René Neira, junt o a su nieta Melanie, con la que comparte clases
René Neira, junt o a su nieta Melanie, con la que comparte clases

El inspirador caso del abuelo de 82 años que coincide en la universidad con su nieta

René ha decidido finalizar sus estudios más de 50 años después y asiste a clases con Melanie

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Nunca es tarde para culminar los proyectos que un día comenzamos. Si se trata de estudiar, basta con tener las ganas, la energía y la disponibilidad de tiempo que se necesitan para conseguir aprobar las asignaturas y superar los cursos. Algo así debió pensar René Neira, que a sus 82 años no ha dudado en matricularse en la universidad para finalizar los estudios de Economía que comenzó allá por los años 50. Lo curioso del asunto es que ahora coincide en clase con su nieta Melanie.

El blog Mother Nature Network nos permite conocer mejor a estos peculiares compañeros de facultad, con una diferencia de edad de nada menos que 64 años. La joven, que tiene apenas 18, acaba de comenzar su primer curso en la Universidad de Palo Alto, en San Antonio (Texas).

El abuelo regresa a las aulas después de mucho tiempo, tratando de cumplir una promesa que se hizo a sí mismo cuando falleció su esposa, en el año 2009.

Buscando fuerzas y motivación para seguir adelante sin el apoyo y la compañía de su cónyuge, René Neira resolvió emplear su tiempo libre en finalizar sus estudios de Economía. Los había iniciado en la Universidad de St. Mary hace más de medio siglo, pero conciliar el trabajo y la crianza de sus hijos le imposibilitó continuar hasta el final. La idea de retomarlos siempre rondó su cabeza, pero ha sido ahora cuando se ha decidido a buscar definitivamente su diploma.

Los planes de René van mucho más allá: le queda apenas un semestre para conseguir el título, por lo que después buscará un nuevo desafío para seguir estudiando. «Mi abuelo es muy trabajador. Pasa horas estudiando en la biblioteca porque está muy centrado en su educación. Es increíble que su historia pueda inspirar a tanta gente», comenta Melanie, una nieta orgullosa. «Yo no pretendo inspirar a ella ni a nadie, aunque me alegra saber que lo consigo. Lo único que intento es hacer lo que siempre quise hacer», responde el abuelo.

«A veces pienso, ¿qué hace un hombre de 82 años yendo a la universidad? Pero de algún modo hay algo que me hace continuar. Y creo que las clases me mantienen mentalmente activo», añade René. Cada día en la facultad es un día menos para licenciarse, momento en el que Melanie sabe que no podrá «contener las lágrimas». Un ejemplo que nos demuestra que envejecer es, hasta cierto punto, lo que cada uno quiere que sea; como también nos enseñó la adorable pareja de abuelos que completa maratones de la mano, de la que te hablamos recientemente en esta misma sección.

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