El olvidado origen de la tradición navideña del acebo

La decoración a base de esta planta es un clásico de estas fechas, pero pocos recuerdan por qué

BITÁCORAS

Por muy despistado que seas, cuando la Navidad está cerca es imposible no ver algo que nos lo recuerde prácticamente en cada esquina. El Belén, las luces en las calles y en los escaparates, los abetos brillantes y coloridos, Papá Noel y los Reyes Magos atendiendo a los más pequeños... y por supuesto, la decoración utilizando acebo . Las características hojas y los frutos rojos de este pequeño árbol aparecen en adornos de todo tipo y son imágenes que asociamos rápidamente a estas fechas. ¿A qué se debe esta costumbre?

Precisamente esa pregunta es la que se han hecho en el blog Mental Floss . Te sorprenderá saber que la tradición de utilizar acebo en esta época del año podría ser incluso más antigua que la propia Navidad. Desde hace muchísimo tiempo, los seres humanos han visto en la planta un símbolo de fertilidad y fortaleza , admirando su capacidad para mantenerse en esplendor a pesar del frío, la lluvia y la nieve. Por eso su presencia era frecuente en las fiestas paganas fijadas en la estación invernal.

Los romanos, por ejemplo, ya celebraban las Saturnales en la segunda mitad de diciembre. Eran importantes festividades en honor del dios de la agricultura, días enteros de grandes banquetes públicos, intercambio de regalos y un ambiente carnavalesco. Según parece, el acebo tenía ya su cuota de protagonismo en mitad del jolgorio. Tal como hacen en la actualidad los más atentos y detallistas, en la Antigua Roma era habitual engalanar los obsequios de las Saturnales con pequeños recortes de Ilex aquifolium .

No fueron los únicos que tuvieron en alta estima al acebo. También algunos pueblos celtas en Galia aprecieron sus propiedades, considerándolo un árbol mágico. Las coronas fabricadas a base de ramas de acebo servían, según las tradiciones, para obtener una valiosa protección ante los espíritus malignos . El correcto uso del arbusto sagrado en torno al solsticio de invierno podía atraer la prosperidad y la buena fortuna en los meses posteriores, por lo que aparecía en numerosos ritos.

Cuando el cristianismo se expandió por Europa, el acebo fue capaz de conservar su simbolismo en muchos territorios. Poco a poco ocuparía también un lugar en los festejos de tipo religioso. Los frutos rojos pasaron a ser considerados una representación de la sangre de Cristo, mientras que las hojas puntiagudas se identificaron con la corona de espinas. Por eso en algunas zonas del sur del Viejo Continente el acebo es también conocido con el nombre de 'Espina de Cristo'.

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