Mohamed Yassine Kajaa, un marroquí de 25 años y pendiente de expulsión de España por su situación irregular, es el nombre completo del joven que este miércoles sembraba el pánico en Algeciras acusado de ejecutar un posible ataque yihadista contra varias iglesias del municipio, hiriendo de muerte a uno de sus sacerdotes.
Un asunto del que ya se ha hecho cargo la Audiencia Nacional que coordinará la investigación sobre si se trata realmente de un ataque terrorista, si Yassine actuó ordenado por alguna cédula en concreto, si lo hizo como 'lobo solitario' o por otras cuestiones radicalizadas.
Un cura ha fallecido y otro ha resultado herido tras el ataque del individuo que ya ha sido detenido
Pero, actuara bajo las directrices que fueran, este ciudadano marroquí se ha llevado por delante la vida de un religioso muy querido en Algeciras dejando herido grave a otro sacerdote a los que atacó con un cuchillo al grito de 'Alá es grande'. La situación se vivió con pánico ya que este individuo llegó a pasar por varias parroquias portando el arma en su mano y acometiendo contra los feligreses hasta que fue apresado.
Y lo pilló la Policía Local de Algeciras cuando dos agentes lograron alcanzarlo y reducirlo. Según ha podido saber este periódico, en el momento de la captura Yassine se encontraba de espaldas, de rodillas, mirando hacia el paseo marítimo, rezando y alzando los brazos. Y el cuchillo lo tenía en el suelo al lado de su pierna.
Así lo define la Diócesis de Cádiz y Ceuta, que expresa su profundo pesar por lo ocurrido
Vestía chilaba y en el suelo de la Plaza Alta, donde se cometió el crimen, se encontró un mishaba, con lo que se reza el tasbih, similar a un rosario católico, de color blanco. Uno de los agentes lo redujo con ayuda de la defensa extensible y otro de los policías pudo engrilletarlo. Fue una detención 'limpia'. No tuvieron que hacer uso del arma de fuego ya que no hizo ningún ademán de atacarles ni se resistió.
Momentos después del ataque era trasladado a dependencias policiales. Sin la chilaba ya puesta tras ser cacheado, sino con un chándal de color negro y blanco que llevaba debajo, tenía manchas de sangre en el pantalón. Ya entonces, callado y aparentemente tranquilo no dejaba de sonreír.
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