«¡Aquí, aquí, la Undécima va aquí!»

Los seguidores del Real Madrid se citaron a las seis y media de la tarde en la calle Serrano para acompañar al autobús del equipo hasta la Plaza de los Sagrados Corazones, sita junto al Bernabéu, que se ha erigido en santo y seña de las horas previas del madridismo en los grandes partidos de la temporada, como ha sucedido frente al Barcelona, el Atlético, el Borussia Dortmund y el Bayern en los dos últimos años. Los aficionados han extendido su recorrido y lo iniciarán en serrano para vivir durante más tiempo de esta demostración de apoyo que encanta a los jugadores.

Los incondicionales blancos taponaron el camino al bus de sus ídolos. Con canciones, saltos y humo blanco, con banderas que casi tocaban los cristales de las ventanas del vehículo, los forofos fueron correspondidos por los jugadores, que les saludaban desde el gran coche.

Pepe hacía el signo de la «uve». Isco saludaba casi con timidez. A Kroos le sigue sorprendiendo este recibimiento. En Alemania, en el Bayern, no se estila.

El pasillo era ensordecedor. La Policía Nacional tenía que abrir paso con insistencia. Era el camino soñado hacia la Undécima. Y en ella se centró el cántico principal: «¡Aquí, aquí, la Undécima está aquí!». Los aficionados trazaron un pequeño sendero para que el autobús avanzara que era una metáfora de su anhelo: «¡Madrid, Madrid, camino de Berlín!».

Por fin, el autobús pudo alcanzar el aparcamiento interno del estadio. La adrenalina del público, la que los futbolistas sentirán en pleno partido, ya había sido inyectada con dos horas de antelación. Para que haga efecto.