La imponente silueta del Castle Hotel, en Dalian
La imponente silueta del Castle Hotel, en Dalian

El surrealista hotel chino que copia un castillo europeo

El nuevo y opulento hotel de Dalian ofrece el lujo «kitsch» que tanto se estila en la nueva China

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Se parece al espectacular castillo de cuento de hadas de Neuschwanstein en Alemania, pero no está rodeado por los frondosos bosques de Baviera, sino coronando una colina frente al Mar Amarillo en Dalian, al noreste de China. Abierto desde 2005 como un surrealista museo de conchas exóticas, que «sólo» ocupaba de 2.500 de sus 18.000 metros cuadrados, esta peculiar fortaleza de estilo centroeuropeo ha sido recientemente reconvertida en un hotel de lujo por la cadena Starwood.

Con 292 habitaciones, incluyendo 29 suites, el Hotel Castillo es un claro ejemplo de la opulencia «kitsch» que ha traído el desarrollismo chino, capaz de copiar sin tapujos todo aquello que venga del extranjero y parezca rico aunque no tenga nada que ver con la cultura propia.

Por eso, y aunque es cierto que el local dispone de un establecimiento con cocina cantonesa, las especialidades de la casa son las «cervezas alemanas al estilo casero» y los platos del norte de Europa del restaurante Bodega Real, los puros del Lounge Aristocrático y las termas al estilo Baden-Baden del Spa Kaiser. Una extravagancia a tono con el precio de las habitaciones, que van desde los 1.600 yuanes (206 euros) de la más barata hasta los 120.000 yuanes (16.200 euros) que cuesta pasar una noche en la Suite Presidencial.

Con la garantía que ofrecen tales precios, la página web del Hotel Castillo promete una «experiencia inolvidable» y una «invitación a la opulencia» en un «entorno natural de fábula» con vistas al mar, la montaña y la ciudad. A sus pies tiene Dalian, una de las urbes más agradables de China gracias a sus amplias zonas verdes y su cuidado urbanismo, que no tiene nada que ver con el caos que impera en las megalópolis del resto del país. Con seis millones de habitantes y una fuerte influencia japonesa, este importante puerto del noreste de China cuenta con numerosas playas abiertas al público desde que, en 1909, empezaran a bañarse en ellas los ingenieros británicos asentados en la ciudad.

Continuando con esta tradición internacional, Dalian ha atraído durante los últimos años a cientos de grandes empresas, entre ellas docenas de multinacionales de primer nivel, instaladas en sus parques industriales. Como reconocimiento a su carácter emprendedor, hace siete años que el Foro Davos celebró su primera reunión de verano en China, que se viene alternando con la ciudad de Tianjin, próxima a Pekín.

A esta proyección global de Dalian contribuyó su ambicioso alcalde entre 1993 y 2000, Bo Xilai. Después de remodelar la ciudad y atraer inversiones millonarias, fue gobernador de la provincia de Liaoning y luego ministro de Comercio. Pero acabó condenado por corrupción el año pasado y su esposa sentenciada a muerte por envenenar al socio inglés que les ayudaba a evadir su dinero de China. Conmocionado, el régimen de Pekín aún intenta superar aquel escándalo. Para algunos maestros del «feng shui», el fatídico destino de Bo Xilai empezó a labrarse cuando, siendo alcalde de Dalian, levantó en la inmensa plaza de Xinghai una columna ornamental de mármol exactamente igual a la que preside la entrada a la Ciudad Prohibida de Pekín, pero varias veces más alta. Por grandilocuente, fue todo un desafío al poder central. Ahora, dicho monolito, coronado por uno de los nueve hijos del dragón, está a la sombra de un castillo tan surrealista como el de Kafka.

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