Nacho pelea con Mandzukic por el balón
Nacho pelea con Mandzukic por el balón - Reuters
el derbi

El desastre del Madrid

Fallos de Casillas, inferioridad de Nacho y Varane en el fútbol aéreo y decepción de los hombres creativos del líder

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Por primera vez en muchas décadas, el Real Madrid acudía al Calderón como víctima teórica, aunque el campeón de Europa nunca es víctima, y asumió su papel con su peor partido de la temporada. Las lesiones de James, Ramos, Pepe y Modric, y la ausencia por sanción de Marcelo confirmaron el pronóstico. Pero nadie esperaba un Madrid tan decepcionante (4-0). [Narración y estadísticas]

Ni la reaparición de Cristiano, el jugador más odiado por la afición del Atlético, cambió esa sensación de inferioridad blanca. Ancelotti perdió a Ramos, Marcelo y James en el encuentro del miércoles y en el ambiente del Manzanares reinó un optimismo rojiblanco que Simeone había inyectado en los últimos cinco derbis, con tres victorias y dos empates frente al equipo que le privó de la Champions en el último suspiro de la final de Lisboa.

Hoy sumó su cuatro triunfo. Las bajas del líder se notaron demasiado. Nacho y Varane confirmaron que no tenían el nivel, la altura en centímetros (el canterano) y la experiencia para frenar a Mandzukic y Griezmann, el centro del campo no les ayudó y para colmo falló Casillas.

Nacho, Varane, Coentrao, Khedira y el propio Ronaldo rehacían el once blanco respecto al duelo con el Sevilla y el líder acusó que, excepto Cristiano, el resto de jugadores novedosos no están a la altura de los titulares habituales . El portugués quiso ser importante en el juego de su equipo, y no pudo. Realizó la primera incursión ofensiva por la izquierda del Madrid, con un centro que fue despejado. Se pasó al lado derecho para ayudar. Y nunca se escondió. Pitado, silbado, odiado, temido, el Balón de Oro al menos dio la cara.

El portugués volvía tras dos semanas sin jugar, producto de su expulsión en Córdoba. Le ridiculizaron con su grito de ¡sííí! cada vez que perdió un balón. Sabe que deberá cargar con ello el resto de su vida. Y el partido comenzó a acabarse para el Madrid cuando Tiago marcó en un duro disparo desde el borde del área que Casillas no vio bien, tapado, y el balón se coló entre su muslo derecho y su mando.

La afición local cantó de forma burlesca ¡Íker, Íker!. El capitán estuvo nervioso posteriormente. Despejó mal de puños una pelota que pudo blocar perfectamente. Y en un santiamén llegó el segundo tanto atlético, en una tijereta desde cerca que Saúl, libre de marcaje, acertó a enganchar ante un Casillas hundido, que no se movió. Falló todo el sistema defensivo madridista. En realidad falló todo el Madrid. Porque en el centro del campo nadie tuvo personalidad para plantar cara. Isco y Kroos quisieron y no pudieron. Y en la delantero solo Ronaldo lo intentó.

El público volvió a cantar con ironía el ¡Íker, Íker! tras el 2-0. No solo era culpa del capitán. En las dos jugadas fue Mandzukic quien se llevó el balón por alto para servírselo a Tiago y Saúl. Ancelotti sabía que sin Pepe y Ramos perdía enteros en el juego aéreo. Y así sucedió. Nacho es más bajo, mide 1,79 centímetros, y la defensa madridista lo acusó. Pagó su menor altura y su menor experiencia.

Pero no culpemos solo a la retaguardia. Isco sufrió ante Gabi. Kroos no encontró enlace en sus pases y robos de balón. Khedira corrió sin aportar ni un ápice de calidad. Benzema perdió balones constantemente. Y Bale estuvo oscuro.

Ancelotti estuvo de pie todo el partido, porque su equipo no funcionó. Salió Jesé y el Madrid atacó en busca de un gol. Pero dominó sin profundidad. Y Griezmann siguió cabeceando, a la contra, centros peligrosos. Siempre les ganó la partida a Nacho y Varane.

Casillas salvó un gol tras un fallo de Nacho. Tiago no pudo cabecear bien otro balón aéreo mortal. Al menos, el Madrid reaccionó y mandó por vergüenza torera. Pero la calidad la demostró el Atlético. Y Griezmann, ayudado por su compatriota Varanb, firmó el tercero, en otro error general del sistema defensivo del líder. Fue un desastre el del Madrid, sin profundidad ni garra.

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