo al aire libre . Para no perderse detalle de ninguna de sus salas, nada mejor que optar por la visita guiada. Para ello, la Oficina de Turismo propone distintas opciones de rutas turísticas para aquellos que quieran profundizar en el fervor cofrade, la sobriedad de sus procesiones o la brillantez escultórica que atesoran los templos.

Estas propuestas permiten empaparse de la tradición de la Semana Santa vallisoletana, a través, por ejemplo, de l a costumbre de visitar iglesias en la mañana del Jueves Santo . La teoría marca que se debe acudir a un total de siete, pero llevados por el ajetreo cofrade son muchos los que las superan y muchos los que se quedan cortos absorbidos por el ambiente que en esos días impregna las calles. Para colaborar en esa «peregrinación», una visita guiada propone cuatro paradas en el casco histórico, en los templos de Santiago, San Benito, San Miguel y San Julián y San Pablo. Una hueco en ese recorrió merece la Catedral vallisoletana, un entorno clave en múltiples ritos de la Pasión que es, además, un imponente mirador. Durante el día, desde su torre de setenta metros de altura se vislumbran las mejores vistas de la ciudad. Al caer la noche, el Cristo que corona la seo se tiñe de color marcando una de las paradas de la ruta Ríos de Luz, que sigue los principales edificios de la capital, que bajo la luna lucen iluminados.

La Catedral de Valladolid ICAL

La visita a las iglesias en Semana Santa van más allá de la mañana del Jueves Santo (la ruta de los templos se repite el Viernes Santo). Y es que en su interior custodian obras de arte. Los pasos que procesionan sobre el asfalto descansan en las iglesias penitenciales de las cofradías, que cada mañana abren sus puertas para que todos los interesados puedan contemplarlas de cerca. En este contexto, se enmarca otra ruta, que permite acercarse a piezas de Juan de Juni, Andrés Solanes o Francisco Rincón, entre otros . Quien se quede con ganas, tiene la opción de acudir al Museo Nacional de Escultura, donde duermen durante el año algunas de las piezas que en Semana Santa desfilan por la ciudad.

Para quienes busquen empaparse de la tradición de la Pasión en la ciudad en el sentido más amplio, una ruta teatralizada profundiza en las cofradías y la construcción de pasos procesionales . Lo hace de la mano del mismísimo Gregorio Fernández, uno de los mejores escultores del siglo XVII, que también ahonda en su obra.

Opciones todas ellas que suponen un complemento perfecto para unos días festivos en los que la ciudad se vuelca con la Semana Santa. El Domingo de Ramos,como no podría ser de otra forma, los niños son los protagonistas junto a la Borriquilla , que es el único paso en el que la madera no es la protagonista (es de cartón-piedra). El Martes Santo la cita ineludible llega al atardecer con el «Encuentro» en la Plaza de Santa Cruz de la Virgen de las Angustias y el Cristo camino del Calvario, presenciado ante una multitud que acude fiel año tras año a presenciar el que está considerado como el acto más emotivo de la Pasión vallisoletana.

Una procesión al su paso frente a la iglesia de San Pablo F. BLANCO

El Jueves Santo es día de ajetreo con nueve procesiones entrelazándose en la tarde-noche . Y el Viernes Santo el más intenso. Por la mañana uno de los actos más populares, el Pregón y posterior Sermón de las Siete Palabras, que convierten la Plaza Mayor en una Catedral abierta; y por la tarde, la procesión general, en la que desfilan juntas todas las cofradías con sus respectivos pasos representando la Pasión de Cristo.

Todo acaba el Domingo de Resurrección con la suelta de palomas que ponen fin a unos intensos días en los que no falta ambiente a pie de procesión y a pie de barra. No en vano, la ciudad es popular por sus tapas y por los de una tierra vinícola de primer orden .

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