Telefónica se reserva el derecho a comprar parte del cable submarino de Facebook y Microsoft

A diferencia de otros cables que cruzan el Atlántico, Marea es el que más al sur de Europa se encuentra y el de mayor capacidad

MADRID Actualizado: Guardar
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El Atlántico tendrá un nuevo miembro. La clave reside en el cambio de paradigma. Hasta ahora, las compañías de internet han dependido de las infraestructuras desarrolladas por las empresas de telecomunicaciones, pero las firmas tecnológicas llevan tiempo planteando sus propias fórmulas para el aprovechamiento de las conexiones de internet. El anuncio del megacable submarino que conectará EE.UU. y España ha generado un gran impacto por sus posibles repercusiones, sobre todo, en la ciudad española donde se ubicará uno de los extremos, Sopelana, un municipio del País Vasco, de tan solo trece mil habitantes.

Estará operado por Telxius, filial del grupo español Telefónica, empresa encargada de la gestión de este cable que atravesará el Atlántico bajo el nombre de Marea y tendrá una capacidad de 160 terabytes por segundo, es decir, 16 millones más rápido que las conexiones domésticas actuales, lo que equivale al cable con la mayor capacidad de los existentes en la actualidad.

Microsoft y Facebook serán los encargados del despliegue del mismo y su objetivo es ampliar la alta velocidad y establecer conexiones fiables y rápidas de cara a potenciar sus servicios en la nube y otros servicios de internet.

A diferencia de otros cables que cruzan el Atlántico, Marea es el que más al sur de Europa se encuentra y el de mayor capacidad. Será la primera vez que se abre una nueva ruta de una nueva interconexión entre EE.UU. y Europa a través de España, desde donde surgirán ramificaciones para otras regiones como África, Oriente Medio e, incluso, Asia. Además, Telxius se reserva el derecho de adquirir una participación del cable submarino, según ha podido confirmar ABC de fuentes cercanas a la operación.

De grosor «muy manejable», aunque no han especificado más detalles al respecto, este cable transoceánico, que será el de mayor capacidad hasta la fecha, afectará a «todos los usuarios españoles» por el hecho de disponer de «mayor capacidad» y «ancho de banda» para poder interconectar muchos más contenidos entre ambas regiones. «Podremos trasladar mucha más información y se van a beneficiar los usuarios van a tener mucha mejor conectividad de la que tenían tradicionalmente para la descarga de contenidos y aplicaciones en el uso de nuevas tecnologías», explica Rafael Arranz, jefe de operaciones de Telxius, en declaraciones a Cope. Permitirá, por tanto, absorber la demanda cada vez mayor de capacidad de transferencia de datos, un abaratamiento de los costos en los acceso a las conexiones individuales, así como la aceleración de la llegada de las redes 5G que dará soporte a la llegada de la era del «Internet de las Cosas».

La elección de Sopelana se debe a un estudio técnico elaborado conjuntamente entre Microsoft y Facebook que concluye que la ciudad vasca es un enclave idóneo desde el punto de vista del amarre y la interconexión para el norte de Europa y España. Tendrá infraestructura propia y se espera un despliegue de redes para convertir la cornisa cantábrica «en un punto de interconexión de tráfico muy importante».

Dificultad técnica en el montaje

La construcción de este cable, compuesto por ocho pares de cables de fibra óptica, es una tarea complicada desde el punto de vista tecnológico. «Es un trabajo de mucho tiempo y barcos desplegando poco a poco cables en zonas muy cuidadas. Se tardan muchos meses en construirlos. El despliegue en sí mismo y ponerlo en el fondo del océano y que funcione en los dos extremos es muy complejo». El reto es evitar su desconexión como consecuencia de un desastre o el transporte marítimo.

En cuanto a su grosor, el cable está compuesto de fibras ópticas, una especie de «pelos» de cristal que permiten transmitir información a muy alta velocidad y, además, con gran fiabilidad. Tendrán, a su vez, un revestimiento impermeable de diferentes materiales como polietileno -uno de los plásticos más comunes-, alambres de acero trenzado, aluminio resistente a la humedad o policarbonato para evitar su deterioro de los agentes externos y la presión. Esta protección permitirá, según las empresa, una gran durabilidad. Está diseñado para aguantar una media de 25 años bajo el mar.

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