Cristiano y sus compañeros celebran la victoria
Cristiano y sus compañeros celebran la victoria - AFP
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La historia la hace Cristiano

El Real Madrid se impone al Malmoe con un buen partido en el que dominó la posesión de la pelota. El portugués, que iguala a Raúl como máximo goleador histórico, fue protagonista

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Malmoe902Real Madrid

El Madrid salió de Malmoe con la puerta a cero (aún mejor que ganar)y Cristiano subido donde se quedó Raúl, donde asoma todo el porvenir de la historia madridista, viendo lo que no ha visto nadie.

El récord de Raúl era todo pasado, pero Cristiano pisará lo nuevo. Lo que sea el Madrid lo está diciendo él.

Es curioso que en Suecia el fútbol haya sido tan poco socialdemócrata. El fútbol socialdemócrata se juega en España. Es un fútbol ofensivo, pero precavido. Equilibrado y ancho, amplio. Inclusivo y a veces blando hasta casi perder el verdadero sentido de las cosas. Un fútbol total y feliz. Ayer, el Madrid llegó por momentos al 80% de posesión. Pero no era un tenerla sin más, no era el pasar cansino.

Jugó bien el equipo, organizado, escalonados y cercanos los futbolistas, con rigor en la defensa, tensa y muy juiciosa con Varane.

Salvo un rato en la segunda parte, el Madrid dominó tranquilo. Casemiro hizo de Kroos, y el alemán se pudo adelantar. Un alivio mental para él. Algún pase de categoría dio, pero sobre todo permitió ver al brasileño, que ya enseñó lo que podía ser como futbolista en aquellos minutos en Dortmund. Demostró andar sobrado de físico y con más personalidad para este nivel competitivo. Casemiro cogió muy bien el sitio, se paseó por el mediocentro con una propiedad desconocida; el paso del mediocentro, por fin. Poder por alto, piernas largas para rebañar por lo bajo y además su poquito de distribución.

El Madrid atacó sobre todo por la derecha. En la izquierda estaba Kovacic, que tiende a la diagonal interior, y además Arbeloa, un Arbeloa a pierna cambiada, que ya es mucho decir.

Así que casi todo pasaba por la derecha y por allí se cargaban de amarillas los jugadores suecos, que, declarada su impotencia, dieron alguna patada.

Con una acción de Benzema llegó el primer córner. Un toque para detenerse. Una pared que alguien le proponía fue para un tercero, Carvajal, sobre las cabezas de todos los defensas. La visión de Benzema empieza a ser asombrosa, porque se suman su talento, la madurez y el conocimiento experto del área a la categoría tridimensional y llena de ángulos en sus toques. El pie de Benzema es la rosa de los vientos de la pelota.

La primera ocasión llegó al cuarto de hora; fue Cristiano, que encima era capitán.

Como la socialdemocracia, el Estado, la cohesión (¡fútbol comprimidísimo ayer en treinta metros) eran del Madrid, al Malmoe le tocaba lo sueco natural, ese aire de Berget de ser de Más Allá del Muro, con su zancada de tundra y su barba tolstoiana. Es que el hipster sueco tiene una pinta más creíble de vivir en el bosque. El hipster sueco sale de la ciudad, el hipster español sale del campo.

La gente se impacientaba un poco. El fútbol tiene ya de por sí algo de streaming. Pero además se impacientaban porque aún no se conoce a este Madrid. Quieren goles, pero para goles ya está el balonmano. Lo bonito del fútbol no es el gol, es el cuerpo del equipo. El culturismo del 4-4-2.

Para la tranquilidad, el 0-1 llegó en el 28', una contra que Isco soltó dándose la vuelta (en Isco todo es rotatorio) hacia Cristiano. Otra asistencia para ser anotada.

El Madrid se quedó con la pelota y el Malmoe tuvo que ponerse duro. Las diagonales de Isco y Kovacic eran cortadas con faltas sonoras. Por alguna razón, al futbolista sueco le irritaban especialmente esas diagonales.

Carvajal, que ayer subió por Arbeloa y por sí mismo, por los dos, pudo marcar el segundo con un golpeo con de exterior (con esos dedos inservibles que a las concejalas se les salen de los zapatos).

Entre los toques de Benzema y el inicio raso y perfecto de Varane, el Madrid tejía una red de pases que le permitían sus cuatro centrocampistas.

En la segunda parte, los suecos subieron su presión. No terminaba el Madrid de salir a la contra y hubo unos minutos distintos en los que la iniciativa era del Malmoe, si bien se trataba de meros ensayos de fútbol, de balones altos sin malicia, de llegadas primarias, muy simples.

El Madrid, con todo, perdía el fluido dominio del balón. Tembló demasiado y fue un cuarto de hora malo.

Isco tuvo un avance extraordinario por la banda en el 67'. Hizo por fin un regate seco en vertical, un dribling en carrera sin detenerse, sin rebuscarse. Luego falló en el pase, y tendría muchas jugadas sin el acierto final, pero se le vio la personalidad para atacar, tanta o más que Kroos.

En la jugada colaboró con Benzema, que tuvo uno de esos partidos hacia los demás en los que desciende y se reparte parabólico. Le faltan las palomas.

Entró Modric, cloroformo al partido, y también Lucas Vázquez, que arrancó la expulsión de Yotún. Lucas es un extremito delicioso, perfecto a escala, un especialista. Y un jugador simbólico.

Sin Benzema y con Isco en los meritorios ay, y en los casis, era necesario su fútbol afilado.

Wiland le sacó a Cristiano su gol 501 tras un disparo de recurso, de esos que repite mucho ahora, sin carreras ni espacio, ya tobillo y veteranía (entrevemos al Cristiano anciano). Y luego le paró otro con una mano firme y suelta.

El Madrid se quedó bien fijado en las dos chinchetas de Lucas y Cheryshev, y Modric navegó al timón como un Gatsby lechoso y feliz.

Antes del final, Cristiano marcó el segundo. Una jugada de Lucas Vázquez, que aporta mucho fútbol bueno por minuto.

Cristiano igualaba a Raúl en la historia absoluta del Madrid. La historia nuestra que acaba bien.

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